La Nueva

El médico que recordó a Winifreda, su primer gran amor

Pablo Curino registró, en un libro, recuerdos de la infancia en este terruño pampeano durante los '70.

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

El doctor Carlos Curino llegó desde Capital Federal al pequeño pueblo de Winifreda, La Pampa, en 1970, para evaluar una oferta de trabajo.

A poco de arribar, tuvo que atender un parto. “Usted es el médico más cercano”, le dijeron. Entonces, confió a su esposa: “Un día y nos vamos”. Al final, se quedaron 10 años.

Cuatro décadas después, uno de sus hijos, Pablo Curino, reconocido neurociruj­ano radicado en Bahía Blanca, y quien por entonces tenía cinco años, publicó un libro en el que recrea los hitos de su niñez que transcurri­ó en este sitio “mágico”.

“Winifreda. Mi Infancia”, es el registro, desde la mirada de aquel niño, de las anécdotas e historias que forjaron su identidad —el primer amor, el primer día de clases, los juegos— y es también una invitación a revivir las propias experienci­as y a dejar entrar en nuestras vidas a entrañable­s personajes pueblerino­s.

Papá, el doctor

“Ser médico en la década del setenta, en un pueblo del interior del país, era ejercer una medicina muy distinta a la que se conoce hoy”, contó el autor.

Su padre, Carlos Curino debió ganarse la confianza de los vecinos y convencerl­os de adaptarse a la nueva tecnología que se iba incorporan­do a la práctica clínica.

“Cuando comenzó a realizar los partos en la camilla la gente comentaba: 'El doctor nuevo te cuelga para tener familia'”, comentó.

“Un médico rural lo es a tiempo completo. No existe horario ni días de guardia. Las urgencias se debían atender siempre, de día o de noche y los siete días de la semana”, recordó.

Pasó siete años sin tomarse vacaciones, dueño de una vitalidad envidiable. Cuando se mudó a Bahía Blanca se especializ­ó en Psiquiatrí­a y fue durante muchos años jefe de ese área del Hospital José Penna.

“Días antes de partir, pese a que estaba muy enfermo, podíamos verlo sentado, con un libro en la mano, estudiando”, rememoró Curino.

Cero tecnología

"¿Cómo era enamorarse en Winifreda en los 70? Cuando una chica te gustaba no podías mandarle un Whastapp. Necesitaba­s valor para ir al frente o amigos reales —y no virtuales— dispuestos a “hacerte gancho”.

En el pueblo, de ocho cuadras por ocho, de tierra, no había siquiera televisión. Fue casi lo único que lamentó Pablo Curino al llegar con sus padres y su hermano cinco años mayor, Alejandro. ¡Se iba a perder El Zorro! Sin embargo, se acostumbró muy rápido. Había un mundo por explorar: la plaza, los médanos de Molleker, la terraza, la pileta y el cine de José, ubicado en una de las esquinas estratégic­as de Winifreda.

“Fue una infancia distinta, no digo mejor ni peor. A veces también fue muy dura. En el libro las historias están tamizadas, porque la idea es plasmar cómo veía ese chico, que despertaba al mundo, lo que iba pasando alrededor”, manifiesta.

Salvo pocas licencias literarias, todos los personajes son tal como los recuerda.

Curino no solo registró historias familiares sueltas, sino que invitó a los lectores que vivieron en Winifreda —u otro pueblo— a recordar vivencias.

 ?? RODRÍGO GARCÍA - LA NUEVA. ?? Pablo Curino presentará su libro en el centenario pueblo de Winifreda, en la provincia de La Pampa, el próximo sábado 20 de mayo.
RODRÍGO GARCÍA - LA NUEVA. Pablo Curino presentará su libro en el centenario pueblo de Winifreda, en la provincia de La Pampa, el próximo sábado 20 de mayo.

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