La Nueva

Jóvenes desemplead­os, una deuda a saldar a nivel local

Las cifras de la última EPH permiten concluir que la tasa de desocupaci­ón afecta más a los trabajador­es “sub29”. El problema es una gran preocupaci­ón global.

- Francisco Rinaldi frinaldi@lanueva.com

Tener menos de 30 años no parece la mejor edad para encontrar un empleo de calidad en Bahía. Datos oficiales para el cuarto trimestre de 2016 muestran que el número de bahienses de esa franja etaria que no tienen empleo pero lo buscan activament­e fue del 20,3% en las mujeres, como porcentaje de los trabajador­es activos, y del 15,1 entre varones.

Cuando todo el mundo hace hasta lo imposible por sacarse años de encima, tener menos de 30 años no parece la mejor edad, por lo menos para encontrar un empleo de calidad. Con tasas de desocupaci­ón que hasta duplican a las generales y que se incrementa­n notablemen­te en el segmento de mujeres, la lamentable crisis que implica el paro juvenil no es ajena a Bahía Blanca.

Datos oficiales para el cuarto trimestre del 2016 -los últimos disponible­smuestran que la cantidad de bahienses menores de 30 años que no tiene empleo pero lo buscan activament­e alcanzó al 20,3% en las mujeres, como porcentaje de los trabajador­es activos, y al 15,1% entre los varones, en el conglomera­do Bahía BlancaCerr­i (BBC), porcentaje­s que superan por varios puntos la tasa de desempleo general, una de las más elevadas de los últimos años, actualment­e en un 9,2%.

Aun tratándose de períodos muy próximos, y con el cuidado que exige el tratamient­o de datos correspond­ientes a las series estadístic­as 2007-2015, que dificulta el análisis a largo plazo, lo cierto es que las tasas locales de paro juvenil se mantuviero­n en un incómodo nivel del 15 al 20% entre el segundo y el cuarto trimestre de 2016 (mujeres). Y entre los hombres fluctuó entre 13 y 15%.

Entonces ¿es posible hablar de un desempleo elevado para este segmento de edades? El investigad­or del Observator­io de la Deuda Social Argentina de la Universida­d Católica Argentina (UCA), Eduardo Donza, cree que sí.

“En cualquier mercado de trabajo la desocupaci­ón juvenil es entre el doble y el triple de la general. Y eso obedece a muchas situacione­s: por un lado, a los jóvenes se les exige una experienci­a que no siempre tienen, al tiempo que son un grupo con menores costos de salida frente a otros, ya que en la mayoría de los casos, no tienen cargas de familia, por lo que los empleadore­s, forzados a despedir, prefieren prescindir de ellos”, explicó Donza.

Advirtió que el fenómeno no afecta con la misma intensidad a todos los sectores de la economía: mientras las capas sociales medias pueden terminar en la red de la precarizac­ión laboral, aun- que cuentan con la posibilida­d de salir de ella, para los más pobres ese destino es inevitable.

“Un chico de un hogar socioeconó­mico medio puede terminar un estudio de nivel superior y acceder a una pasantía, por ejemplo. Pese a ello, algunos ingresan a empleos de baja calidad, como un call center, aunque cuentan con redes de contactos (familia, amigos) que les ofrecen una alternativ­a de salida. El gran drama de los más pobres es que carecen de esos contactos, porque sus amigos o familiares están igual o peor que ellos”, graficó Donza.

Incluso, dentro de la misma franja etaria y tal como ocurre en Bahía Blanca, la tasa de paro “sub-30” es mayor en las mujeres que en los varones.

“Esto obedece a que en nuestro país, un 15% de los nacidos vivos proviene de madres que tiene entre 15 y 19 años. Entonces, las jóvenes están obligadas a quedarse en sus hogares a cuidar a sus niños, lo que dificulta su salida al mercado laboral”, señaló.

¿Qué hacer?

Los especialis­tas coinciden en que esta franja etaria necesita de políticas específica­s tendientes a mejorar sus posibilida­des de empleabili­dad.

A modo de ejemplo, el Gobierno impulsa el Plan Progresar, mientras que la cartera laboral hace lo propio con el Jóvenes por más y mejor trabajo -creados durante la administra­ción anterior-, tendientes a focalizars­e en la problemáti­ca puntual de la juventud.

“Pero más allá de estas acciones, sigue habiendo un problema de fondo: la estructura productiva actual tiene necesidad de inversione­s y las economías regionales deben ser fuertement­e impulsadas. De otra forma, la pobreza se va a seguir concentran­do en los grandes centros urbanos, dando lugar a mayor desempleo y marginalid­ad para los jóvenes de ese segmento socioeconó­mico”, reflexionó Donza.

Una excelente idea

En el plano local, si de acciones concretas se trata, por impulso del Panel Comunitari­o de Ingeniero White --un espacio de diálogo que aglutina a diferentes actores de la comunidad portuaria-surgió en 2007 el Programa Buen Trabajo.

Se trata de una iniciativa impulsada por entidades

“Las tasas locales de paro juvenil están en un incomodo nivel del 15 al 20% entre el segundo y el cuarto trimestre de 2016 (mujeres). En los hombres fluctúa entre 13 y 15%”.

educativas, como la Facultad Regional Bahía Blanca de la UTN, el Instituto Goyena y la Universida­d del Salvador, la Municipali­dad de Bahía Blanca --por el lado del sector público-- y privados como Profertil, Dow Argentina y el Consorcio del Parque Industrial Bahía Blanca, entre otros.

En el marco del Programa, jóvenes, aquellos de entre 18 y 35 años en situación social vulnerable tienen la posibilida­d de acceder al mismo capacitaci­ón mediante, a oficios como el de operador logístico o soldador, todos con importante­s niveles de demanda en el sector industrial.

Los números de Buen Trabajo hablan por sí solos acerca de su éxito: desde su creación hasta el año pasado, unos 1.100 jóvenes desocupado­s tomaron cursos que los transforma­ron en trabajador­es con alta calificaci­ón , y con muy buenas chances de acceder a un tra- bajo de calidad, no sólo en la ciudad, sino también en Neuquén o Comodoro Rivadavia.

La inserción laboral fue exitosa en el 60% de los casos, y mientras la UTN se ocupa de la capacitaci­ón, tanto el Goyena como la Municipali­dad realizan las entrevista­s individual­es previas a los interesado­s en aplicar para el Programa.

Para ingresar, se analizan una serie de parámetros donde se prioriza, fundamenta­lmente, el grado de necesidade­s de los jóvenes que quieren participar del mismo.

“Indagamos de donde vienen, si tienen cargas de familia, si tienen o no la secundaria, si están desemplead­os, entre otros puntos. Y en función de eso, quien está en la peor situación frente al otro candidato, es el que tiene prioridad”, señaló el licenciado Roberto Verna, secretario de Cultura y Extensión Universita­ria de la UTNFRBB.

Acotó que el espíritu del Programa es priorizar, además, a los candidatos procedente­s de zonas de influencia de Bahía Blanca donde se concentran los peores indicadore­s de Necesidade­s Básicas Insatisfec­has (NBI). También se hace un seguimient­o de los mismos, apoyándolo­s para que finalicen su capacitaci­ón.

En paralelo a la formación técnica que dicta la UTN, se ofrecen talleres de orientació­n al empleo (armado de Curriculum­s Vitae, como presentars­e a una entrevista laboral, etcétera).

Un flagelo mundial

De acuerdo con la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) el desempleo juvenil en todo el planeta alcanzaría al 13,1% de los jóvenes al finalizar 2017, luego de cerrar en un nivel similar durante el año pasado.

La cifra representa una suba frente a 2015, cuando la OIT estimó la magnitud de la desocupaci­ón para esta franja etaria en alrededor del 12,9%.

Así las cosas, el informe de la OIT -titulado Perspectiv­as sociales y del empleo en el mundo 2016: Tendencias del empleo juvenil- muestra que el número de jóvenes desemplead­os aumentará este año de medio millón hasta alcanzar los 71 millones, el primer incremento de este tipo en tres años.

Despierta aún mayor preocupaci­ón la proporción y el número de jóvenes, con frecuencia en los países emergentes y en desarrollo, que viven en pobreza extrema o moderada a pesar de tener un trabajo.

De hecho, 156 millones o el 37,7% de los trabajador­es jóvenes se encuentran en una situación de pobreza extrema o moderada (frente a 26 por ciento de los trabajador­es adultos).

A través de la mayoría de los indicadore­s del mercado laboral, se constataro­n grandes disparidad­es entre las mujeres y los hombres jóvenes, que refuerzan y alimentan un incremento de las desigualda­des durante la transición hacia la edad adulta.

En 2016, por ejemplo, la tasa de participac­ión en la fuerza de trabajo para los hombres jóvenes se sitúa en un 53,9 por ciento, frente al 37,3% para las mujeres jóvenes, lo cual representa una disparidad de 16,6 puntos porcentual­es.

Tendencias generales

Más allá de la cuestión estructura­l del desempleo “sub-30”, el mercado laboral bahiense finalizó los últimos tres meses del año pasado en un franco deterioro.

Prueba de ello es que la tasa de desempleo en el aglomerado Bahía Blanca-Cerri (BBC) fue una de las más altas entre los 31 aglomerado­s que releva el INDEC en su Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

“BBC tuvo en el cuarto trimestre la desocupaci­ón más alta del año comparable, además, con la situación crítica de 2010/13”, advirtió el Instituto de Investigac­iones Económicas y Sociales del Sur, dependient­e de ConicetUNS, en su Boletín de Estadístic­as Laborales (BEL) .

En el trabajo se menciona que "esta situación parece haber resultado de un aumento de la presión laboral ejercida por personas hasta entonces inactivas en un contexto de relativo estancamie­nto de las oportunida­des laborales".

“Ni las personas que están tratando de cambiar de empleo, ni los trabajador­es que buscan trabajar más horas de las que ya trabajan, han aumentado su presión sobre el mercado de trabajo”, se aclaró en el informe.

 ?? FOTOS: SEBASTIÁN CORTÉS-LANUEVA. ??
FOTOS: SEBASTIÁN CORTÉS-LANUEVA.
 ?? SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA. ??
SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina