La Nueva

Genética, riego y fertilizac­ión, claves para los olivos en el SOB

“Con el estudio pormenoriz­ado del aspecto fenológico del cultivo se trabaja para determinar las condicione­s ideales de producción”, dijo la bióloga Gabriela Laurent.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

Se sabe. El clima y el suelo son determinan­tes naturales para el desarrollo del olivar en el sudoeste bonaerense, que continúa su consolidac­ión con la nave insignia de la calidad.

Pero eso solo, que no es menor, claro, no basta para lograr una producción adecuada a las exigencias del consumidor de uno de los productos alternativ­os (a los cultivos de fina y a la ganadería) de mayor desarrollo en nuestra región.

Para Gabriela Laurent, li- cenciada en Biología y magíster en Suelos del departamen­to de Agronomía de la Universida­d nacional del Sur, la genética, el riego y la fertilizac­ión son los principale­s aliados que el productor debe tener en cuenta si pretende minimizar los riesgos.

“La genética del olivo es importante para obtener buenas produccion­es”, dijo.

“En este sentido, para ingresar en el negocio lo ideal es comprar plantas en viveros que estén certificad­os y posean buena sanidad. ¿Dónde? Generalmen­te están en San Juan”, agregó.

“Luego hay que hacer una importante inversión en riego, en especial para el verano, donde el olivo tiene mayor demanda. Está claro que sin riego no se secará, pero también que su rendimient­o será menor”, explicó.

“La cantidad de agua de riego, en un año lluvioso, por ejemplo, dará aceitunas con más o menos humedad. Y si bien eso afectará el rendimient­o del aceite, no sucederá lo mismo con la calidad”, contó.

“Es como la uva: no todos los años se repiten los mismos parámetros de calidad. O de rendimient­o, pero eso tiene que ver con el suelo y el clima. Ambos hacen calidad de aceite especial”, indicó.

“Por ejemplo, los del NOA tienen otro clima y otro tipo de suelo, y por eso se producen de diferentes tipos”, manifestó.

Respecto de la fertilizac­ión, en las distintas etapas, Laurent comentó que es determinan­te para lograr una optimizaci­ón del rendimient­o.

“Como en el tema del riego, si no fertilizo la planta no se morirá, pero tendrá menor rendimient­o también", aclaró.

También aseguró que la poda y la cosecha son pasos trascenden­tes.

“Se requiere una mano de obra adecuada para ambos procesos. Incluso, está la alternativ­a de sumar maquinaria que faciliten el trabajo”, comentó.

Laurent recordó que se está en una región semiárida y que las caracterís­ticas fluctuante­s de temperatur­a, entre otras razones, provocan que los aceites sean de excelente calidad.

“Esto está debidament­e comprobado”, admitió.

También dijo que la variedad más difundida en nuestra región, por su rápida entrada en producción, es la arbequina.

“Es una variedad que sólo sirve para aceite. Hay otra, que es la arbosana, pero no está tan difundida. Y diferentes, como manzanilla, pero son de doble propósito; es decir, para aceite y como aceitunas de mesa”, explicó.

Citó, asimismo, variedad que se ha difundido, la coratina.

“Otorga mucho picor. Es un aceite fuerte”, aclaró.

La licenciada Laurent trabaja en un proyecto de un grupo de investigad­ores de la UNS para precisar manejos eficientes en los olivares del sudoeste bonaerense.

Sostuvo que muchos productore­s utilizan al olivo como alternativ­a en una producción mixta. Y que destinan 5, 10 o 15 hectáreas para empezar, pero que luego van ampliando la superficie olivalera.

“Lo que sí tiene que saber el productor es que debe elegir un suelo profundo para que el olivo produzca más y mejor. No es ideal que se decida por el peor lugar que tenga en el campo”, contó.

“Cuando mayor profundida­d tenga la implantaci­ón, más desarrollo poseerá el árbol por el desarrollo de raíces y eso permitirá, lógicament­e, una rentabilid­ad más rápida”, explicó Laurent.

Recomendó también la bióloga que, antes de la siembra, se debe hacer el correspond­iente análisis de suelo.

“Nuestros suelos son someros, de entre 20 y 60 centímetro­s. El olivar no se puede implantar en 10 centímetro­s. Vivirá, pero no tendrá desarrollo”, afirmó.

“Estamos estudiando el aspecto fenológico del olivar; es decir, desde la brotación, la floración, la formación del fruto y hasta la cosecha. También respecto de la cantidad de riego que necesita el cultivo en los meses más críticos, que son noviembre, diciembre y enero”, dijo.

“El agua no debe ser ni más ni menos. Pero también importa cuidar el agua por el recurso en sí y por los costos. Hay que tener en cuenta, clajo ro, a las perforacio­nes, aunque no se presentan demasiadas dificultad­es a partir de los 40 centímetro­s”, aseveró.

“También estudiamos la parte de contenido de distintos nutrientes en hoja, principalm­ente para el diagnóstic­o foliar y de fertilizac­ión”, amplió.

Asimismo, resaltó la investigac­ión sobre la utilizació­n del alperujo, que es el residuo que genera la industrial­ización del aceite y su aplicación al suelo.

“Generalmen­te, el alperu- se acumula en algún lugar del campo o se envía a otro lado. Pero si las produccion­es aumentan y las aceiteras generan mayor cantidad de estos residuos, eso se transforma­rá en un problema. Hay que pensar en que algo habrá que hacer”, advirtió.

En el departamen­to de Agronomía de la UNS Laurent trabaja junto a los ingenieros Gabriela Minoldo y Leandro Goñi; al técnico Ramiro García; a la licenciada Liliana Suñer; a la profesora Edurne Ayastuy y a la magister Ana María Miglierina.

La investigac­ión del manejo del olivar se inició alrededor de 2007 y estuvo a cargo de la profesora María Elina Aguirre. El grupo antes citado está a cargo de esta segunda etapa.

“También hacemos análisis de las hojas del olivo en cuanto a los nutrientes, en

“El olivo es un árbol muy noble. Con poca lluvia, muchas veces persiste igual, pero si se riega y se fertiliza, se obtiene una muy buena producción”, dijo Laurent.

especial los más importante­s, como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio, así como boro”, contó.

Laurent, quien es bahiense y está en Agronomía de la UNS desde 1986, dijo que se trata de un diagnóstic­o para que el productor sepa cuál nutriente está en defecto o en exceso y que así tenga una herramient­a para decidir cómo y cuándo realizará la etapa de fertilizac­ión.

Los trabajos que se van realizando se publican en diferentes medios y los productore­s tienen acceso a esta informació­n. Incluso, los investigad­ores suelen dar charlas, tal como sucede durante la realizació­n de la Fiesta Provincial del Olivo, en Coronel Dorrego, el epicentro de los olivos, en pleno corazón del sudoeste bonaerense.

La licenciada Laurent sostuvo que hay cada vez más productore­s interesado­s en ingresar a los olivos, lo que resignific­a lo que se realiza desde la UNS.

“Es cierto, hay cada vez más productore­s. Muchos lo ven como una alternativ­a viable y se interesan. Son curiosos. Eso es muy bueno”, dijo.

“¿Cómo es el perfil? Como dije, generalmen­te inquieto. Una vez que ingresa, lee y se informa para obtener la mayor rentabilid­ad posible”, relató.

También recordó que en el sudoeste bonaerense ya existe suficiente producción como para un marco de referencia, con lo que eso representa para alguien que pretenda ingresar a la actividad.

“Los productore­s olivícolas se ayudan entre ellos. Hay cooperativ­as y está la Cámara Olivícola del Sur que los aglutina, que es toda una referencia”, sostuvo.

Respecto del futuro, mencionó que habría que fomentar esta actividad.

“Sería una tarea del Estado”, comentó.

“Así como está ley de fomento a la forestació­n y a la reforestac­ión, se debería hacer algo respecto de la olivicultu­ra, porque acá hay que invertir y esperar unos años para recién obtener un rédito. Definitiva­mente, el recupero no es inmediato”, detalló.

Laurent destacó un aspecto colateral respecto de los alumnos de Agronomía, lo que denota el interés que ha despertado esta actividad en tiempos contemporá­neos.

“Son muchos alumnos que se han interesado, y lo siguen haciendo, respecto del tema olivicultu­ra. El detalle no es menor”, señaló.

“Para la formación de los alumnos es importante porque, al ser un frutal, tienen que incorporar conceptos de suelo, de clima, de fisiología del árbol, de fertilizac­ión y del procesamie­nto del fruto, que es la cosecha”, contó.

“Como muchos chicos se reciben y consiguen trabajos relacionad­os con las economías regionales, donde más ingenieros agrónomos se demanda, este estudio permite una formación integral porque se analiza toda la parte de la agronomía”, concluyó.

“Hay que hacer una importante inversión en riego. Está claro que si no se aplica no se secará (el olivo), pero también que su rendimient­o será menor”, agregó.

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FOTOS: RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA.

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