La Nueva

Hércules bombardero­s

- Por Juan Luis Gallardo

Se han cumplido este mes treinta y cinco años de la Guerra de Malvinas.

Y, fuere cual fuera la opinión que merezca la decisión de llegar a ella en aquel entonces, se trata al fin de cuentas del único conflicto armado internacio­nal en que participó nuestro país durante el siglo XX.

Motivo que justifica recordarlo mediante estas líneas.

Y, con tal intención, referiré aquí un hecho ocurrido durante la contienda, que se mantuvo oculto por largo tiempo y que reviste singular interés.

Ocurrió que, echando mano de todos los recursos a su alcance para equilibrar fuerzas con Gran Bretaña, la Argentina resolvió dotar a sus aviones Hércules C 130 de ciertos dispositiv­os que les permitiera­n actuar como bombardero­s.

Y, pronto, uno de ellos entraría en acción.

El día 8 de junio de 1982 fue detectado en altamar un superpetro­lero norteameri­cano, casualment­e llamado también “Hércules”, que se dirigía hacia el sur para abastecer a la flota inglesa.

El C 130 resuelve atacarlo y solicita el apoyo de un Canberra, que despega de Mar del Plata y se suma al ataque.

El buque es alcanzado por una bomba de 500 libras, arrojada por el Hércules, que no explotó, quedando alojada en su interior.

Con tan peligroso pasajero a bordo, el superpetro­lero se dirigió a toda máquina a Río de Janeiro, ingresando allí a puerto. Pero, dadas las dificultad­es que presentó desactivar la bomba, se optó por salir nuevamente a aguas abiertas y hacer detonar el proyectil, a consecuenc­ia de lo cual el barco se hundió.

¿Por qué se mantuvo oculto este hecho? Porque la empresa armadora del barco, la Amereda Hess Shipping Co. inició juicio contra la Argentina, aduciendo que el petrolero fue atacado en aguas internacio­nales y negando que se propusiera abastecer a los ingleses.

Durante el transcurso del pleito, la tripulació­n argentina guardó silencio y se vio privada de recibir la condecorac­ión al valor en combate para evitar posibles incidencia­s en el trámite judicial.

El tribunal rechazó el reclamo por no haber ocurrido el caso en los Estados Unidos.

El superpetro­lero desplazaba 220.000 toneladas, tenía 250 metros de eslora y, según dicen, es el buque más grande de la Historia, hundido en acción militar.

El 8 de junio de 1982 fue detectado en altamar un superpetro­lero norteameri­cano, casualment­e llamado también “Hércules”, que se dirigía hacia el sur para abastecer a la flota inglesa.

Juan Luis Gallardo es escritor. Vive en Buenos Aires.

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