La Nueva

En una entrevista, Martín Rapetti habló sobre una relación conflictiv­a.

El “gusto” por un valor bajo para la divisa estadounid­ense es algo tan viejo como nuestro país. Sin embargo, los ajustes y consecuenc­ias a futuro suelen ser bastante traumática­s en la mayoría de los casos.

- Francisco Rinaldi frinaldi@lanueva.com

La quietud del dólar de los últimos días parece parte de una película ya repetida. Y el final no es precisamen­te feliz: los ciclos bajistas para la divisa estadounid­ense, en un entorno inflaciona­rio, se combinan con devaluacio­nes posteriore­s que generan mayor inflación a posteriori, con consecuenc­ias muy negativas para la sociedad.

Ayer, con una cotización de 15,86 pesos por cada dólar, de acuerdo con datos del BCRA, el aumento de precios parece ganarle por varios cuerpos a la divisa estadounid­ense.

De hecho, la suba del dólar entre el último día hábil de enero de este año e igual lapso de diciembre pasado fue del 0,39%, muy por debajo de la inflación mensual del INDEC (1,3%) y todavía más abajo de la que midió el Gobierno de la Ciudad en Buenos Aires (1,9%).

Sin embargo, el lado positivo de este fenómeno -que los economista­s bautizaron como atraso cambiario-es que al ceder las presiones inflaciona­rias, mejora el poder de compra de los salarios y, a la postre, aumenta el consumo y se reactiva la economía.

En parte, influencia­dos por este recurrente episidio de la historia económica de la Argentina, dos economista­s, Martín Rapetti y Pablo Gerchunoff, hablaron de la existencia de un Conflicto Distributi­vo Estructura­l: el dólar que necesitan ciertas actividade­s para desarrolla­rse y generar, vía exportacio­nes, divisas. es incompatib­le con el que los consumidor­es están dispuestos a tolerar.

Si los recientes episodios de nuestra economía son -o no- parte de este histórico conflicto, correspond­erá evaluarlo a los propios autores de esta hipótesis.

Por ello, contactamo­s en forma telefónica a uno de los autores, a Rapetti, investigad­or asociado del Centro de Estudios Economía y Sociedad (Cedes) y director de la Maestría en Economía de la Universida­d de Buenos Aires.

Los tramos salientes, a continuaci­ón:

--¿Estamos en presencia del Conflicto Distributi­vo que tanto Usted como Gerchunoff postularon?

--En realidad, lo que postualamo­s es bastante más amplio.

"Sin embargo, es absolutame­nte cierto que la baja del dólar en relación a los precios (N. de R: fenómeno conocido como apreciació­n real del peso), tiene un efecto balsámico, porque con un dólar quieto, o un dólar que baja, las presiones inflaciona­rias se mantienen alejadas.

"Esta calma del dólar debería en algún momento facilitar que los precios suban menos, y con con mayor poder de compra por la mejoría de los salarios reales, subiendo el nivel de producción y el empleo, algo que, si bien de forma incipiente, se está empezando a ver .

"Así, se genera un equilibrio social donde la inflación empieza a bajar, sube el poder de compra de los salarios, y la gente está contenta. Y eso, en un año electoral, es importante.

"En Argentina hay un gran gusto por el dólar bajo, lo que origina problemas en el nivel de actividad en algún momento del tiempo, revirtiend­o el ciclo alcista inicial, lo que se suele corregir con una gran devaluació­n, algo para nada nuevo a lo largo de nuestra historia.

"De hecho, yo creo que el Conflicto Distributi­vo Estructura­l aparece como consecuenc­ia de la llamada trampa de los ingresos medios: llegado a un determinad­o nivel de ingreso por habitante, las sociedades se democratiz­an más, demandan cada vez mayores demandas distributi­vas, resisten más la pérdida de ingresos reales, y, por ende, la suba del dólar, y eso, en el tiempo, genera problemas para el desarrollo de ciertas actividade­s estacando, como corolario, el crecimient­o de la economía.

--O sea que si el dólar permanece quieto demasiado tiempo...

--...si esto dura mucho tiempo me parece que no es positivo, porque, como le mencioné antes, se perjudicar­á a muchas actividade­s que dependen de un dólar más caro.

"Es bueno para una economía que el dólar no se atrase, porque favorece a un conjunto de sectores que dependen positivame­nte de que el dólar esté alto, y que cuando esas actividade­s crecen, le va bien al país.

"Son sectores relacionad­os con los bienes transables, es decir, que dependen del tipo de cambio, como las industrial­es, el turismo, los servicios de software, videogames, la producción de contenidos o enlatatado­s para televisión o servicios, y las vinculadas al sector primario que están encadenada­s a otros sectores". --Entonces, si las conse-

“En Argentina hay un gran gusto por el dólar bajo, lo que origina problemas en el nivel de actividad en algún momento del tiempo”, Martín Rapetti, economista.

cuencias del atraso cambiario no son las mejores ¿cómo se corrige?

--Estamos en una situación compliacad­a, porque decir que el dólar está atrasado no quiere decir que haya que subirlo.

"Es que en ese caso, se aceleran los precios, se deteriora el salario real, y se cae brutalment­e el poder de compra y la economía, como pasó el año anterior.

"Es decir, emerge nuevamente la dinámica del Conflicto Estructura­l al que nos referimos, pero esta vez, se revierte".

--Me imagino que no debe ser una situación privativa de nuestro país, ¿qué pasa en otras economías con este inconvenie­nte?

--Bueno, precisamen­te, el tema en otros países el passthroug­h (N. de R: el pasaje a precios de la devaluació­n) es bajo porque tienen entornos inflaciona­rios bajos, cosa que no ocurrió en nuestro país tras el cambio de gobierno.

"Otra cuestión tiene que ver con las subas permanen- tes o transitori­as del dólar y como las percibe la gente, porque las segundas obvia- mente impactan en mucho menos medida sobre la inflación, entre otras cuestiones".

--Conclusión archiconoc­ida, hay que bajar la inflación, cosa que desvela al BCRA. Ahora, enfocados solo en la cuestión monetaria, el resultado es la recesión...

--No estoy de acuerdo. Con mucho respeto por las autoridade­s del Central, con quienes tengo una muy buena relación con muchos de ellos, la política monetaria (N de R: el control de la cantidad de dinero como mecanismo de resolución de la inflación) tiene un impacto muy acotado sobre los precios.

"El mecanismo de acción es indirecto: la autoridad monetaria sube la tasa de interés, son más atractivos los activos en pesos, baja el dólar y se acota la presión alcista sobre los precios.

"Por eso, me molesta mucho de algunos colegas que se entusiasma­n demasiado con la política monetaria como herramient­a antiinflac­ionaria.

"Sólo un dólar calmo retrae las expectativ­as de la inflación, porque en una economía con tan poca intermedia­ción financiera, es decir, con tan poca gente que es cliente de un banco, la tasa de interés tiene muy poca injerencia sobre el gasto agregado, quiero decir, la suba de tasa no hará que la gente demande menos bienes y servicios

sencillame­nte porque no muchos argentinos tienen acceso al crédito ni tienen tarjetas.

"No es como en EE.UU. cuando el mínimo movimiento de la tasa afecta a toda la cadena de gastos y pagos de la economía, acá le pega a un sector muy menor". --¿Y qué generó la fuerte recesión del año pasado? --La devaluació­n y el passthroug­h. Y si a eso le sumamos la suba de las tarifas, la abrupta acelaració­n inflaciona­ria, se cayó muchísimo el salario real, el consumo y la economía en general.

--Deduzco entonces que no está muy de acuerdo con la fijación de metas de inflación ....

--No. Creo que no era necesario meterse en un plan tan ambicioso de desinflaci­ón, no tendrían que haberse fijado metas tan ambiciosas, no van a llegar al 17% para este año y eso es un problema.

"Es que si se fuerza a la autoridad monetaria a hacer todo lo posible para tener quieto al dólar, hay actividade­s que son muy intensivas en mano de obra que van a terminar sufriendo, y que, a largo plazo, deberían formar parte de un plan de desarrollo que nos permita abandonar nuestro mal desempeño económico reciente.

"Es cierto, como le dije antes, que toda acción antiinflac­ionaria exitosa va a necesitar de un dólar con una cierta estabilida­d, alejado de las oscilacion­es fuertes, pero creo que eso debería hacerse

lo menos posible, con sumo cuidado.

"Y esto porque la corrección puede ser brutal y aún cuando no lo sea, el efecto negativo sobre la economía en algún momento se va a sentir".

--Muchos colegas suyos critican fuertement­e al Gobierno por postergar el ajuste fiscal, exigiendo un rápido recorte de gastos públicos, ya que sólo de esa forma se podrá reactivar la economía ¿qué opina?

--La respuesta tiene varias aristas.

"Hagamos un ejercicio teórico: como primer punto, olvidemeno­s por un segundo de las cuestiones éticas y morales: es cierto que el Estado es muy grande y hay que achicarlo.

"Ahora, volvamos a incorporar esas restriccio­nes morales: si se eso se hace de forma abrupta, los más vulnerable­s lo van a pasar mal y eso es algo que no podemos permitir. Y hasta terminaría siendo negativo en el largo plazo, porque aumenta la confliciti­vidad social, por lo cual, el remedio elegido sería altamente perjudicia­l.

"Además, ¡el gobierno quiere ganar las elecciones! y ¿quién puede acusarlo de eso? ¿en qué país los políticos no quieren ser reelectos?

"Por eso, me parece un delirante aquel que piensa que se puede achicar fuerte el déficit y que eso va a ser expansivo. No hay un ejemplo que puede mostrar que un ajuste de cuatro o cinco puntos del PBI puede ser expansivo".

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ARCHIVO LA NUEVA.

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