El autor de la masacre de Necochea había advertido que “algo” iba a pasar
Se lo manifestó a un compañero de trabajo, pocas horas antes que le quitara la vida a cinco personas.
Si bien Roberto Daniel Vecino le había anticipado a un compañero de trabajo que “algo va a pasar”, nadie imaginó que este criador de canarios y trabajador municipal fuera a convertirse en el autor del hecho más sangriento registrado en la historia de Necochea.
Cuando aún la ciudad balnearia permanece conmovida por lo ocurrido en el barrio Fonavi, algunas personas describieron que un entorno violento y una difícil historia familiar habrían resultado caldo de cultivo para la tragedia.
El hombre, de 57 años y sereno en el cementerio comunal, realizó ese comentario a otro empleado, aunque esa persona jamás imaginó lo que significaba.
El jueves, pocas horas después de ese episodio, Vecino asesinó a Marta Esther Curuchet (52) y a sus hijos Etelvina (19), Rosa (21) y Roberto (24), quien intentó escapar de la vivienda y fue ultimado en la calle.
También encontró la muerte Horacio Córdoba (70), quien pretendió interceder cuando el hombre atacaba al joven.
Posteriormente, y tras lesionar a uno de los policías que llegaron al lugar, el individuo se dirigió a un galpón cercano y se quitó la vida.
El matrimonio conformado por Vecino y Curuchet tuvo ocho hijos. La relación entre ambos siempre resultó conflictiva y los hechos violentos eran moneda corriente.
Pese a esto, desde la fiscalía se indicó que nunca recibieron denuncias por esa situación.
Compañeros de trabajo mencionaron que “era un tipo difícil”, que estaba siendo tratado por problemas cardíacos y tomaba ansiolíticos.
Nunca se había divorciado de su mujer y residía en una habitación ubicada en los fondos del inmueble situado en el cruce de las avenidas 98 y 63, separado del resto de la familia.
En el lugar también vivía un hermano de Curuchet, quien se encontraba cumpliendo un arresto domiciliario, y al momento del crimen logró escapar para pedir ayuda.
De acuerdo con el relato de Daniela, hija mayor del matrimonio, su padre siempre fue violento.
Dijo que fue a denunciarlo cuando era chica y que el hombre la llevó a los golpes desde la comisaría hacia su casa.
Lo calificó como “un infierno” y aseguró no poder creer lo sucedido.
Lo mismo ocurre con la comunidad necochense, que permanece consternada y se pregunta si la masacre se podría haber evitado.