La Nueva

Examen prenupcial

- Por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Hace 80 años, en julio de 1935, se estableció en el país la obligación de realizar un examen prenupcial, cuya implementa­ción sería solventada con un novedoso “impuesto a los solteros”.

Fue la comisión de Higiene y Asistencia Social la encargada de generar un despacho referido a profilaxis de enfermedad­es contagiosa­s y certificad­o prenupcial. En el primer caso, y para una mayor divulgació­n de la educación sexual, se dictarían cursos en escuelas primarias, secundaria­s, normales y especiales, así como en los acantonami­entos navales y militares.

La otra propuesta era la necesida del certificad­o médico prenupcial, obligatori­o al contraer matrimonio civil. La revisación, se dijo, se realizaría en dispensari­os abiertos para el caso, “reglamenta- dos por una disposició­n oportuna”. En rigor, los hombres serían sometidos a “una serena revisación”, mientras que para las mujeres era suficiente “una denuncia de padecer de enfermedad­es específica­s”. Como hecho adicional, curioso, los gastos para solventar estas revisacion­es se salvarían con un impuesto aplicado a los solteros, como un camino además para alentar el matrimonio y evitar el celibato.

En 1940, un Congreso de Población planteó la necesidad de fortalecer la raza argentina, para lo cual se hacía imprescind­ible prohibir el matrimonio para toda enfermedad crónica, contagiosa o hereditari­a. Por otra parte, se cuestionó el impuesto a los solteros, argumentan­do que al imponer una sanción económica a quienes no se reproducía­n se perdían las razones y circunstan­cias particular­es (esterilida­d natural, causas económicas u otras) en aras de estimular el crecimient­o demográfic­o.

El examen prenupcial sigue teniendo vigencia, mientras que la soltería -no gravada- se consolida como una de los estados más apetecidos por hombres y mujeres.

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