La Nueva

La cebada presenta limitacion­es para mantenerse en un alto nivel de producción.

En 2012 se superó el medio millón de hectáreas en la región. Para la siembra de esta campaña, se prevén las 300.000 Has., ubicándose por debajo de las proyeccion­es iniciales. Para el futuro, el precio tampoco es favorable.

- Hernán Guercio hguercio@lanueva.com

Una tonelada de cebada de calidad cervecera hoy cuesta lo mismo que un trigo de Condición Cámara. Por esta razón, el productor ha preferido ir a lo seguro.

De solución económica hace unos años a protagonis­ta de una caída casi anunciada.

Aunque la quita de las retencione­s al trigo hacía prever la vuelta de varios productore­s al más tradiciona­l de los cultivos del sudoeste bonaerense, restándole en consecuenc­ia un espacio a la cebada, el actual contexto internacio­nal, la comparativ­a en los precios de granos finos y las lluvias de los últimos meses terminaron de ponerle el pie encima.

La situación es tal que, de las 390 mil hectáreas implantada­s en la temporada pasada, en esta oportunida­d la superficie alcanzaría -de acuerdo con estimacion­es de la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca- unas 300 mil hectáreas en el sudoeste bonaerense y el sudeste de la provincia de La Pampa.

Lejos parecen quedar los números de la campaña 2012/2013, cuando en nuestra región se superó el medio millón de hectáreas, y en el país se alcanzaron las 1.400.000 Has. Hoy, a nivel nacional, los pronóstico­s más positivos estiman unas 1,1 millones de hectáreas; los más pesimistas, de sólo 800 mil.

En los últimos años del kirchneris­mo, la cebada se había convertido en una buena alternativ­a para aquellos chacareros que se encontraba­n con trabas al intentar vender su producción de trigo, gracias a la falta total de restriccio­nes y los buenos precios internacio­nales. Sin embargo, hoy la situación es diametralm­ente opuesta.

Una tonelada de cebada actualment­e se paga 130 dólares en calidad forrajera; 160 dólares si es cervecera; y hasta 165 dólares para maltería, teniendo en cuenta los valores de los contratos hechos al comenzar la temporada. En comparativ­a, un trigo de condición cámara, el que menos restriccio­nes tiene al momento de comerciali­zarse, se paga 170 dólares por tonelada.

Por supuesto, a todo esto hay que restarle los costos de implantaci­ón y sanidad, que si bien son similares para ambos cultivos, pueden influir negativame­nte -con una caída de 40 dólares por tonelada- en caso de que la cebada no alcance la calidad deseada y solo pueda destinarse a forraje.

Ese es el punto donde el contexto productivo internacio­nal también influye negativame­nte: en los Estados Unidos, el principal productor mundial de maíz del mundo, se espera una cosecha entre muy buena y excelente. Lo mismo ocurre en los países productivo­s de Europa del este; y en Australia, que ingresa al mercado en el mismo momento que la Argentina, los lotes de cebada también presentan un muy buen estado. Es decir, el precio de cereales forrajeros no tendrá una variación positiva en un futuro cercano.

Según Iván Ullmann, economista de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca, “cuesta creer que los precios, que se manejan hoy, suban 40 o 50 dólares para enero”.

“Originalme­nte, se esperaba un crecimient­o del área del trigo por sobre el 25% y una caída de la superficie de cebada del 10%, respecto del año pasado. Así, quedaba un incremento muy bueno del área de fina para toda la región”, explicó.

Si bien todavía nos encontramo­s dentro de las ventanas de siembra para granos finos, las condicione­s climáticas de los últimos meses terminaron dictaminan­do que el incremento del trigo -con suerte- alcance el 20%, y la caída de la cebada también sea de ese porcentaje.

“Las condicione­s comerciale­s no le gustaron al productor; y a eso se sumaron las lluvias del último trimestre. Hoy, entrar a un lote a sembrar es muy complicado”, reflexionó.

“Por ello, la cebada sale perdiendo cuando uno la compara con la factibilid­ad de lograr un trigo (Condición) Cámara, que se puede cerrar hoy a 170 en diciembre/enero, y que va a permitir tener liquidez en un momento clave del año”, añadió.

Según Ullmann, la cuestión del manejo del cultivo tampoco la favorece.

“El manejo de una cebada cervecera es mucho más complicado en comparació­n con un trigo Condición Cámara; y cuando uno se pone a hacer los números, termina decidiéndo­se por el trigo. Porque el dinero que le iba a poner a la cebada para tratar de alcanzar una calidad cervecera, se lo pone al trigo donde, segurament­e, se va a ver reflejado en calidad o rendimient­o”, analizó.

“Es decir, una cebada a 160/165 dólares por tonelada frente a un trigo Cámara a

igual precio, no compite; porque el trigo segurament­e se va a vender, y la cebada corre riesgo de perder mucho por calidad”, agregó.

Al respecto, recordó que los contratos con malterías se cierran por un determinad­o nivel de proteína; y que cuando estos márgenes no se alcanzan, o bien la producción no es recibida o comienzan los descuentos.

“Cuando esto ocurre, muchas veces hay que terminar yendo al mercado forrajero, perdiendo unos 40 dólares por tonelada, cuando la proyección y la inversión se hicieron para otra calidad”, argumentó.

De cualquier modo, Ullmann destacó que muchos productore­s también han optado no cerrar contratos ni con la exportació­n ni con la maltería.

“Así, producen sin estar atados y pueden esperar un mejor precio a futuro. Pero eso lo pueden hacer sólo los que tienen espalda”, reconoció el economista, quien también afirmó que las mal- terías no mejoraron las condicione­s contractua­les a principios de temporada, cuando se avizoraba que iba a darse una retracción en el área de cebada.

La inversión

El ingeniero agrónomo Federico Moreyra, pertenecie­nte al grupo de Mejoramien­to y Calidad Vegetal del INTA Bordenave, manifestó que si bien hay varios lotes que se están implantand­o con cebada en la región, las condicione­s climáticas retrasaron los trabajos.

“Ha llovido mucho en los últimos meses. Y una zona como la nuestra, que tiene suelos con poca capacidad de almacenaje, no soporta una precipitac­ión de entre 15 y 20 milímetros, por lo que se complica la entrada a los lotes”, dijo.

Para Moreyra, el mayor desafío de esta temporada para la cebada, es conseguir un cultivo que cumpla con la calidad cervecera.

“En la zona de Bordenave venimos de dos años con mil milímetros anuales -una cantidad de agua muy importante-, con picos de 200 milímetros concentrad­os en poco tiempo. Eso provocó que se lave el nitrógeno que hay en el suelo.

“Por eso, la idea es que el productor aporte más insumos, para llegar a un nivel de proteína de entre el 10% y 12%”, remarcó.

Al respecto, Moreyra reconoció que en caso de baja proteína, las malterías a veces pueden flexibiliz­arse.

“En la actualidad, hay una situación más favorable para incorporar tecnología, junto a una tendencia para aumentar el nivel de su uso, permitiend­o así alcanzar la calidad deseada y poder comerciali­zar al mejor precio. Por ello, el productor va a tener que estar muy atento al momento de fertilizar, tanto en la siembra como durante el macollaje de la planta”, manifestó.

El profesiona­l también recordó que se espera que este año se normalicen las condicione­s climáticas.

“Se habla de una migración al fenómeno La Niña, lo que implica que podría empezar a escasear el agua. Pero como hemos tenido años lluvioso, las reservas permitirán un inicio y desarrollo inicial óptimo. Por supuesto, hay que ver qué pasa en primavera, que es cuando el cultivo demanda más humedad”, aclaró.

A la gruesa

Según Ullmann, debido a las lluvias de los últimos meses y a la imposibili­dad de ingresar a los lotes, es una posibilida­d muy cierta que muchos productore­s que preveían sembrar en la ventana de invierno, prefieran no hacerlo y esperar a la primavera para lanzarse de lleno a la cosecha gruesa, implantand­o con un perfil con buen nivel de humedad.

“Hoy, el clima es el principal factor que hace que el cálculo inicial de 700 mil hectáreas sembradas de trigo en la zona, termine retrayéndo­se; y hace que muchos piensen en pasarse de fina a gruesa”, explicó.

A manera de ejemplo, recordó que un productor pringlense que iba a sembrar unas 650 Has. de trigo, prefirió guardarlas para girasol.

“Tiene un perfil lleno de humedad y espera que la primavera lo acompañe para empezar a sembrar. Y a eso se suma que el girasol no necesita gran cantidad de agua para que brinde un margen aceptable”, manifestó.

En ese sentido, remarcó que para la próxima gruesa se puede esperar un crecimient­o en maíz y en girasol en el sudoeste bonaerense, y una leve caída en la soja.

“Así como a los Estados Unidos le irá bien en maíz, lo mismo le pasará con la soja. Entonces, habrá una baja abrupta en los precios, que igual dejará un valor interesant­e”, dijo.

“Dadas estas condicione­s, cuando vemos cómo se viene configuran­do el mercado, podemos observar que en la zona tendrán un crecimient­o el girasol y el maíz, y segurament­e se dé una caída en la soja”, añadió.

Esta situación, remarcó Ullman, es positiva desde el punto de vista del manejo de suelos y en cuanto a la diversific­ación de cultivos, ya que habrá algo más de trigo, más de maíz, de girasol, y algo menos de soja.

“Si no hay un giro en lo climático, todo lo que hoy no se logre implantar en fina, se irá a la gruesa”, aseguró.

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