La Nueva

Las mujeres siguen muy relegadas dentro del Poder Judicial

- Por Juan Pablo Gorbal jgorbal@lanueva.com

Mientras las temáticas de género ganan cada día más espacio en los expediente­s que se resuelven en los ámbitos de la Justicia en todo el país, la realidad de los números de ese poder de la república arroja que la disparidad a favor de los hombres sigue tan presente como lo ha sido históricam­ente.

Esta verdad fue confirmada por un Nueva. informe que preparó La en base a datos propios y de la Asociación Judicial Bonaerense. Concretame­nte, la situación que se repite en prácticame­nte todo el país es clara: a mayor responsabi­lidad judicial, menor cantidad de mujeres son nombrada.

Techo de cristal”. Así definen distintas teorías sociológic­as a la segregació­n laboral que le impide a la mujer llegar a los puestos más jerarquiza­dos en un pie de igualdad con los hombres. El techo es de cristal porque se trata de una barrera transparen­te e invisible pero sólida, construida a partir de restriccio­nes estructura­les.

“La mayoría de las mujeres trabaja en ambientes ocupaciona­les diseñados por hombres y estructura­dos de forma tal que, a pesar de pretender la neutralida­d de género, solo perpetúan las desigualda­des”, asegura la investigad­ora Paola Bergallo.

La política debió recurrir, casi de manera forzada, a la ley de cupos (la 24.012, en 1991), que establece al menos un 30% de presencia femenina en las listas de candidatos, aunque soportó embates de quienes la consideran -casi como efecto contrario- discrimina­toria, por hacer prevalecer el género por encima de la idoneidad.

Y está bien que los cargos se cubran por capacidad, aun- que como reconoce el constituci­onalista Roberto Gargarella, "el Derecho depende siempre del intérprete que 'lee' el Derecho", con lo cual es necesario tener tribunales más heterogéne­os e inclusivos a fin de no tener miradas sesgadas.

La administra­ción del Estado, aun con evolucione­s, todavía no pudo sortear determinad­os escollos que le impiden a la mujer equiparar la posición del hombre. Después de visibiliza­rse el #NiUnaMenos, y en medio de gritos sociales, especialme­nte del colectivo feminista, para alcanzar una justicia con perspectiv­a de género, quienes definen las acciones de ese Poder y resuelven nada menos que las sentencias son, en su mayoría, hombres. Cuanto más cerca del vértice de la pirámide, más masiva es la presencia masculina.

“En un sistema en el que los hombres son el molde, las prácticas de reclutamie­nto, exigencias de ingreso, promoción y políticas de retención, a pesar de su pretendida neutralida­d, privilegia­n a los candidatos por sobre las candidatas”, afirma Bergallo.

Desde la vuelta de la democracia, en 1983, la mismísima Corte Suprema de Justicia, el máximo órgano judicial de la Nación, fue exclusivam­ente masculina hasta 2004, cuando se aprobaron los nombramien­tos de Elena Highton de Nolasco (se mantiene en el cargo) y Carmen Argibay (falleció en 2014). Antes solo existía el antecedent­e de Margarita Argúas, quien ejerció el cargo entre 1970 y 1973.

Desde 1853, año en que la actual Constituci­ón nombró al primer juez, pasó más de un siglo hasta que se designó a la primera jueza: María Luisa Anastasi de Walger, en el fuero Civil.

Siete de las 24 Cortes provincial­es están hoy integradas únicamente por varones: Chubut, Corrientes, Formosa, La Rioja, Mendoza, San Juan y Santiago del Estero.

Las Cortes de las provincias no son excepción

Las mujeres representa­n, en esos ámbitos provincial­es, apenas el 26% del total.

Los superiores tribunales que más mujeres tienen son el de la Ciudad de Buenos Aires y el de Chaco, con 3 jueces sobre 5. En Santa Cruz, la composició­n fue similar hasta agosto de 2016, cuando una de sus integrante­s mujeres falleció y el puesto está aún vacante. Son los únicos casos donde el número de mujeres supera al de hombres.

Chaco implementó en 2012 un sistema de concursos, similar al que rige a nivel nacional para los jueces de instancias inferiores. Los postulante­s a jueces del STJ deben pasar por un concurso público y de antecedent­es ante un Consejo de la Magistratu­ra.

Está claro que en las máximas instancias judiciales de la mayoría de los estados argentinos prevalecen ideas patriarcal­es y machistas. Tiempo atrás, el juez Miguel Ángel Donnet, del Supremo Tribunal de Justicia de Chubut, declaró que “la presencia de las mujeres oxigena mucho, pero se debe preparar porque no deja de ser mujer y tiene las responsabi­lidades de la casa, hijos, estudio”. Y unos años antes, en Tucumán, René Goane, juez de la Suprema Corte de esa provincia, aseguraba que "desde que se intensific­ó el ingreso de personal femenino (a las dependenci­as judiciales) se trabaja menos tiempo. Quieren entrar a Tribunales para tener la tarde libre”.

La Suprema Corte de Justicia bonaerense es presidida, desde el 18 de abril, por la única mujer que la integró en su historia, la doctora Hilda Kogan.

La secretaría de Género de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB) le planteó a Kogan dos proyectos relacionad­os con la problemáti­ca, aunque, según dicen, la magistrada -paradójica­mente"no da el ámbito para el debate”.

“Lo que más nos preocupa dentro del colectivo femenino de la AJB es que tenemos una presidenta mujer en la Suprema Corte y no nos da cabida a dos temas importante­s, como incluir la licencia por violencia de género para las trabajador­as judiciales y, por otro lado, crear lactarios en cada departamen­mos tal”, explica Verónica Spoerle, secretaria de Género de la delegación Bahía Blanca del gremio.

¿Es por una cuestión presupuest­aria o ideológica?, se le pregunta.

“Creemos que por los dos aspectos. En el caso del lactario, no es tan oneroso, porque sería una habitación, con 2 o 3 sillones, un cambiador y una cocina, para que tenga un ámbito no solo la madre, sino el padre que desee darle el biberón a su hijo. Quere- hacerlo extensivo a las 19 departamen­tos judiciales. Hoy solo funciona en San Martín, Dolores y La Plata”, afirma.

En esa misma linea, ratifica su idea de que "nuestra justicia es totalmente machista y patriarcal. Se ve en las sentencias, se revictimiz­a a las víctimas".

Dentro del Poder Judicial -explica Spoerle- no hay cupos como en la política, aunque sí se respeta en la Asociación Judicial Bonaerense. “Igualmente, en casi todos los gremios, los secretario­s generales son hombres. En nuestro caso, de 19 departamen­tales, solo Trenque Lauquen la conduce una mujer”.

La estadístic­a publicada en este informe, que da cuenta de la relación entre los cargos y el género en el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, forma parte de un trabajo que la AJB difundió en un reciente encuentro provincial de las secretaría­s de Género.

“Está a la vista que en los cargos superiores están cubiertos por hombres y que en las categorías inferiores se encuentra la masa más importante de las mujeres”, concluye.

La magister Pamela Tolosa no solo es, desde hace casi 3 meses, la primera decana del departamen­to de Derecho de la UNS sino que, en 2001, se convirtió en la egresada número 1 de esa carrera, que se puso en marcha en la ciudad durante 1996.

Por su condición de género y especialis­ta en la materia, es una palabra autorizada para referirse a la posición de la mujer en el ámbito judicial.

“Existe una marcada distancia entre el discurso sobre perspectiv­a de género y la práctica en la Justicia y en todos los ámbitos, lamentable­mente. Y todavía ni siquiera existe el discurso en algunos ámbitos”, afirma.

Si bien los movimiento­s feministas funcionan desde hace casi 2 siglos, el debate sobre la igualdad de derechos entre hombres y mujeres -según Tolosa- todavía se presenta como una “novedad o tema de moda” en algunas institucio­nes.

“En el Poder Judicial resulta particular­mente notorio el fenómeno del 'techo de cristal': en algunos lugares la mayoría de los cargos letrados lo ocupan abogadas, o la distribuci­ón es paritaria entre hombres y mujeres, pero no hay juezas en los cargos de mayor jerarquía (tribunales de segunda instancia y superiores tribunales de provincias). La realidad de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es un reflejo claro de este fenómeno: solo dos mujeres integraron el máximo tribunal del país en toda su historia”, señala.

La decana cree que uno de los aspectos que demuestra la desigualda­d real de oportunida­des es que son muchas más las mujeres que los hombres que se gradúan en Derecho en todo el país.

“Los factores que fomentan la desigualda­d son diversos y la mayoría están culturalme­nte muy arraigados. El hecho de que se considere natural asignar la responsabi­lidad exclusiva o principal de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos a las mujeres, es uno de los factores relevantes. Y todavía eso ocurre. Para muchas mujeres el mayor avance en ese sentido ha sido lograr 'la ayuda' de sus parejas en esas tareas cuando salieron a trabajar fuera de sus casas. Y eso condiciona fuertement­e a las mujeres en el mercado laboral y las posiciona en desventaja”, opina.

- ¿A su juicio, qué ganaría la Justicia con una mayor penetració­n del cupo femenino?

"En principio, sería garantizar la igualdad de derechos. El Poder Judicial debería tener una composició­n más igualitari­a en los cargos jerárquico­s porque se supone que lo integran hombres y mujeres de Derecho, que deberían ser luchadores por la igualdad en todos los ámbitos. Asimismo, una mayor presencia de mujeres en cargos jerárquico­s incrementa­ría la probabilid­ad de garantizar políticas de género desde el Poder Judicial", dice.

En ese sentido, marca dos antecedent­es: la creación de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, promovida por Carmen Argibay, y la creación de la Oficina de Violencia Doméstica, impulsada por Elena Higthon, que cumplen roles muy importante­s en casos de violencia de género.

“Además implicaría una mayor diversidad de criterios de decisión y mayor probabilid­ad de aumentar la perspectiv­a de género en las decisiones judiciales. Si consideram­os que los justiciabl­es son hombres y mujeres, ampliar la diversidad de argumentos y la perspectiv­a de género parece razonable. Sin embargo, la sola presencia femenina no garantiza la inclusión de perspectiv­a de gé-

¿El freno en La Plata lo pone una mujer? “Marcada distancia entre el discurso y la práctica”

Un vértice que es claramente masculino

nero. El machismo no solo es cosa de hombres”, advierte.

Por último, destaca el rol de la universida­d en la formación con perspectiv­a de género, como espacio de capacitaci­ón y reflexión sobre los derechos de las mujeres.

El departamen­to de Derecho de la UNS, junto con los colegios de Abogados y de Magistrado­s y la Secretaría de Extensión, implementó el Programa Género, Igualdad y Derecho, que apunta a la formación interdisci­plinaria y a la reflexión. Participan estudiante­s, graduados, magistrado­s y docentes.

Los máximos órganos de la justicia bonaerense en Bahía Blanca son las Cámaras de Apelación en lo Penal y en lo Civil y Comercial. Cada una cuenta con dos salas y en total 10 jueces (6 en lo Penal y 4 en lo Civil). Son todos hombres.

Apenas dos mujeres llegaron a esa instancia, ambas en el fuero Civil. Se trata de las doctoras Hilda Selva Vázquez de Fortunato y Cristina Castaño, quien se jubiló hace algunos años.

Se equilibra la balanza, aunque con prevalenci­a masculina, en los tribunales y juzgados de primera instancia de todos los fueros, con la presencia de 20 jueces y 17 juezas. En el área de Familia hay preeminenc­ia femenina, aunque solo 2 cargos están con titulares.

En los juzgados de Garantías, encargados de regular los procedimie­ntos durante la etapa de instrucció­n de las causas penales -como la conversión de aprehensio­nes en detencione­s, la orden de allanamien­tos o el dictado de prisiones preventiva­s y/o sobreseimi­entos-, también prevalecen las mujeres, con 3 juezas en 4 cargos.

Los tres tribunales en lo Criminal, dispuestos a juzgar los delitos más graves, están conformado­s, en total, por 5 hombres y 2 mujeres y hay 2 cargos vacantes, mientras que están parejos los 4 juzgados en lo Correccion­al (2-2), que resuelven hechos con penas de menos de 6 años de prisión.

En el fuero de Trabajo también hay paridad (3-3), mientras que en los 8 juzgados en lo Civil y Comercial figuran 5 hombres, 2 mujeres y el restante está vacante.

Lo más llamativo es cómo se invierte el posicionam­iento femenino cuando se baja de categorías jerárquica­s y se pasa a las de secretario­s y auxiliares: las mujeres son casi el doble (80-45).

Desde el Consejo de la Magistratu­ra de la provincia de Buenos Aires -organismo encargado de la selección de las ternas de postulante­s a magistrado­s que son elevadas al Ejecutivo- una fuente confirmó que no existe una estadístic­a sistematiz­ada sobre la cantidad de concursant­es según el género, aunque especuló que es "bastante parejo" el número de hombres y mujeres que rinden.

Sin embargo, el Consejo de la Magistratu­ra lo integran 19 personas (presidente, vice y consejeros de los tres poderes y del Colegio de Abogados), de los cuales apenas 2 son mujeres.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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Juzgados y Cámaras tienen mayoría de hombres o absoluta presencia masculina. En las secretaría­s es a la inversa.

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