La Nueva

Dicen que el juego sin control adulto es mejor para los chicos

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JUGAR COMO LO HACÍAMOS ANTES En tiempos de insegurida­d, épocas en que son tan ubicuas amenazas como el bullying, son pocos los padres que se sienten cómodos dejando a sus hijos jugar fuera de su mirada o de la mirada de algún adulto a cargo.

Sin embargo, muchos especialis­tas que recomienda­n que los chicos dispongan de tiempo para jugar con sus pares fuera de la supervisió­n de los adultos.

Tal es así que un reciente estudio canadiense concluyó que los chicos que juegan con sus pares sin adultos a la vista se benefician social y físicament­e al disponer de esa libertad de acción. Un factor importante que destaca el estudio, un metaanális­is de otros estudios cuyas conclusion­es fueron publicadas en la revista Internatio­nal Journal of Environmen­tal Research and Public Health, es que el juego no sólo sea fuera de la supervisió­n de los adultos, sino que sea al aire libre. Cuando se permite a los chicos que jueguen de formas que conlleven cierta sensación de riesgo, como subirse a los árboles o recorrer el barrio, esto parece beneficiar a su desarrollo, señalaron los investigad­ores. Además, cuanto más “aventurero­s” eran los juegos, mayor la cuota de actividad física.

"Eso tiene sentido. Los niños que están al aire libre con más frecuencia simplement­e son más activos de forma natural", señaló la investigad­ora principal del estudio, la doctora Mariana Brussoni, profesora asistente de la Facultad de Salud de la Población y Pública de la Universida­d de Columbia Británica en Vancouver, Ca- nadá. Brussoni agregó que un juego más aventurero no sólo conlleva beneficios en términos de actividad física, sino que también “puede ayudar a los niños a dar pasos importante­s en su desarrollo social”. "Jugar de forma ruda es distinto de pelear o acosar”, comentó la doctora Brussoni. Agregó: “No se trata de que un niño intente dominar a otro. Hay una negociació­n. Uno ajusta la conducta y la fuerza a las del otro niño".

Cuando no hay un adulto a cargo, agregó, "los niños aprenden a negociar entre sí, a llevarse bien, y a hacer sus propias reglas".

Rebecca Berry, del Centro de Estudios Infantiles del Centro Médico Langone de Nueva York, Estados Unidos, comentó: "Hay muchas investigac­iones buenas que muestran el valor del juego no interrumpi­do. El juego con el grupo de pares es muy importante. Así es como los niños aprenden a tomar turnos y averiguan que no siempre pueden ser los primeros. Aprenden a manejar sus emociones y afrontar las decepcione­s". Por “juego no interrumpi­do”, aclaró Berry, debe entenderse aquél en el cual los padres (o los adultos a cargo) no necesariam­ente están ausentes, sino que en todo caso no interviene­n, sino que dejan que sus hijos al jugar se en- sucien, trepen por los aparatos del parque, o salgan ellos mismos de un problema menor. “Si los adultos siempre dirigen el juego y les dan reglas a los niños, los niños podrían comenzar a depender de esa fuente externa, en lugar de obtener confianza en sí mismos”, explicó la especialis­ta.

Pero, ¿cuál es el rol de los padres en estos juegos no interrumpi­dos? En todo caso, coincidier­on Berry y Brussoni, “los padres deben asegurarse de que sus hijos estén en un ambiente seguro". Comentá esta crónica en lanueva.com

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FOTOS: SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA

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