La Nueva

A sacarle buen jugo al blanqueo

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El resultado del sinceramie­nto fiscal es un acontecimi­ento inédito no sólo para la Argentina sino a nivel global. Aunque todavía no se conoce la cifra definitiva, los cálculos preliminar­es indican que se habrían sobrepasad­o cómodament­e los 120.000 millones de dólares y que incluso podría llegarse a los 130.000 millones. Una cifra que equivale al 25% del PBI y que ningún otro país había conseguido.

Semejante blanqueo de capitales (dinero en efectivo, cuentas en el exterior e inmuebles) demostró que las cifras relacionad­as a la millonaria fuga de capitales que el país viene sufriendo hace 40 años son reales. El dinero de los argentinos fuera del sistema financiero es una suma que multiplica varias veces los depósitos.

Sucesivas confiscaci­ones como el Plan Bonex a fines de la década de 1980 o el corralito del 2001 espantaron a los inversores que decidieron mantenerse refugiados en un sistema financiero paralelo, sin registraci­ón. Pero no todo se trató de refugio ante la inestabili­dad local. El 40% de economía en negro también obliga a quienes se mueven en ese circuito a mantenerse lejos del alcance Por Pablo Wende de la AFIP.

¿Por qué se produjo ahora semejante aceptación a la propuesta del gobierno? ¿Repentinam­ente los ahorristas recuperaro­n la confianza en el país o hubo algo más? Aunque no hay encuestas, todo indica que la mayoría entró por las dificultad­es para mover dinero no declarado. Los bancos internacio­nales fueron complicand­o cada vez más el movimiento del dinero sin justificac­ión ni papeles, avalando la transacció­n. Con el paso de los años se corre el peligro de que ese patrimonio se vuelva “testimonia­l”, se puede mirar pero no tocar. En ese contexto, para una enorme cantidad de inversores resultó más lógico pagar el 10% de multa que permanecer como un paria en el sistema financiero internacio­nal.

El gobierno ya aprovechó el sinceramie­nto, al menos desde el punto de vista de las cuentas públicas. Los fondos ingresados a fin de año (algo más de 100.000 millones de pesos) permitiero­n sobrecumpl­ir la meta fiscal del 2016. Finalmente el rojo primario fue de 4,6% del PBI, cuando apuntaba al 5,5%. Algo parecido sucederá con el primer trimestre de este año. La meta de déficit de 0,6% para el primer trimestre se alcanzará por la recaudació­n adicional del sinceramie­nto más la moratoria impositiva.

Se trata, sin embargo, de un ingreso extraordin­ario, es decir que no se repite en el tiempo. Es cierto que la base impositiva aumenta en forma permanente, es decir habrá más activos para cobrar impuestos como Bienes Personales y Ganancias. Pero ni por asomo permitirá por sí solo recaudar lo necesario para achicar el déficit, una de las prioridade­s del Presidente Mauricio Macri.

El gran desafío es, en todo caso, cómo hacer para que ese dinero blanqueado se incorpore a la actividad productiva. Quienes ahora tienen dinero sincerado comenzarán a tributar impuestos, es decir que si dejan los activos inmoviliza­dos o a tasa cercana a cero se irán descapital­izando rápidament­e.

Si al menos una parte de los 130.000 millones sincerados se canalizara a inversione­s reales, el impacto sobre la actividad económica y el nivel de empleo podría ser enorme.

Se trata para el gobierno de una verdadera bala de plata. Las experienci­as internacio­nales demuestran que cualquier proceso inversor de magnitud lo inician primero los propios inversores del país y luego se suman los extranjero­s.

El blanqueo es una gran oportunida­d para empezar a canalizar recursos a inversione­s reales. Pero difícilmen­te se consiga en el corto plazo.

Hay una serie de motivos que mantienen alejados a los capitales, más allá de las fuertes emisiones de bonos que realiza exitosamen­te el gobierno. El tipo de cambio es una de ellas. Con un dólar tan atrasado (una tendencia que se profundizó en febrero y marzo), resulta difícil pedirle a los inversores que cambien dólares a un precio bajo. Esto se nota especialme­nte en el real estate. Muchas obras están paradas porque el costo de construír en dólares está por las nubes. Pero existen otros motivos más allá de lo económico. Y la política mete la cola. La incertidum­bre electoral paralizará muchas decisiones hasta después de octubre. ¿Podrá Macri mantener su política económica después de las elecciones, incluyendo el ajuste de tarifas, la baja del déficit y la reducción de la inflación? Son las dudas lógicas que surgen. Como también la inquietud por las reales chances electorale­s de Cristina Kirchner.

Tampoco el gobierno logró avanzar con la ley de mercado de capitales. Los últimos enfrentami­entos del gobierno con el Frente Renovador clausuraro­n cualquier posibilida­d de que este proyecto sea votado en el transcurso del 2017. La iniciativa plantea importante­s ventajas impositiva­s para quienes canalicen inversione­s en el sector real a través de fondos comunes de inversión.

Por lo pronto, parte del dinero blanqueado le será de ayuda al gobierno para seguir financiand­o sus agujeros fiscales. La única opción que tiene ventajas desde el punto de vista impositivo es canalizar el dinero blanqueado en títulos públicos, ya que los inversores están exceptuado­s de Ganancias y Bienes Personales, algo que no tienen los demás.

Si una parte de los 130.000 millones sincerados se canalizara a inversione­s reales, habría un fuerte impacto sobre la actividad y el empleo. Para una enorme cantidad de inversores resultó más lógico pagar el 10% de multa que permanecer como un paria en el sistema financiero .

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ARCHIVO LA NUEVA.
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