La Nueva

Samper se aleja de UNASUR

- OTRAS VOCES por Emilio J. Cárdenas Emilio J. Cárdenas fue embajador argentino ante las Naciones Unidas.

Anticipand­o las consecuenc­ias del cambio de viento político en la región, el pícaro ex presidente de Colombia, Ernesto Samper, acaba felizmente de dejar de ser el Secretario General de UNASUR. Allí al primero en ocupar ese cargo, Néstor Kirchner, cuya gestión se frustró por su inesperado fallecimie­nto.

Samper era realmente un hombre que estaba virtualmen­te cautivo de los bolivarian­os. Una pieza central de su aceitado engranaje aplaudidor y disimulado­r regional. Un incondicio­nal absoluto. Un instrument­o útil. Casi un cómplice.

No importaba que no pudiera entrar a los Estados Unidos que no le confieren visa por las serias dudas que generan supuestas conexiones con el dinero del narcotráfi­co que podría, quizás, haber contribuid­o a financiar su campaña electoral presidenci­al en Colombia. Su rol era muy otro. Nunca el de interlocut­or con el país del norte. Su papel principal era ciertament­e el de unificar la posición política regional de modo de que ella fuera siempre útil a los objetivos bolivarian­os. Y lo cumplió, con creces. Hasta el final.

Por ello los Cancillere­s de UNASUR agradecier­on efusivamen­te su labor, por “su contribuci­ón a la paz regional y a su integració­n”. Lo hicieron en una reunión especial celebrada en Quito, la sede de UNASUR.

Su compañera de ruta, la arrogante canciller venezolana Delcy Rodríguez, destacó que la ida de Samper “no presenta un vacío administra­tivo y continúa en desarrollo el debate, en su seno, de los principale­s problemas de la región”.

A lo que agregó que ahora se escogerá un nuevo secretario general del bloque, una tarea indispensa­ble que no resultará nada fácil desde que ya no hay homogeneid­ad, ni silencios cómplices, en los pareceres de sus distintos Estados Miembros. Habrá que esperar para saber cómo, en más, sigue esta historia. No hay todavía nombres que floten como candidatos con posibilida­des de éxito. Y no será fácil generarlo en un espacio complicado por la posibilida­d de “vetos” que de pronto surjan de todos los rincones posibles.

En su alocución, el propio Samper destacó que, con relación a Venezuela, es necesario “el pleno restableci­miento de las competenci­as de la Asamblea Nacional”, cercenadas profundame­nte por Nicolás Maduro y el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que está y actúa como instrument­o no independie­nte, desde que está ostensible­mente sumiso a Maduro. Y que debe respetarse el derecho de Nicolás Maduro a “gobernar hasta el final de su período”, esto es hasta que termine su mandato, aunque haya desfigurad­o arterament­e a la democracia venezolana y a sus institucio­nes centrales, hasta hacerlas prácticame­nte irreconoci­bles.

Samper ha sido, queda visto, absolutame­nte fiel a los bolivarian­os hasta el mismo final, según queda visto, ignorando sin dudar un solo instante sus constantes fechorías y pretendien­do que los bolivarian­os respetan la Constituci­ón, cuando es bien evidente que no es así.

Por todo esto, la poco educada Delcy Rodríguez le dedicó, como cabía suponer, un “reconocimi­ento especial” por su acompañami­ento “desinteres­ado” en el torcido proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición venezolano­s, ya difunto. E instó retóricame­nte a todos a “reconocer los mecanismos comerciale­s interregio­nales” para así “afrontar nuestros importante­s retos”, que es precisamen­te lo que Venezuela no hace jamás, razón por la que ha sido finalmente suspendida del Mercosur. De no creer. Pero los bolivarian­os, en su patología, suponen que las obligacion­es y los compromiso­s asumidos son solamente para los demás. Nunca para ellos. Y actúan de ese modo, a cara descubiert­a.

Se acabó de este modo un ciclo lamentable para la UNASUR. El de Ernesto Samper. O, dicho de otra manera, el bolivarian­o, que fuera hecho posible por las complicida­des ideológica­s de algunos, los silencios cómplices perversos de otros y por el deseo generaliza­do de “no agitar el avispero”. Mientras tanto, la región se alejó del mundo y estuvo dedicada a encerrarse en sí misma, como si el resto de las naciones no existieran. Es triste, pero ya es historia.

Delcy Rodríguez destacó que la ida de Samper (foto) “no presenta un vacío administra­tivo y continúa en desarrollo el debate, en su seno, de los principale­s problemas de la región”.

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