Viejos galpones ladrilleros que recuperan su uso
Inmuebles en apariencia condenados a la demolición recobran su uso con una vitalidad única y destacada.
MÁS IDEAS QUE INVERSIÓN Mario R. Minervino ucho se dice a veces de la posibilidad cierta y factible de reutilizar edificios de más de cien años, que llevan décadas abandonados o semiderruidos y que a vista de un aficionado son más candidatos a ser demolidos que a su recuperación. En nuestra ciudad existen decenas de
Mgalpones ladrilleros, legado del paso de las empresas inglesas y francesas que tendieron sus líneas férreas camino a los puertos locales, que a pesar de su enorme potencial no pueden ser reutilizados y que están abandonados, en manos ajenas o carentes de un proyecto que contemple su piesta en valor. El siguiente ejemplo, la recuperación de un inmueble en Méjico, es apenas uno de los cientos que podrían mostrarse en todo el mundo, donde estas obras industriales son consideradas verda- deres oportunidades para generar espacios de altísimo valor de mercado y cargados por una invalorables cuota de historia y cultura.
Con sus señas
El edificio data de principios del siglo XX y está catalogado por su valor histórico, artístico y patrimonial, destinado originalmente a viviendas y que en su larga vida albergó desde una sede de Libreros hasta una pastelería. Toda esa experiencia le concede una personalidad particular y hace que su espacio interior sea único. El edificio adquiere su carácter por sus experiencias, y de ahí sus señas particulares, sus cicatrices formarán parte de la expresión del nuevo uso.
Al ser catalogado, la intervención debe de conservar la esencia del objeto arquitectónico. En este caso responde a los requerimientos de diferentes órganos del gobierno, espacios flexibles y amplitud visual, buscando dar a cada uno un sentido de apropiación de su espacio,.
Crear sin construir suena como una meta difícil, pero eficaz e innovadora. Al final se genera a partir de todo lo que está y estaba, de estímulos inesperados y constantes en los que predomina el espacio, la arquitectura.
Existen antecedentes exitosos que han manejado esas premisas, intervenciones que van más allá de tomar un cascarón “viejo” y rejuvenecerlo. Se trata de jugar con lo existente, no de renovarlo, sino de utilizarlo. De hacer arquitectura sin construir.