Jóvenes desempleados, una deuda a saldar a nivel local
Las cifras de la última EPH permiten concluir que la tasa de desocupación afecta más a los trabajadores “sub29”. El problema es una gran preocupación global.
Tener menos de 30 años no parece la mejor edad para encontrar un empleo de calidad en Bahía. Datos oficiales para el cuarto trimestre de 2016 muestran que el número de bahienses de esa franja etaria que no tienen empleo pero lo buscan activamente fue del 20,3% en las mujeres, como porcentaje de los trabajadores activos, y del 15,1 entre varones.
Cuando todo el mundo hace hasta lo imposible por sacarse años de encima, tener menos de 30 años no parece la mejor edad, por lo menos para encontrar un empleo de calidad. Con tasas de desocupación que hasta duplican a las generales y que se incrementan notablemente en el segmento de mujeres, la lamentable crisis que implica el paro juvenil no es ajena a Bahía Blanca.
Datos oficiales para el cuarto trimestre del 2016 -los últimos disponiblesmuestran que la cantidad de bahienses menores de 30 años que no tiene empleo pero lo buscan activamente alcanzó al 20,3% en las mujeres, como porcentaje de los trabajadores activos, y al 15,1% entre los varones, en el conglomerado Bahía BlancaCerri (BBC), porcentajes que superan por varios puntos la tasa de desempleo general, una de las más elevadas de los últimos años, actualmente en un 9,2%.
Aun tratándose de períodos muy próximos, y con el cuidado que exige el tratamiento de datos correspondientes a las series estadísticas 2007-2015, que dificulta el análisis a largo plazo, lo cierto es que las tasas locales de paro juvenil se mantuvieron en un incómodo nivel del 15 al 20% entre el segundo y el cuarto trimestre de 2016 (mujeres). Y entre los hombres fluctuó entre 13 y 15%.
Entonces ¿es posible hablar de un desempleo elevado para este segmento de edades? El investigador del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), Eduardo Donza, cree que sí.
“En cualquier mercado de trabajo la desocupación juvenil es entre el doble y el triple de la general. Y eso obedece a muchas situaciones: por un lado, a los jóvenes se les exige una experiencia que no siempre tienen, al tiempo que son un grupo con menores costos de salida frente a otros, ya que en la mayoría de los casos, no tienen cargas de familia, por lo que los empleadores, forzados a despedir, prefieren prescindir de ellos”, explicó Donza.
Advirtió que el fenómeno no afecta con la misma intensidad a todos los sectores de la economía: mientras las capas sociales medias pueden terminar en la red de la precarización laboral, aun- que cuentan con la posibilidad de salir de ella, para los más pobres ese destino es inevitable.
“Un chico de un hogar socioeconómico medio puede terminar un estudio de nivel superior y acceder a una pasantía, por ejemplo. Pese a ello, algunos ingresan a empleos de baja calidad, como un call center, aunque cuentan con redes de contactos (familia, amigos) que les ofrecen una alternativa de salida. El gran drama de los más pobres es que carecen de esos contactos, porque sus amigos o familiares están igual o peor que ellos”, graficó Donza.
Incluso, dentro de la misma franja etaria y tal como ocurre en Bahía Blanca, la tasa de paro “sub-30” es mayor en las mujeres que en los varones.
“Esto obedece a que en nuestro país, un 15% de los nacidos vivos proviene de madres que tiene entre 15 y 19 años. Entonces, las jóvenes están obligadas a quedarse en sus hogares a cuidar a sus niños, lo que dificulta su salida al mercado laboral”, señaló.
¿Qué hacer?
Los especialistas coinciden en que esta franja etaria necesita de políticas específicas tendientes a mejorar sus posibilidades de empleabilidad.
A modo de ejemplo, el Gobierno impulsa el Plan Progresar, mientras que la cartera laboral hace lo propio con el Jóvenes por más y mejor trabajo -creados durante la administración anterior-, tendientes a focalizarse en la problemática puntual de la juventud.
“Pero más allá de estas acciones, sigue habiendo un problema de fondo: la estructura productiva actual tiene necesidad de inversiones y las economías regionales deben ser fuertemente impulsadas. De otra forma, la pobreza se va a seguir concentrando en los grandes centros urbanos, dando lugar a mayor desempleo y marginalidad para los jóvenes de ese segmento socioeconómico”, reflexionó Donza.
Una excelente idea
En el plano local, si de acciones concretas se trata, por impulso del Panel Comunitario de Ingeniero White --un espacio de diálogo que aglutina a diferentes actores de la comunidad portuaria-surgió en 2007 el Programa Buen Trabajo.
Se trata de una iniciativa impulsada por entidades
“Las tasas locales de paro juvenil están en un incomodo nivel del 15 al 20% entre el segundo y el cuarto trimestre de 2016 (mujeres). En los hombres fluctúa entre 13 y 15%”.
educativas, como la Facultad Regional Bahía Blanca de la UTN, el Instituto Goyena y la Universidad del Salvador, la Municipalidad de Bahía Blanca --por el lado del sector público-- y privados como Profertil, Dow Argentina y el Consorcio del Parque Industrial Bahía Blanca, entre otros.
En el marco del Programa, jóvenes, aquellos de entre 18 y 35 años en situación social vulnerable tienen la posibilidad de acceder al mismo capacitación mediante, a oficios como el de operador logístico o soldador, todos con importantes niveles de demanda en el sector industrial.
Los números de Buen Trabajo hablan por sí solos acerca de su éxito: desde su creación hasta el año pasado, unos 1.100 jóvenes desocupados tomaron cursos que los transformaron en trabajadores con alta calificación , y con muy buenas chances de acceder a un tra- bajo de calidad, no sólo en la ciudad, sino también en Neuquén o Comodoro Rivadavia.
La inserción laboral fue exitosa en el 60% de los casos, y mientras la UTN se ocupa de la capacitación, tanto el Goyena como la Municipalidad realizan las entrevistas individuales previas a los interesados en aplicar para el Programa.
Para ingresar, se analizan una serie de parámetros donde se prioriza, fundamentalmente, el grado de necesidades de los jóvenes que quieren participar del mismo.
“Indagamos de donde vienen, si tienen cargas de familia, si tienen o no la secundaria, si están desempleados, entre otros puntos. Y en función de eso, quien está en la peor situación frente al otro candidato, es el que tiene prioridad”, señaló el licenciado Roberto Verna, secretario de Cultura y Extensión Universitaria de la UTNFRBB.
Acotó que el espíritu del Programa es priorizar, además, a los candidatos procedentes de zonas de influencia de Bahía Blanca donde se concentran los peores indicadores de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). También se hace un seguimiento de los mismos, apoyándolos para que finalicen su capacitación.
En paralelo a la formación técnica que dicta la UTN, se ofrecen talleres de orientación al empleo (armado de Curriculums Vitae, como presentarse a una entrevista laboral, etcétera).
Un flagelo mundial
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el desempleo juvenil en todo el planeta alcanzaría al 13,1% de los jóvenes al finalizar 2017, luego de cerrar en un nivel similar durante el año pasado.
La cifra representa una suba frente a 2015, cuando la OIT estimó la magnitud de la desocupación para esta franja etaria en alrededor del 12,9%.
Así las cosas, el informe de la OIT -titulado Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2016: Tendencias del empleo juvenil- muestra que el número de jóvenes desempleados aumentará este año de medio millón hasta alcanzar los 71 millones, el primer incremento de este tipo en tres años.
Despierta aún mayor preocupación la proporción y el número de jóvenes, con frecuencia en los países emergentes y en desarrollo, que viven en pobreza extrema o moderada a pesar de tener un trabajo.
De hecho, 156 millones o el 37,7% de los trabajadores jóvenes se encuentran en una situación de pobreza extrema o moderada (frente a 26 por ciento de los trabajadores adultos).
A través de la mayoría de los indicadores del mercado laboral, se constataron grandes disparidades entre las mujeres y los hombres jóvenes, que refuerzan y alimentan un incremento de las desigualdades durante la transición hacia la edad adulta.
En 2016, por ejemplo, la tasa de participación en la fuerza de trabajo para los hombres jóvenes se sitúa en un 53,9 por ciento, frente al 37,3% para las mujeres jóvenes, lo cual representa una disparidad de 16,6 puntos porcentuales.
Tendencias generales
Más allá de la cuestión estructural del desempleo “sub-30”, el mercado laboral bahiense finalizó los últimos tres meses del año pasado en un franco deterioro.
Prueba de ello es que la tasa de desempleo en el aglomerado Bahía Blanca-Cerri (BBC) fue una de las más altas entre los 31 aglomerados que releva el INDEC en su Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
“BBC tuvo en el cuarto trimestre la desocupación más alta del año comparable, además, con la situación crítica de 2010/13”, advirtió el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur, dependiente de ConicetUNS, en su Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) .
En el trabajo se menciona que "esta situación parece haber resultado de un aumento de la presión laboral ejercida por personas hasta entonces inactivas en un contexto de relativo estancamiento de las oportunidades laborales".
“Ni las personas que están tratando de cambiar de empleo, ni los trabajadores que buscan trabajar más horas de las que ya trabajan, han aumentado su presión sobre el mercado de trabajo”, se aclaró en el informe.