Mercosur: ¿qué hacemos con Venezuela?
eopolíticamente, Venezuela es uno de los principales eslabones de la articulación sudamericana. Se asienta en una de las principales cuencas fluviales – Orinoco-, tiene cuantiosas reservas hidrocarburíferas, se proyecta naturalmente al importante espacio caribeño y posee un pueblo tan despierto como vivaz, con mucha capacidad retenida por la pésima política que sufre desde hace…¿cuatro décadas?...¿una centuria…? Su incorporación al Mercosur fue una buena decisión, con prescindencia del régimen político imperante en ese país.
La cuestión previa y de especial pronunciamiento, como decimos los abogados, es si queremos o no la integración sudamericana ¿Es deseable y nos importa? ¿O pensamos que la Argentina puede resurgir en soledad? La respuesta principia por reflexionar cómo nos ve el mundo ¿Aislados o como parte de un gran espacio geoeconómico y geopolítico?
Nos considera como un colectivo amplio al que denominan Latinoamérica. Lo que suceda – bueno, regular y malo – en ese ancho ámbito nos toca. Además, hay datos ineluctables: las problemáticas de América Latina son casi calcadas en todas partes. Desde el machismo y la consecuente violencia de género hasta el relegamiento de los pueblos originarios pasando por la corrupción, la labilidad institucional, la desigualdad, la fuga de capitales, la adolescencia de infraestructura y demás. Incluyo, claro, a la mala política, un gravamen pesadísimo que se padece desde el río Bravo hasta el cabo de Hornos, aún reconociendo que existen algunas disparidades. En algunas partes se goza de una política algo más benéfica, pero siempre lejos de las demandas sociales y de las necesidades de los países.
Nacimos de una misma gestación y esa matriz nos signó para siempre, más allá de que el faccionalismo criollo, absurdo y patológico, – y algún otro factor exógeno – nos fragmentaron en veintiún Estados y en rigor en treinta y ocho contando al Caribe. Alberdi – tan lúcido- conjeturó que si el rey Fernando VII hubiera hecho lo mismo que el monarca portugués Pedro I, esto es trasladar su trono a México o a Buenos Aires o a Caracas, quizás el resultado habría sido la preservación de la unidad política sin per- juicio de que la independencia hubiera resultado inexorable ¿Cuánto le debe la unidad brasileña al traslado de la corte desde Lisboa a tierras americanas?
En el contexto de la marcha hacia la recomposición política latinoamericana, hay pasos graduales para dar. Y además, debería formalizarse teniendo en cuenta las distintas regiones del espacio común. México debería replantear el objetivo de la integración con América Central y el Caribe.
El Mercosur tendría que recuperar su dinámica inicial y completar la unión económica, preludio de la política, incluyendo a las Guayanas, para ordenar todo el plexo atlántico. La Alianza del Pacífico avanza en sus metas. Es más sencillo reunir a tres y sentarlos a la mesa que a treinta y ocho, que incluye a Puerto Rico como parte de nuestro espacio y las mencionadas Guayanas.
Persiste una colonia en América del Sur, la Guayana francesa. Uno de los objetivos que nos debemos proponer es poner fin a ese vestigio de tiempos idos. De Malvinas y la usurpación de parte del Atlántico Sur no hablo porque va de suyo que una América Latina fuerte e integrada operará de modo semejante a China y Hong Kong: ante el poderío y el vigor de Pekín, Londres acordó el traspaso de la soberanía.
Pero, ¿en qué quedó la promesa del título de esta nota? Era necesario contextualizar el asunto para, ahora sí, proponer una vía para solucionar el caso Venezuela.
El Mercosur debe exhortar con firmeza no exenta de diplomacia para que el régimen de Maduro haga tres cosas inmediatamente, sin chicanas dilatorias: indultar y liberar a los presos políticos; convocar al referendo revocatorio y comprometerse a acatar su resultado. De lo contrario, toda la América Latina pedirá la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU para que adopte el procedimiento que permita restaurar el sistema democrático y de libertades en Venezuela.
Si Maduro se compromete con esos tres puntos hay que traspasarle la presidencia del Mercosur hasta fin de año tal como está reglado.
Debemos hacer todos los esfuerzos para que Venezuela siga en el Mercosur y transite pacíficamente el cambio de régimen político interno, del redondamente fracasado populismo a un sistema de organización socio-económico moderno y verdaderamente justo y popular. Pacífica, pero firmemente. No son incompatibles.
“Nacimos de una misma gestación y esa matriz nos signó para siempre, más allá de que el faccionalismo criollo nos fragmentó en veintiún Estados (treinta y ocho contando al Caribe).”
Alberto Asseff Parlasur. es diputado nacional y del