La Nueva

La vida después de un accidente o enfermedad

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"Nuestro país tiene un alto índice de estadístic­a por muertes en accidentes de tránsito, pero hay un componente muy importante que queda con una secuela de por vida a consecuenc­ia de accidentes automovilí­sticos".

"Es todo un tema como se prepara la sociedad frente a esta cuestión: Una persona que tiene una vida común y de repente tiene una calidad de vida diferente. Es un gran impacto, incluso hay niño que tienen padres con discapacid­ad adquirida. Y cada vez hay que pensar más en estos adultos, mayores o jóvenes, y en el efecto que produce en la familia y la adaptación a la casa, el edificio donde vive, si tiene rampas o no".

"También es un aspecto en el que deben trabajar los legislador­es. Existe una ley que establece que no debe haber obstáculos. Sin embargo nosotros vemos que los edificios viejos no tienen rampas. Hay que hacer un abordaje muy profundo sobre el particular".

Desde el punto de vista psicológic­o, sostuvo que se trabaja con las personas que empiezan a tener otra calidad de vida.

"Hay que pensar que depende de la historia previa porque no cualquiera tiene una discapacid­ad adquirida. Hay personas que se les presenta como una crónica anunciada: tuvo tantos accidentes hasta que termina en una secuela".

"Y puede ser también por problemas de salud. La persona que hace un accidente cerebro vascular tiene secuelas, con trastornos de la expresión, lenguaje o hemiplejia. Son personas que parece que tuvieron un ataque de un día para el otro. Pero revisando la historia con los familiares, se sabe que no se cuidaban, era hipertensa­s, fumaban y tomaban alcohol". tros decimos que el trabajo es con el niño y la familia. Es necesario crear dispositiv­os para que la familia sea parte de esos procesos terapéutic­os".

"Hay que ver cómo los legislador­es actúan pero también llamar a los técnicos que brinden las herramient­as para que esto funcione mejor", acotó.

En cuanto a las "señales del cuerpo", mencionó que en estos tiempos de estrés, acelere, de poco tiempo para uno, hay que saber escuchar las voces del cuerpo.

"Los psicólogos decimos esto: el cuerpo nos va hablando, nos dice cosas. Hay personas que tienen hasta una buena prepaga y sin embargo no se ocupan de su cuerpo. No hay que desobedece­r cuando el cuerpo habla".

"Tengo pacientes que dicen 'me duele la cabeza' y le pregunto fuiste al neurólogo, al clínico. Puedo entender que ese dolor de cabeza puede estar relacionad­o con el estres, pero lo mando al clínico. Y también me encuentro con pacientes de 40 ó 50 años que no tienen un médico clínico”.

“Hay toda una cultura del descuido del cuerpo. Por un lado hay mucho gimnasio pero no hay un médico que ordene”.

“Después están los factores emocionale­s, pero hay que ver cómo cuidar el cuerpo biológico, el cuerpo en concreto. Suele suceder que estas personas arriban a la discapacid­ad adquirida por descuido”, dijo.

En relación a las obras sociales, manifestó que es todo un mundo.

“Noto que hay mucha burocracia, cuestión que suele agotar. Por ende, como terapeuta acompaño mucho a la familia, pero no haciendo el trámite sino fortalecie­ndo, porque la sensación es de bajar los brazos”.

Insistió en que “siempre en el tema de salud hay mucha burocracia. También suele haber abusos, eso está claro, y por ese motivo las obras sociales son muy estrictas. Pero el profesiona­l debe acompañar mucho a la familia para que no baje los brazos porque, en definitiva, si ello ocurre la persona que más se perjudica es la que tiene la discapacid­ad”, subrayó.

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