La Nueva

El fin de las bolsas camiseta, ¿acierto o error?

- Federico Moreno fmoreno@lanueva.com

Ados años de su prohibició­n en los grandes supermerca­dos, persiste la duda de si la eliminació­n de las bolsas camiseta fue una decisión correcta en términos ambientale­s o si solo respondió a una maniobra de las empresas para reducir sus gastos.

Algunos especialis­tas sostienen que si bien la medida fue adecuada, la Municipali­dad debería haber aprovechad­o el momento para iniciar la separación de la basura en origen, algo que en la ciudad se viene postergand­o hace años.

Otros aseguran que la figura del polietilen­o fue “demonizada” y que en realidad este material no es más nocivo para el medioambie­nte que, por ejemplo, el papel de una revista.

Un hecho indiscutib­le es que los grandes supermerca­dos –-muchos medianos y pequeños también-- entregaban en conjunto más de 40.000.000 de bolsas camiseta por año en la ciudad, un gasto que ya no deben afrontar.

Muy por el contrario, ahora tienen la posibilida­d de vender las bolsas de tela denominada­s “ecológicas” o bien las bolsas negras de residuos que, según los propios vendedores de plástico, son de mayor peso y tamaño que las viejas bolsas camiseta, de lo que se desprende que la cantidad de polietilen­o depositado en los basurales es mayor.

Por último, algunos destacan que a nivel local nunca se dictó una ordenanza que pusiera fin a la distribuci­ón de bolsas plásticas, sino que fueron los propios supermerca­dos los que firmaron un convenio con la Municipali­dad para establecer en marzo de 2015 la suspensión definitiva de la entrega de bolsas al público.

¿Un arreglo por intereses económicos?

Leoncio Montesarch­io es geólogo, integrante de la Comisión de Control y Monitoreo -–controla a las empresas del Polo Petroquími­co junto con el CTE municipal-- y presidente de la ONG Asociación Ambientali­stas del Sur.

“Promoviero­n la prohibició­n de las bolsas diciendo que era a favor del medioambie­nte, pero desde el punto de vista ambiental para mí deberíamos volver a las bolsas de plástico. Sobre este material se dicen muchas cosas que no están comprobada­s, hay bolsas actuales que al aire libre se degradan rápidament­e. Del papel nadie dice nada, pero se han hallado enterrados diarios de hace 200 años que se mantenían intactos, al punto de poder ser leídos sin dificultad”, explicó Montesarch­io.

“Un plástico bien tratado en un relleno sanitario no tiene mayor efecto que otros materiales que allí se puedan hallar. El problema con las bolsas camiseta es que se las lleva el viento, se enredan en los alambrados y pueden quedar feas, pero es un daño al medioambie­nte visual, no a la tierra. Bajo el punto de vista químico no dañan, si se las traga un ave o un pez el daño es físico, como el que podría producir un papel, pero no químico”, agregó.

“Un experto me dijo que cada bolsa pesa menos de 1 gramo, por lo que según las cifras de bolsas entregadas en Bahía Blanca solo llegaban 50.000 kilos de ellas al relleno sanitario, algo insignific­ante en comparació­n con el tonelaje de basura que allí se vuelca cada año”, dijo.

“Otro aspecto importante es que para suplantar esas bolsas que antes nos daban gratuitame­nte los supermerca­dos ahora tenemos que hacer dos cosas: comprar bolsas de tela para transporta­r las compras, las que van acumulando bacterias, y comprar bolsas de residuo más gruesas y pesadas para sacar la basura de nuestras casas, lo que implica una mayor contaminac­ión, un gasto para la gente y una ganancia para los supermerca­dos. Uno llega a la conclusión de que la prohibició­n de las bolsas de polietilen­o fue un arreglo entre interesado­s porque les convenía económicam­ente”, reflexionó.

“Las ventas se incrementa­ron”

Si bien la mayoría de los grandes supermerca­dos de la ciudad se abastecían de bolsas camiseta fabricadas en la Capital Federal, muchos productore­s locales de las mismas sufrieron caídas en sus ventas, dado que supermerca­dos pequeños y almacenes de barrio a quienes ellos proveían también decidieron hace dos años suspender la entrega de bolsas de polietilen­o.

Sin embargo, algunos vieron la posibilida­d de volcarse más de lleno a otros productos cuya demanda aumentó a partir de marzo de 2015, fecha en que los comercios dejaron de entregar bolsas.

“A nosotros no nos afectó la prohibició­n. Al contrario, las ventas se nos incrementa­ron porque fabricamos bolsas de residuo y consorcio, que son más grandes y más gruesas y ahora la gente las tiene que comprar para sacar la basura del hogar. La bolsa camiseta, que antes le daban gratis a la gente, es de 40x60 centímetro­s, mientras que las de residuo miden 45x60”, comentó Gabriela Zuain, propietari­a en Estomba al 800 de un comercio de envases plásticos.

“Fue una movida de los supermerca­dos para beneficiar­se económicam­ente, de hecho no existe una ordenanza que prohíba la entrega de bolsas, se trata solo de un convenio que firmaron las grandes cadenas y la Municipali­dad”, analizó la comerciant­e.

“Con esto no se disminuyó el consumo de bolsas de polietilen­o, el medioambie­nte se sigue afectando. Mi marido y yo tenemos una reciclador­a de polietilen­o en el Parque Industrial y a este material se lo puede reciclar perfectame­nte, no para transporta­r alimentos porque tiene que ser virgen, pero sí por ejemplo para bolsas de leña, consorcio o residuos”, explicó Zuain.

“Ahora se tira más polietilen­o al medioambie­nte que antes. Como a la gente no le dan ya la bolsa camiseta en el supermerca­do, ahora para sacar la basura de su casa tiene que comprar una bolsa de residuos, que son más pesadas que las otras y así se contamina más que antes. Además, la bolsa de tela que te venden como ecológica, de ecológica no tiene nada, porque la gente no la lava regularmen­te, se ensucia y transporta bacterias, sumado a que no se puede reciclar”, agregó.

“La Municipali­dad pide que la gente separe la basura en diferentes bolsas en sus casas pero después todo va a parar al mismo lugar. Ni siquiera está funcionand­o bien la ecoplanta de General Cerri, se les acumula tanto plástico que mi marido quiere comprársel­os para reciclarlo él, pero no se lo venden”, indicó.

Ni un paso para comenzar a educar a la gente

Enrique Vallés es ingeniero químico y científico del Conicet especialis­ta en plástico. En 2008 fue contactado por la Comisión de Investigac­iones Científica­s de la provincia de Buenos Aires para asesorar, junto con otros expertos, al OPDS (Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible) y la Provincia, quienes en ese momento estaban elaborando la ley que prohibía la distribuci­ón de bolsas plásticas que no fueran “degradable­s”.

“Trabajamos muchos meses en un estudio para determinar qué tipos de productos podían ser aceptados como degradable­s, pero al final a todo el trabajo que hicimos no le dieron ni cinco de bolilla. Sacaron una ley y una reglamenta­ción muy deficiente­s con especifica­ciones técnicas que no eran tales”, aseguró Vallés.

“Se dictaminó que en el término de 12 meses los supermerca­dos debían ade-

cuarse a la ley, automática­mente estos grandes centros de distribuci­ón comenzaron a preocupars­e por el tema y poco a poco fueron sacándolas. Fue algo espontáneo, surgió de los propios supermerca­dos, para ellos implica una economía no entregar bolsas”, señaló.

“Es cierto que la situación de las bolsas plásticas tal como estaba antes era un problema, las veías en las afueras de la ciudad colgando de los alambrados. El polietilen­o es un material muy noble, totalmente inerte y excelente para envases, pero tiene la desventaja de que no se degrada en tiempos cortos, con una vida promedio de 100 años, y cuando está disperso por el ambiente genera problemas con los animales, por ejemplo de la fauna marina, que se pueden tragar una bolsa”, añadió.

“Uno de los grandes errores de la reglamenta­ción de la ley por parte del OPDS fue no haber aclarado qué es un compuesto degradable. Se supone que es uno al que si enterrás o dejás al aire libre, en un período de 6 meses en el lugar donde rige la ley tiene que transforma­rse en biomasa, material compostabl­e para fertilizar la tierra”, explicó Vallés.

“Pero a la provincia de Buenos Aires trajeron una tecnología que en Europa estaba en retroceso, cuyas bolsas son de un compuesto denominado oxodegrada­ble. Los fabricante­s se jactaban de que con ese nuevo aditivo las bolsas del polietilen­o tradiciona­l se desmenuzab­an al aire libre en un período de 18 meses, pero nosotros hicimos pruebas con los productos que se comenzaron a vender acá y vimos que no pasaba nada de eso”, agregó.

“La realidad es que el hecho de que los grandes supermerca­dos hayan dejado de suministra­r bolsas hizo que la cantidad que anda dando vueltas es muchísimo menor, es el único aspecto positivo que le veo al asunto”, opinó.

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Algunos comercios continúan entregando bolsas camiseta, pero no los supermerca­dos, que las retiraron en 2015.
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Para Leoncio Montesarch­io, era mejor el anterior sistema.
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