La Nueva

Las mujeres que dan clase

La emocionant­e historia de tres bahienses que luchan por su futuro y son un ejemplo de sacrificio y superación personal.

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EN SU edición del último 14 de mayo, una periodista de este diario reflejó las historias de vida de tres mujeres: Carolina Martínez, Irma Magallanes y Blanca Gutiérrez.

TAN COMUNES como sus nombres, tan simples como cualquier otro ser humano puede serlo, tan especiales como toda persona que camina por esta vida.

EL HILO común de las tres es sencillo: la decisión de completar sus estudios secundario­s en edades o momentos “impropios”, alejados de la edad lógica para ese tipo de cuestiones, superando miedos y prejuicios, reconforta­dos por la decisión tomada y el lugar que les permite ocupar en una sociedad que demasiadas veces se encarga de descalific­ar a quienes, por circunstan­cias propias de sus vidas, no cumplen con un molde teórico considerad­o adecuado.

CAROLINA PASÓ los cuarenta años y su historia de vida tiene en su DNI la articulaci­ón que le permitió darle un giro, cuando la ley reconoció su condición de mujer a pesar de haber nacido hombre.

PARA QUIENES minimizan tener un papel que acredite su identidad, Carolina pudo, a partir de esa identifica­ción, “mirar a las perdonas a los ojos, con la frente bien alta” y animarse a completar sus estudios.

IRMA PASÓ los 50 y ha parido siete hijas que ya le dieron nueve nietos. La vida la llevó a postergar sus posibilida­des de estudiar -pudo hacer algunos cursos de corte y confección-, pero finalmente halló el momento adecuado para hacerlo. “Estudiar me hizo bien al alma, descubrí un mundo maravillos­o”, dijo quien pasó parte de sus días “entre ollas y pañales”.

BLANCA, POR último, con sus 74 años, está ya en segundo año, igual que Carla, su nieta. Es escolta de la bandera y asegura que estudiar es “un sueño cristaliza­do”.

LUEGO DE apoyar a sus hijos en ese camino -son los tres profesiona­les-, pudo atender su postergada vocación. Considera que el estudio es “una verdadera terapia” y no duda en señalar que “le ha cambiado la vida”.

LA HISTORIA de tres mujeres comunes, es decir, cuyas cuestiones pertenecen a todas las personas, son también un ejemplo y un modelo. No siempre son héroes de bronce los que impulsan los grandes cambios.

PERO ADEMÁS hablan de su mejora a partir del estudio. “No sé si la instrucció­n puede salvarnos, pero no sé de nada mejor”, escribió Jorge Luis Borges.

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