Un acto de beneficencia, a una persona desconocida...
En el spam de una cuenta de correo vimos el mensaje de mujer llamada Marie. Comentaba que padecía una enfermedad terminal y había decidido donar dinero para beneficencia, pero al no tener familia, nos había seleccionado.
Pusimos manos a la obra contestándole desde una cuenta de mail con un perfil ficticio que recién habíamos creado, para poder interactuar de esta manera con el ciberdelincuente.
Ella nos comentó que nos había elegido tras haber realizado investigaciones en Internet y parecerle que éramos buenas personas (recordemos que nuestro perfil no tenía más de 24 horas). A esto le agregaba una copia de su pasaporte para que pudiéramos comprobar que no era un engaño.
Inmediatamente le contestamos poniéndonos a disposición. Horas después nos indicaba que a partir de ese momento deberíamos tratar con su notario para realizar formalmente el acto de donación.
El notario iba a necesitar de nosotros distintos datos y una copia de nuestro documento o pasaporte. Para evitar esto le contestamos que no solíamos enviar la copia de nuestro documento debido a un problema que habíamos tenido anteriormente. Pero que no teníamos problema con el resto de los datos. El notario acusó recibo de toda la documentación. Ya con este paso cumplido y el envío de 95 Euros en concepto de honorarios y distintos gastos se nos giraría el dinero.