Rajoy cierra una puerta
La reciente decisión británica de salir de Europa comienza a aparecer como lo que efectivamente ha sido: un error gigantesco, que el pueblo británico pagará bien caro. Tanto entre los conservadores, como entre sus rivales, los laboristas, las respectivas cúpulas partidarias directivas se han hecho añicos y nuevos líderes deberán –en más- hacerse cargo de la difícil situación.
Lo mismo acaba de ocurrir, con pretendido disimulo, en el propio partido pro-“Brexit”: el Partido Independiente, donde -créase o no- su mediocre -e inusitadamente audaz- líder, Nigel Farage, también ha huido precipitadamente del escenario dejando para siempre la política, aunque señalando que lo hace porque “ya ha alcanzado su objetivo político vital, el de sacar a su país de la Unión Europea”. Imposible creerle.
Pero el porrazo decidido por Inglaterra y Gales también golpea a Escocia, cuyas autoridades se precipitaron a Bruselas para señalar allí que el pueblo escocés no quiere dejar la Unión Europea, sino permanecer en ella, anunciando que es previsible que, en el corto plazo, allí se convoque a un nuevo referendo para votar si el país permanece en Gran Bretaña o se separa de ella.
Y en caso de independizarse, poder permanecer en Europa. En el 2014, el referendo escocés, recordemos, se pronunció por quedarse en Gran Bretaña.
No obstante, el experimentado primer ministro español, Mariano Rajoy, acaba de dar por tierra con las ilusiones escocesas, al señalar que no habrá negociaciones separadas entre Escocia y la Unión Europea. Porque Escocia es parte de Gran Bretaña, le guste o no. Mientras lo sea no tiene voz en el escenario europeo.
Mientras tanto, el cada vez más discutido presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, había dicho, por su propia cuenta, que Escocia se había “ganado el derecho a permanecer en la Unión Europea”. Como existe la regla que todos los miembros de la Unión Europea deben pronunciarse a favor en caso de aceptar nuevos Miembros, la posición de Mariano Rajoy prevalece y supone un veto específico a las pretensiones escocesas.
Es evidente que el serio problema de Cataluña obliga a Rajoy a ser inequívocamente estricto en que no se acepten diálogos entre la Unión Europea y regiones de sus Estados Miembros con pretensiones de independencia. Sólo se dialoga sobre membrecía con quienes son Estados Independientes. Así de claro.
Los británicos, en contrapartida, impulsan la idea de conferir a Escocia la categoría imprecisa de nación “especial”, con el objetivo de que así pueda, de pronto, tener algún “título” para abonar su pretensión de seguir dentro de la Unión Europa. Le veo patas cortas a la idea y, por ende, muy pocas posibilidades. Así están las cosas.
“El experimentado primer ministro español acaba de dar por tierra con las ilusiones escocesas de permanecer en la Unión Europea, al señalar que no habrá negociaciones separadas con Escocia.”