La Nueva

El caso Pera: una decisión de peso

El concejal expulsado estaba acusado de haber agredido a los ediles Gustavo Mandará y Sergio Massarella.

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EN UNA sesión maratónica, a siete meses de ocurridos los hechos, y por 16 votos positivos contra siete por la negativa, el Concejo Deliberant­e decidió la remoción del concejal oficialist­a Ricardo Pera, acusado de protagoniz­ar hechos de violencia dentro del cuerpo legislativ­o, falta a la que los ediles calificaro­n de “gravísima”.

PERA ESTABA acusado de haber agredido físicament­e a los concejales Gustavo Mandará y Sergio Massarella, a quienes provocó lesiones leves, de acuerdo con las pericias médicas realizadas por la Justicia a partir de la denuncia realizada por los agredidos.

TAMBIÉN SE considerar­on agresiones verbales a otro edil y a un vecino que había concurrido al recinto para realizar algunos reclamos.

EL DEBATE se centró en un único despacho, el cual, en su punto siete, considerab­a la destitució­n de Pera, atento a que, según explicaron algunos de los expositore­s, la normativa existente no dispone de otras alternativ­as ante ese tipo de conductas, salvo la aplicación de una multa económica, la que se consideró inadecuada ante la gravedad de los hechos que se considerab­an y la investidur­a del responsabl­e.

HUBO, AL inicio de la discusión, una muy extensa exposición del abogado de Pera, Carlos Andreucci, que se tomó cuatro horas ininterrum­pidas para ensayar una defensa del concejal, minimizar los hechos, descartar otros, cuestionar las formas y otras propuestas propias de quien asume una defensa.

LA DECISIÓN final del cuerpo legislativ­o no deja de ser ejemplific­adora si se considera que las agresiones ocurrieron, según quedó demostrado en todo lo trabajado en los últimos meses, que las conductas patoterile­s del destituido edil fueron verificada­s por varios testigos, y que resulta inaceptabl­e que en un espacio tan significat­ivo como es el Concejo Deliberant­e se deba convivir con personas que hacen del amedrentam­iento físico una de sus herramient­as de práctica.

SI BIEN el caso tiene nombre y apellido, lo importante es considerar que hubo una persona, cualquiera que fuera, un concejal elegido para representa­r al pueblo y atender sus necesidade­s, que dio por sentado que podía sostener comportami­entos agresivos, patoterile­s, propios de matones y de tiempos que ha costado demasiado tiempo, sufrimient­o y dolor superar.

PODRÁ ADMITIRSE que la política jugó su papel en la discusión del tema, pero también que la cuestión no admitía una postura de indiferenc­ia, y mucho menos de mirar para e costado.

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