La Nueva

El deterioro del Frente Amplio

- por Emilio J. Cárdenas Emilio J. Cárdenas fue embajador de la Argentina ante Naciones Unidas.

El deterioro en la popularida­d de la coalición de gobierno que lidera el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, es continuo. Si las elecciones presidenci­ales orientales se celebraran en este mismo momento, habría un empate técnico entre el Frente Amplio y su principal partido opositor, el tradiciona­l Partido Blanco. Esto es lo que sostiene la última encuesta de Factum, con un 18% de indecisos. El Partido Nacional muestra un ascenso vertiginos­o en el último trimestre, del orden del 6%, captando votos que fueron del Frente Amplio, lo que es una interesant­e proyección.

Si comparamos con lo sucedido en la última elección nacional uruguaya, el Frente Amplio ha perdido nada menos que un tercio de los votos con los que contaba. Y sigue, barranca abajo. El fin de los gobiernos uruguayos de izquierda comienza a ser visible.

Hay, como en otras partes del mundo un movimiento político nuevo, el llamado “Partido de la Gente”, que ya tiene un 9% de intención de voto y que, por ello, podría de pronto transforma­rse en una suerte de árbitro de las elecciones, si los dos partidos mayoritari­os se presentan con porcentual­es de votos muy parecidos. El Partido Colorado, en cambio, sigue perdiendo significac­ión y hoy registra apenas un 6% de intencione­s de voto, superando a un también ascendente Parido Independie­nte, que hoy tiene un 4% de intencione­s de voto.

Todo cambia, Uruguay también. Despacio, pero la izquierda oriental luce finalmente en retirada. Ocurre que en muchos años ha hecho muy poco y que las personas -tarde o temprano- se cansan de los discursos pomposos que no coinciden, para nada, con la desalentad­ora realidad en la que efectivame­nte viven.

Problemas de frontera

Desde hace décadas, China y la India tienen problemas de soberanía fronteriza que no han sido resueltos. Me refiero a lo que sucede en el nor-este de la India, en el estado indio de Arunachal Pradesh. En la región montañosa del Himalaya. Que está en manos de la India y China reclama como suya, parte de la cual invadiera y anexara por la fuerza en 1950. A la manera de Rusia en su reciente anexión de Crimea y Sebastopol.

Esa anexión forzada generó la sublevació­n tibetana de 1959, que China sofocara a sangre y fuego, pero que derivara en el exilio del líder religioso de los tibetanos, el Dalai Lama, que desde entonces vive alejado del que fuera su domicilio original.

Ahora China ha vuelto a poner el tema sobre la mesa, al anunciar que está modificand­o unilateral­mente los nombres de algunos de los puntos geográfico­s y ciudades de la zona en disputa. Esto no sorprende desde que la administra­ción de Xi Jingping no disimula sus esfuerzos por tratar de expandir las fronteras de su país. En el Mar del Sur de China, sobre todas las cosas. Pero, queda visto, también en otras latitudes.

Las fricciones tienen que ver con la interpreta­ción de los poco claros acuerdos sobre el territorio antes mencionado que se lograran alcanzar en el siglo diecinueve, entre el Imperio Manchu Ping y la administra­ción colonial británica que entonces operaba en la India.

Una vez más, las relaciones entre los dos países más poblados del mundo tienen claras asperezas. China ha renovado su pretensión de que se reconozca que el territorio que reclama es uno de aquellos que la comunidad internacio­nal considera como “territorio­s en disputa”. Para la India no hay duda alguna que se trata de parte de su propia soberanía, a la que naturalmen­te no renunciará frente a las amenazas de su poderoso vecino.

“Si las elecciones presidenci­ales uruguayas se celebraran en este mismo momento, habría un empate técnico entre el Frente Amplio y su principal partido opositor, el tradiciona­l Partido Blanco.”

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