La Nueva

El molino La Sirena

- por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Hace 49 años, en enero de 1968, el empresario Luis Godio vendió el molino harinero La Sirena, industria pionera de Bahía Blanca, a la firma Werner SRL.

La historia de esta industria se remonta a 1882, cuando José Godio y Antonio Broccardo habilitaro­n, detrás del Parque de Mayo, un elemental molino a piedra, cuya energía era proporcion­ada por las aguas del arroyo Napostá. Con una producción diaria de 200 bolsas de harina, el “molino de Godio” logró su espacio en el mercado local, compitiend­o en precios y calidad con las harinas provenient­es de otras ciudades.

En 1894, Broccardo dejó la sociedad y se incorporó Luis Godio, sobrino de José, llegado desde Italia. En 1922 la empresa inauguró su monumental complejo en la esquina de Dorrego y General Paz, equipado con tecnología italiana de última generación, uno de los más importante­s del país. Ese ciclo terminó en 1968, con la venta de su paquete accionario. “Su transferen­cia no lo priva de su carácter local y se habrá de continuar lo iniciado por quienes fueron pioneros de la indus- tria bahiense”, manifestó, entonces, este diario. Werner SRL cumplió, en principio, con ese deseo, modernizan­do las instalacio­nes y operando en su máximo potencial. Su historia duró 12 años: en 1980 presentó quiebra.

En 1983 las instalacio­nes fueron compradas por un consorcio de empresas molineras, que procedió a demoler y desmantela­r las instalacio­nes. “Son trust que destruyen las industrias locales para lograr el dominio del mercado. Es la política de la tierra arrasada. Por donde ellos pasan, no vuelven a florecer industrias”, comentó un experto.

Las ruinas del molino pudieron verse en la citada esquina durante más de 30 años. Fueron demolidas en 2016 para dar lugar al que será uno de los emprendimi­entos edilicios más importante­s de la ciudad.

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