Todavía se corren picadas, pero son menos
Desde la Guardia Urbana confirmaron que se realizan en la ruta 3 vieja, en cercanías del aeropuerto.
HAY TRABAJOS PREVENTIVOS Sergio Prieta
Las picadas ilegales de autos que se realizaban en rutas de accesos a la ciudad y que ocasionaron varias muertes en las últimas décadas parecen haber sido controladas.
Ya no se conocen accidentes originados en eventos de ese tipo ni se denuncia la presencia masiva de “fierreros” que se reúnen en algún sector para luego ir a correr con sus autos por diferentes calles bahienses.
En un principio las picadas clandestinas se hicieron sobre avenida Alem. Luego, en los años 80 y principios de los 90, en el Camino Parque Sesquicentenario, en la ruta vieja a Punta Alta y en La Carrindanga. En los últimos años, en avenida Cabrera o al autovía Juan Pablo II.
En todos esos sectores se reunían cientos de vehículos y personas que huían por rutas y calles ante la llegada de policía o algún tipo de control municipal.
“En la actualidad suelen hacerse en la ruta 3 vieja, sobre el camino al aeropuerto, pero cuando nos enteramos que van a correr vamos con algún móvil y con la sola presencia alcanza para que no se concrete ninguna carrera”, contó el titular de la Guardia Urbana, Mauro Plaide.
Generalmente se organizan de manera improvisada entre amantes de la velocidad que se reúnen los domingos a la noche en el Parque de Mayo.
Plaide descartó que en ese paseo se realicen carreras, a pesar de que muchas madrugadas se registran accidentes por excesos de velocidad. “No hay carreras dentro del parque”, afirmó.
Agregó que las denuncias en otros puntos de la ciudad no son habituales como años anteriores. “Hace tiempo manejé una de las grúas de la Guardia Urbana y se recibían quejas de varios sectores”.
La última tragedia por las picadas fue el 15 de septiembre de 2014 en la ruta 35, a metros del Aeroclub, cuando un joven de 30 años murió tras volcar con su auto.
Otro hecho se produjo en 2004, cuando dos jóvenes, de 16 y 24 años, murieron mientras se dirigían a presenciar las picadas hacia la rotonda de la avenida Cabrera. Testigos explicaron que el Fiat Vivace en el que viajaban perdió el control en plena recta, impactó contra un poste de luz y se partió a la mitad.
En 2000, la muerte de Mario Antozzi también causó conmoción, ya que falleció corriendo en La Carrindanga, cuando un auto sin luces que presenciaba las carreras salió de la banquina.
Tras esos problemas se co- noció que muchos jóvenes corrían en las calles por la falta del autódromo de la Asociación Empleados de Comercio y pidieron la construcción de un “picódromo” para organizar carreras legales.