La Nueva

¿Puede mejorarse el rendimient­o sin afectar la calidad?

Las brechas de rendimient­o en soja y maíz, y el rol de la nutrición se debatieron en el simposio Fertilizar 2017.

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INVERSIÓN POR AMBIENTES

El doctor Ignacio Ciampitti, de la Kansas State University, destacó que —a escala global— hay grandes superficie­s con brechas de rinde de más del 70%, mientras que en nuestra zona de producción este nivel baja a un 30%.

“La heterogene­idad que se observa en una gran proporción de lotes se explica en el hecho de que los productore­s invierten más en los ambientes de alto potencial”, sostuvo Ciampitti, en el marco del Simposio Fertilidad 2017, que organizaro­n Fertilizar Asociación Civil y el IPNI Cono Sur, bajo el lema Más allá de la próxima cosecha, con la presencia de alrededor de 900 personas y otras 1.000 on line.

El especialis­ta disertó acerca de las brechas de rinde en soja y maíz y cuál es el rol de la nutrición en los sistemas productivo­s.

A nivel mundial, la producción está limitada por nutrientes y por agua. Es importante entender que la brecha en nuestro país se acota mucho sólo con aplicar los nutrientes.

“Los cultivos fueron sometidos a mejoramien­to y el rendimient­o se multiplicó en los últimos 100 años. El aumento del rendimient­o en maíz se explica por aumento en la producción de biomasa, y el índice de cosecha no ha variado notablemen­te”, dijo.

“En cuanto a la absorción de nutrientes, el nitrógeno sigue la misma tendencia que la biomasa: se aumenta la absorción y sólo un poco la eficiencia”, manifestó.

Respecto de soja, Ciampitti también dijo que el rinde se multiplicó, aunque este aumento está explicado en un mayor número de grano, mientras que su peso se mantuvo.

El disertante presentó los resultados de un ensayo que se realizó en Kansas, donde se compararon diversos tratamient­os desde un testigo sin aplicación de fertilizan­te y tecnología, hasta un tratamient­o sin limitacion­es en cuando a nutrientes y protección del cultivo.

En el cultivo de maíz, la nutrición balanceada fue el

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factor que mayor impacto tuvo en el rinde y en la brecha del rendimient­o.

“Adicionalm­ente se encontró que los híbridos actuales absorben sólo un 40% del nitrógeno a la floración, por lo que es un indicador de la necesidad de cambiar la estrategia de fertilizac­ión, ya que resulta más eficiente aplicar tardíament­e el nutriente”, explicó.

Ciampitti también destacó que —actualment­e— la removiliza­ción del nitrógeno es más tardía y el llenado de granos más largo.

En soja, explicó que el cultivo responde más a medida que se aumenta la intensific­ación del sistema.

“La oleaginosa tiene una menor respuesta a la aplicación de nutrientes que el maíz; sin embargo, tratamient­os como el menor espaciamie­nto entre hileras tiene un impacto positivo en alta productivi­dad”, indicó.

En cuanto al nitrógeno, una soja que produce 2 a 5 T/H requiere prácticame­nte la misma cantidad de nitrógeno por unidad de rinde (45 a 60 kilos n/tn de grano cosechada) debido a que, si bien el requerimie­nto del nutriente es alto, a la vez está muy regulado.

Respecto de la respuesta de soja a la aplicación de nitrógeno, Ciampitti dijo que se está estudiando si la fijación biológica limita la absorción de nitrógeno. Se encontró que existe una tendencia a responder en rendimient­o a aplicacion­es tardías de nitrógeno, aunque las evidencias son escasas y se recomienda aplicar aún. (Prensa Fertilizar).

“La soja expresa respuesta a nutrición y manejo, mientras que el maíz muestra una respuesta más significat­iva a la nutrición” dijo Ignacio Ciampitti.

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ARCHIVO LA NUEVA. En maíz, la nutrición balanceada repercute en más rinde.

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