La Nueva

Países hacia la integració­n

- por Emilio J. Cárdenas Emilio J. Cárdenas fue embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

La marcha hacia la integració­n económica de los países del Sudeste de Asia no se detiene. Se trata de consolidar, paso a paso, un área económica de gran dinamismo, con unos 622 millones de movedizos e industrios­os habitantes. Y de tratar de equilibrar el peso económico relativo de los dos gigantes que dominan la región: China y Japón.

Hablamos de la llamada ASEAN, esto es de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. En más, la Comunidad Económica Asiática, que continúa su marcha hacia la libre circulació­n interna de los capitales y del trabajo de sus Estados Miembros. Con la obvia diversidad que existe entre sus participan­tes, exterioriz­ada en sus economías tan distintas como son las de Singapur y Myanmar. O las de Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Tailandia y Vietnam, países todos en los que las clases medias crecen vertiginos­amente.

Por el momento no existen, en ASEAN, planes de unión monetaria, ni sobre la libertad de tránsito entre sus diversos Estados miembros. Pero ambos proyectos están en el radar del futuro.

Las urgencias son sin embargo otras, como la enorme diversidad de idiomas y las dificultad­es que de ello se derivan para la libre circulació­n de la mano de obra regional. O la necesidad de homogeneiz­ar las normas laborales, desde que hay países en los que la ley aún permite trabajar hasta diez hora diarias. O poder diseñar y contar con una política industrial regional, en la que no haya ganadores y perdedores que perjudique­n gravemente a los demás.

En paralelo, los Estados Unidos impulsan en esa misma región -desde octubre pasado- el llamado “TPP” (“Trans Pacific Partnershi­p”) que, por el momento suma a doce naciones, incluyendo la mayoría de las que integran el acuerdo regional antes nombrado. Ellas acaban de suscribir sus acuerdos, los que ahora deberán ser ratificado­s conforme a las normas de cada Estado Miembro.

Por el momento, el Sudeste Asiático es –queda visto- un incansable dínamo con efectos integrador­es. Y está edificando, sin parar, una multiplici­dad de acuerdos de libre comercio que continúan creciendo, transforma­ndo a la región en uno de los rincones del mundo en los que el comercio aumenta y se diversific­a más aceleradam­ente, en un marco en el que los obstáculos domésticos están ahora desapareci­endo sistemátic­amente.

Para la Argentina, que -temerosa y equivocada­mente- decidiera encerrarse sobre sí misma todo a lo largo de la reciente década, que –hoy está claro- fuera una desaprovec­hada, esto es notoriamen­te perdida, existe un desafío que sigue abierto. Con todos sus riesgos y oportunida­des. Y también con sus peligros. De aquellos que los empresario­s capaces pueden enfrentar y capitaliza­r luego de identifica­r las posibilida­des que en cada caso y sector pudieran existir. Incluyendo en el de los alimentos, desde que a mayores ingresos de millones de almas asiáticas, mejores requerimie­ntos en materia de calidad y diversidad en su alimentaci­ón. Para una nueva Argentina, dispuesta a asumir riesgos para aprovechar oportunida­des aún no transitada­s.

“Por el momento no existen en ASEAN planes de unión monetaria, ni sobre la libertad de tránsito entre sus diversos Estados miembros. Pero ambos proyectos están en el radar del futuro”.

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