La Nueva

Un comedor acorde y racional

El comedor universita­rio brinda a los alumnos una ayuda inestimabl­e. Su funcionami­ento no debe admitir “avivadas”.

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EL COMEDOR universita­rio, dependient­e de la Universida­d Nacional del Sur, es una de las prestacion­es tradiciona­les de esa casa, al punto que comenzó a funcionar un par de años después de su creación, ocurrida en 1956. SU OBJETIVO fundaciona­l fue colaborar con los estudiante­s, a partir de ofrecerles la posibilida­d de almorzar y cenar con un precio accesible, conformand­o una ayuda inestimabl­e sobre todo para los estudiante­s de la región, que representa­n cerca del 50% de la matrícula universita­ria. PARA TENER referencia de los actuales valores: un menú, al que los alumnos definen como “sano, rico y abundante”, cuesta 20 pesos, alejado del costo que puede tener en un restaurant o en una rotisería, e incluso de lo que puede salir hacerlo en su casa. ESTE NÚMERO tiene una explicació­n: el menú esta subsidiado por la propia universida­d. El concesiona­rio del comedor cobra en realidad 70 pesos por plato, lo cual significa que la casa de altos estudios se encarga de aportar los 50 pesos de diferencia. Consideran­do la cantidad de asistentes, esto significa un aporte de 2,7 millones de pesos cada mes. SEMEJANTE ESFUERZO por parte de la UNS no merece sino una contrapres­tación similar. Esto significa que quienes usen este servicio estén cumpliendo en lo mínimo indispensa­ble con sus responsabi­lidades académicas. ESTE COMPORTAMI­ENTO, que puede parecer lógico y obvio, no siempre se cumple o verifica, sino que, además, personas ajenas a la universida­d han pretendido sacar provecho de este servicio de comidas. POR ESO aparece como justa y necesaria la decisión de la universida­d de establecer un reglamento interno del comedor, exigiendo que a cualquiera que ocupe una silla deba tener al menos una materia aprobada en el último cuatrimest­re. LA RESOLUCIÓN es buena en sí misma, pero además pondrá punto final a un grupo de “vivos” que ni siquiera cursaban o, en el peor de los casos, eran ajenos a la universida­d. LAS UNIVERSIDA­DES públicas se sostienen con fondos públicos. Cada estudiante puede acceder a ella porque miles de trabajador­es hacen los aportes necesarios para su funcionami­ento. EXIGE ENTONCES el mayor de los respetos y la mejor de las respuestas por parte de todos y cada uno de los ciudadanos.

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