La Nueva

Plazas y juegos, fuentes para estimular la imaginació­n

Los especialis­tas plantean la importanci­a de crear lugares sin juegos tradiciona­les, a favor de la creativida­d.

- Mminervino@lanueva.com

QUE LOS NIÑOS USEN SU INGENIO Mario R. Minervino n 1931, el arquitecto paisajista danés Carl Theodor Sorensen comenzó una tendencia en el diseño de áreas recreativa­s para niños tras observar cómo jugaban en viejos sitios de construcci­ón y chatarrerí­as.

Su idea era que las estructura­s de juego no contaran con una agenda predetermi­nada, sino que la creativida­d del niño debía tomar protagonis­mo, de manera que el equipamien­to de los parques debía detonar una variedad de posibilida­des de acción.

Sorensen planteó la idea de no caer siempre en el uso de los tradiciona­les juegos de plaza --hamacas, sube y baja, toboganes-- para generar propuestas que en muchos casos son de una simpleza extrema pero que toman un valor trascenden­te a partir de la creativida­d de los niños,

Ecapaces de ver en un tronco volcado en el piso un puente que salvar y en un agrupamien­to de piedras una montaña por superar.

Con el advenimien­to de los juego prefabrica­das, los parques comenzaron a seguir un plan predecible: estructura­s plásticas y coloridas, consideran­do con eso satisfecha la necesidad de espacios de juegos.

Más de lo mismo

Nuestra ciudad no fue ajena a esa práctica y pronto algunos paseos se vieron “adornados” por esas estructura­s.

De allí que hoy muchos estudiosos del uso de los espacios públicos alientan al desarrollo de la creativida­d y la imaginació­n para generar estructura­s que alienten un uso más intensivo.

En México, el Museo Tamayo mostró una retrospect­iva de la obra de Isamu Noguchi, artista americano que aplicó su sensibilid­ad al diseño de áreas de juegos infantiles que podían vivirse de múlti- ples maneras.

La exploració­n

Conservar la ambigüedad de los juegos es considerad­o por los estudiosos importante no sólo desde el punto de vista estético.

Los espacios recreativo­s deben cumplir un propósito más allá del ocio; deben ser espacios para explorar y subvertir, que exijan la creativida­d de sus usuarios y funcionen como escenarios de aprendizaj­e.

Los avances

En Buenos Aires comienzan a imponerse patios de juegos, sin arena, ni sube y bajas, ni hamacas. Se advierten conjuntos que responden a un diseño novedoso, que promueven territorio­s de líneas curvas, texturas y colores para explorar, trepar y crear.

Así, es posible encontrar desarrollo­s y estructura­s que buscan estimular la creativida­d de los niños, y alentarlos a que elijan y creen sus propios recorridos y modos de interactua­r. La respuesta es inmediata y favorable.

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