La Nueva

Hernias abdominale­s: son comunes pero no siempre peligrosas

Lo que sí debe quedar bien claro es que, generalmen­te, no desaparece­n por sí solas. Cuando duelen o crecen, lo mejor es operar.

- David Roldán droldan@lanueva.com

EN LOS HOMBRES SON MÁS HABITUALES

La hernia abdominal se presenta cuando parte de algún órgano o tejido protruye (sobresale) a través de un punto debilitado en la pared muscular alrededor del abdomen.

Algunas hernias no provocan ningún síntoma y la gente, incluso, puede no saber que tiene una hasta que el médico la descubre en un examen de rutina.

No obstante, lo más común es que los pacientes vean y sientan el bulto de la hernia, el cual, generalmen­te, se vuelve más obvio al ponerse de pie o pujar.

Además, se puede sentir dolor, debilidad o presión en la zona afectada.

Existen dos tipos diferentes de hernias de la zona inguinal: las inguinales y las femorales.

Las hernias inguinales pertenecen al tipo más común de hernia y se presentan con más frecuencia entre los hombres.

El punto débil es el canal inguinal que en los hombres se encuentran donde el cordón espermátic­o sale del abdomen y entra en el escroto.

En las mujeres, el canal inguinal aloja a un ligamento que ayuda a sostener al útero en su sitio.

Las hernias inguinales con frecuencia están presentes al nacimiento, sobre todo en los niños.

De todas formas, probableme­nte no se desarrolle­n sino hasta más adelante en la vida y debido a factores como el envejecimi­ento de los músculos, las actividade­s forzadas o a la tos crónica.

Las hernias femorales son mucho menos comunes y se presentan con más frecuencia entre las mujeres mayores.

Se forman a lo largo del canal que lleva los principale­s vasos sanguíneos (la arteria y la vena femorales) hasta el muslo.

Estas hernias suelen producir un bulto que se ubica ligerament­e más abajo que el de las hernias inguinales.

A pesar de que su hernia no le ocasione ningún síntoma, es importante que acuda regularmen­te al médico para evaluarla.

Ese profesiona­l deseará mantenerla vigilada y valorar nuevamente la situación, aunque la hernia apenas le cause incomodida­d.

Algunas personas usan un cinturón de sostén o ropa interior para sujetar la hernia, pero esa no es una solución a largo plazo.

El tejido graso del abdomen suele ser el primero por el que protruye la hernia, lo cual es ventajoso porque tapona el orificio, puesto que pueden surgir problemas cuando parte de un órgano (normalment­e el intestino) empuja al músculo debilitado y queda atrapado afuera (incarceram­iento).

Se sabe que eso ha ocurrido cuando no se puede hacer retroceder la hernia hacia el abdomen con solamente ejercer presión suave.

Además, esto suele ocasionar molestias constantes.

La hernia abdominal que queda encarcelad­a puede impedir el tránsito del con- tenido por el intestino (obstrucció­n intestinal).

La hernia también puede desconecta­rse de la provisión sanguínea del cuerpo, riesgo que aumenta con la edad y que puede conducir a gangrena (estrangula­rse), afección mortal que amerita rápida atención quirúrgica.

Por lo tanto, se aconseja acudir pronto al médico si no se logra hacer retroceder la hernia pese a ejercer presión suave o si se presenta más dolor, náusea, fiebre, hinchazón u oscurecimi­ento de la piel que recubre hernia.

El mejor tratamient­o para la hernia que ocasiona molestias es una operación para revertir la protrusión del órgano o del tejido hacia el abdomen y fortalecer los músculos debilitado­s.

A veces, eso implica colocar una malla sintética o biológica en la zona debilitada para reforzarla.

Si usted necesita una operación para arreglar la hernia, segurament­e el médico podrá ayudarle a determinar el mejor tipo para su situación específica.

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Por Dr. Jorge Marchetti

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