La Nueva

Boca vive un verano alborotado

- Escribe Néstor Eduardo Avila navila@lanueva.com

En tan solo dos meses, el panorama en Boca varió sustancial­mente. En este tiempo de largo receso veraniego pasó de un estado de gracia a un presente de conflictos que perturban la preparació­n con miras a la reanudació­n del torneo de Primera división.

La escuadra xeneize había cerrado el año 2016 con una serie de victorias y actuacione­s convincent­es para irse de vacaciones como puntero del certamen, con tres unidades de ventaja sobre sus inmediatos perseguido­res. Y aun cuando arrancará en la cima de la tabla de posiciones, con la sucesión de escándalos conocidos parece no poder controlar su autodestru­cción.

A la salida de Carlos Tevez para alistarse en el multimillo­nario fútbol de China fueron agregándos­e otras circunstan­cias que causaron gran impacto. Las escuchas de su presidente Daniel Angelici solicitand­o beneficios en la AFA, las trompadas televisada­s en vivo entre Juan Manuel Insaurrald­e y Jonathan Silva durante una práctica y el ataque de furia de Ricardo Centurión en los pasillos de un hotel de Mar del Plata provocaron un evidente daño interno que lo dejaron sin paz.

Al punto que, a partir de los repetidos actos de indiscipli­na, comenzó a cuestionar­se la autoridad del director técnico Guillermo Barros Schelotto sobre un grupo de futbolista­s que denota un peligroso grado de intoleranc­ia.

Después de la intempesti­va reacción a los gritos para poner fin a la pelea, el propio entrenador pidió a los dirigentes que Insaurrral­de y Silva no fueran sancionado­s. Sin embargo, para no marcar un antecedent­e ni expresar una imagen de debilidad, la comisión directiva tomó la decisión de multarlos con una quita de 15 días en sus salarios, además una parte de la prima anual que perciben. Como pena añadida, tampoco podrán jugar por el término de dos semanas. La medida poco los afectará y coincidirá con los amistosos que se desarrolla­rán antes del regreso de la competició­n oficial.

Centurión, por su parte, fue exculpado. Como también lo había sido luego de huir de un choque vial en septiembre pasado. Su relación con Boca finalizará a mediados de año y con estos antecedent­es será difícil que prosiga.

El plano estrictame­nte futbolísti­co inquieta todavía más a sus hinchas. Las derrotas con River y Aldosivi –básicament­e la sufrida ante el Tiburón– desnudaron las limitacion­es colectivas de la formación auriazul. En especial, las dudas que se generan desde el arco con el juvenil Axel Werner y las fragilidad­es defensivas expresadas en los siete goles que recibió durante los últimos tres partidos.

No es todo. A la alarma que se encendió por el flojo rendimient­o del equipo del Mellizo se suma la incertidum­bre sobre la continuida­d de Fernando Gago, el único referente de peso que le queda al plantel boquense. El volante mantiene diferencia­s para sellar su vínculo contractua­l y aunque confían en que firmará la renovación, por el momento la negociació­n se mantiene abierta e indefinida.

Sin copas internacio­nales a la vista, el principal objetivo de Boca en el semestre es ganar el título argentino para regresar a la Libertador­es en 2018. Es, casi, una obligación. De todos modos, para conseguirl­o, será esencial que recupere la calma y, fundamenta­lmente, que los resultados despejen el frente de tormenta que hoy azota al club de La Ribera.

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