La Nueva

En pocos minutos, Olimpo dio vuelta un partido clave

En 9 minutos, el aurinegro pasó de perder 1-0 a ganar 3-1 y desatar la alegría de su gente. Así salió de la zona roja del descenso. Huracán quedó a un punto del hoy descendido Temperley.

- Javier Oscar Schwab jschwab@lanueva.com

Una oportuna reacción, pasada la media hora del primer tiempo, le valió ayer a Olimpo torcer una historia desfavorab­le y vencer por 3-1 a Huracán, en el estadio Roberto Carminatti. Los goles del conjunto aurinegro, que perdía 1-0 y con su triunfo salió de la zona del descenso, los anotaron Fernando Coniglio, en dos ocasiones, y Rodrigo Caballuci.

11 cotejos pasaron para que a Olimpo le volvieran a expulsar un jugador de local. En la fecha 4, en el 3-0 ante Godoy Cruz, vio la roja Villanueva.

De la preocupaci­ón inicial a la sonrisa feliz y los abrazos del final. Así de ciclotímic­o fue el arranque de Olimpo y el posterior desenlace, con una ráfaga de 9 minutos, entre los 32 y 41, donde pudo torcer un marcador adverso para revivir a todos los hinchas y ganar un partido vital, determinan­te.

Los vaivenes emocionale­s estuvieron presentes en el Carminatti. La fragilidad del inicio, casi como estancado en aquel 0-1 de la semana en Sarandí que le generó algunas dudas.

Mal parado, lento, impreciso. Dejando espacios preocupant­es a espaldas de la zona de volantes, donde el Globo usufructuó con un Ignacio Pussetto intratable y dos delanteros potentes como Men- doza y Briasco.

Y lo aprovechó al máximo, con un pelotazo donde falló Villanueva y quedó desacomoda­do Carlos Rodríguez y Pussetto capitalizó para meter un zurdazo cruzado --amortiguó Gabbarini-contra un rincón. 1-0. Huracán estaba afianzadís­imo, aún cuando en el fondo ofrecía pocas garantías de firmeza. Pero iba e iba y casi llega al segundo a los 20m. cuando Romero Gamarra, de frente al arco, elevó un balón casi imposible.

¿Cuánto mérito se le debe atribuir al uruguayo Carlos Rodríguez en la acción previa? El esforzado cierre ante Briasco valió casi un gol y, sin dudas, sirvió de detonante para la reacción.

Ahí comenzaron los cánticos de la gente y la arenga del técnico Sciacqua, al borde de un ataque de nervios.

Y vaya si surtió efecto. Caballuci, quien había dado muestras de estar en su día, se tornó imparable para Romat, quien en más de una ocasión sólo le vio el número.

Sin embargo, un penal sembrado por las dudas de Pitana --había cobrado falta fuera del área de Romat a Caballuci, pero el línea Marcelo Aumente lo corrigió erróneamen­te-- le permitiero­n a Coniglio estampar la paridad. Marcos Díaz lo atajó, pero dio rebote y el goleador no perdonó.

Eso sí, enfureció al golero de Huracán por la tardía reacción de sus compañeros, quienes sintieron el mazazo y cayeron en un completo descontrol.

Olimpo aprovechó la incertidum­bre y en pocos minutos liquidó a su rival.

Otro gran centro de Caballuci para el frentazo de Coniglio (2-1) y una genialidad del ex Douglas: le pegó tres dedos y la pelota hizo una comba terrible que desaco- modó a Marcos Díaz.

En el complement­o Huracán se vio forzado a reaccio- nar. Pero no tuvo argumentos ni potencial.

El Rolfi Montenegro in- tentó adueñarse del equipo, el Globo manejó mejor el ba- lón con un Olimpo demasiado atrás, pero no tuvo preci- sión para encontrar los huecos y lastimar.

Creció la figura de Parnisari y ni siquiera la expulsión de Villarruel --avivada de Montenegro-logró desestabil­izar a un Olimpo afianzado, que estuvo cerca del cuarto en una contra de Caballuci.

El triunfo cambió los ánimos. Olimpo superó en los promedios a Huracán y le trasladó los problemas. Ahora deberá ratificarl­o ante el Rojo, en el Libertador­es de América.

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FACUNDO MORALES-LA NUEVA.
 ?? FOTO: FCUANDO MORALES-LA NUEVA. ?? ¿El gol de la fecha? Rodrigo Caballuci se despachó con un golazo y le otrogó tranquilid­ad a Olimpo. La cara de Romat lo dice todo, mientras que Fritzler no tenía ganas ni de levantarse.
FOTO: FCUANDO MORALES-LA NUEVA. ¿El gol de la fecha? Rodrigo Caballuci se despachó con un golazo y le otrogó tranquilid­ad a Olimpo. La cara de Romat lo dice todo, mientras que Fritzler no tenía ganas ni de levantarse.

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