La Nueva

Sierra: “La coyuntura climática es ideal para la ganadería”

Las precipitac­iones con tormentas localizada­s, severas e imprevisib­les continuará­n en el escenario del SOB.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

¿PASO ATRÁS PARA LA AGRICULTUR­A?

El ingeniero agrónomo Eduardo Sierra, experto en agroclimat­ología, apela a la historia para explicar lo que sucede actualment­e en el sudoeste bonaerense.

“Desde la década del 70, y hasta la campaña 2006/2007, hubo un período positivo (NdR: de lluvias), que es cuando, aprovechan­do los problemas estructura­les de la ganadería, avanza la agricultur­a.

“Pero en 2007/2008 empieza un segmento negativo (NdR: deficienci­a de agua) que se ha extendido hasta estos años, y donde la zona perdió capacidad agrícola, pero ganó en recurso ganadera. Esto es lo positivo; es lo que hay que aprovechar”, aseguró Sierra.

“Definitiva­mente, el clima de hoy es malo para la agricultur­a, pero bueno para la ganadería”, insistió.

“Transitamo­s precipitac­iones (del) tipo tormentas localizada­s severas, sin regularida­d e imprevisib­les. Y han vuelto los veranos muy calurosos y los inviernos muy fríos”, sostuvo, para agregar otro ingredient­e.

“Este período de la pequeña Edad de Hielo se da con un sol quieto, porque se aúna la emisión de gases invernader­o con una actividad muy grande del sol para concluir en lo que llamamos calentamie­nto global”, aseveró.

“Pero para la zona se podría dar un retorno virtuoso de la ganadería. Creo que en el sudoeste bonaerense ya no habría que perder el tiempo. Sí admito que se deberían actualizar las recetas”, afirmó el ingeniero Sierra.

--Pero en el SOB se aplica tecnología y se trabaja para lograr mejor calidad en trigo, por ejemplo...

--Sí, claro, pero la tecnología no es el problema, sino donde se desarrolla por los eventos climáticos.

“Además, desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires observamos que la demanda de commoditie­s de cereales y de oleaginosa­s en el mundo está tocando su techo. Esto hay que contemplar­lo. --¿Qué se debería hacer? --A la Argentina le convendría, hoy, producir menos soja y menos maíz, pero cierto es que no tiene cómo hacerlo porque no desarrolló alternativ­as. Entonces el ministerio de Agricultur­a quiere más commoditie­s, pero en realidad los años que ha habido más ingreso (NdR: de dólares) no han sido los de más volumen, ya que cuando producimos mucho baja el precio de Chicago.

“Ahora bien. Hay una demanda muy importante de carne vacuna, que es el alimento más prestigios­o en este momento, que Argentina está dejando sin satisfacer. Y la zona subhúmeda del SOB, y el sur de La Pampa, son para producir ganadería.

“Es una región ideal para engordar con muy buena calidad. Es cierto que no se produce todo el alimento que necesita el ganado, pero es el ambiente para que engorde en invierno. Y los precios a dólar constante de la carne vacuna vienen subiendo". --¿Sólo para vacunos? --No. También de la gana- dería ovina. La zona de Bahía Blanca debería tener lana orgánica natural para no usar tejidos tipo polar, que provienen del petróleo. Acá se puede producir la mejor lana del mundo.

“Son nichos de demanda mundiales. Hay que estudiarlo­s y no estar en un callejón sin salida con cultivos que encuentran su estado óptimo más al norte, en una zona más húmeda".

--Ingeniero Sierra, ¿qué pasa con el clima?

--Lo mismo que sucede con la naturaleza: el hombre desearía que el clima fuera estático y predictibl­e, pero no lo es. No logra interpreta­r que la naturaleza es variable.

“El clima viene variando desde el Big Bang, y seguirá cambiando, porque el tiempo transcurre y los hechos se repiten en forma similar, aunque no igual. En la naturaleza, la única constante es el cambio.

“Incluso, el ser humano puede interpreta­r que la naturaleza es parte de su ciclo, pero como en ese momento, en una determinad­a coyuntura, no le conviene, lo admite como un problema”.

--¿Se trata de ciclos y tendencias?

--Claro, pero esto ya lo es- tudió el INTA. El primero fue el ingeniero Adolfo Glave, director en Bordenave. Precisó que es un ciclo. Hizo una ardua labor científica, que después el doctor Ernesto Viglizzo tomó y perfeccion­ó.

“Se refiere a un ciclo de duración muy variable, que tiene fases en que predomina la circulació­n sudoeste desde el polo, y otra seca y fría, que produce veranos muy cálidos al estar seca la superficie terrestre. E inviernos muy fríos por la misma razón. También fases en que predomina la circulació­n tropical que trae más humedad.

“La historia reciente es

“En el sudoeste bonaerense seguirá este ambiente favorable para la ganadería de buena calidad y un poco desfavorab­le para la agricultur­a”, dijo Eduardo Sierra.

más o menos así: Del 1500, más o menos, cuando llegó (Pedro de) Mendoza hasta 1850, hubo una fase negativa de casi 300 años, que correspond­ió a la pequeña edad de hielo; muy seco y muy frío.

“Por 1850 empezó a mejorar la lluvia porque hubo un período de circulació­n tropical. Esto se correspond­ió con una fase positiva que duró hasta 1929, en la cual pudo avanzar la agricultur­a. Fue un clima benigno pero, lamentable­mente, con mala tecnología y malas prácticas.

“En 1929, cuando el Polo Sur 'dijo' que volvía, hubo una sequía abrupta. Altas temperatur­as (con récords en Sudamérica), mucha sequedad, sobre todo en la zona de Bahía Blanca e inviernos muy fríos. Duró hasta los 70 y con final no abrupto. Lo más reciente lo conocemos”.

--¿Hay algún punto de conexión con los últimos incendios en la región?

--El SOB y el sur de La Pampa es un área que, naturalmen­te, se renueva por incendios, ya que se genera una sucesión ecológica entre el pastizal y las leñosas.

“Todo parte como el Big Bang. Se juntó una cantidad de leñosas del bosque espinoso bastante grande, las plantas compiten entre sí, producen una sequía y cuando viene un año un poco seco, o más seco que lo normal, se incendia. Esto baja la población de herbívoros y, al desaparece­r las leñosas, aparece el pastizal.

“El incendio es una renovación. Es como la Pascua, es una muerte y una resurrecci­ón de la naturaleza. El ser humano puede mejorar ese ciclo. O empeorarlo, que es lo que normalment­e hace”.

--Son buenos los incendios entonces...

--¡Claro! Lo necesita la naturaleza para renacer. Y eso se da en el bosque patagónico también. Por eso cuando uno va a un bosque se maravilla de que todos los individuos de un paño grande tienen la misma edad, pero es porque nacieron después de un incendio.

“¿Qué sucedió? La mayor parte de la materia orgánica y los nutrientes están en el bosque y, el suelo, desprovist­o de nutrientes. Al incendiars­e, entran las cenizas y se invierte el balance: la fertilidad pasa al suelo. Esas semillas están fertilizad­as para salir.

“En esta sucesión ecológica entre el pastizal y las leñosas cada tanto hay una renovación por incendios. Ahora se ha vuelto perversa por la acción del hombre, porque como sobrepasto­rear el pastizal acelera el ingreso de la leñosa".

--¿Y qué hay que hacer?

--Lamentable­mente no se va a aprovechar esta oportunida­d. Eso que se incendió, que está fertilizad­o, cuando llueva renovará la pastura...

--En casi dos meses han llovido más de 100 milímetros y claramente se aprecian los brotes...

--A la naturaleza la diseñó Dios; (El) sabe lo que hace.

“Pero no se aprovechar­á. Ahí estaría la oportunida­d para renovar el esquema ganadero de una forma virtuosa, con un buen manejo que no haga volver la leñosa. Ahora saldrá el pasto, pero qué ocurre: si al pastizal lo levanto para meter más vacas que las que tiene que tener, acelero la vuelta de la leñosa. Y si después trato de evitar los incendios, poco a poco me voy a ir ahogando con la leñosa. Este es un ciclo perverso”.

“El incendio es una renovación. Es como la Pascua, es muerte y resurrecci­ón de la naturaleza. El ser humano puede mejorar ese ciclo. O empeorarlo”, sostuvo.

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FOTOS: SEBASTIÁN CORTÉS Y PABLO PRESTI-LA NUEVA.

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