La Nueva

Quiénes son y cómo viven los bahienses en situación de calle

Nueva.” “La acompañó a un equipo de la Municipali­dad en una de sus habituales salidas para ofrecerles alimentos y abrigo, entre otras cosas. Dos recientes fallecimie­ntos en el Parque de Mayo expusieron el problema.

- Sergio Prieta sprieta@lanueva.com

La muerte de dos hombres que vivían en el Parque de Mayo en apenas 48 horas y la aparición de Alejandro, el joven de 28 años que desde hace algunas semanas vive en El Pinar, puso a la vista de todos el problema de la gente que vive en situación de calle.

El miércoles pasado, justo el día en que empezó el invierno, la época más dura para la gente sin techo, “La Nueva.”

acompañó a un equipo de operadores del Municipio que noche a noche recorre las calles de la ciudad para llevar comida, alguna bebida caliente y hasta ropa, frazadas o colchones.

“Es mucho más que repartir una vianda. Esa es la excusa que tenemos para poder acercarnos y generar un vinculo, conocer sus historias, sus preocupaci­ones y escucharlo­s”, explicó Julieta Luque, una de las personas que trabaja en la iniciativa a través de un programa de entrenamie­nto municipal.

“Nuestro mayor deseo es es sacarlos de la situación de calle, algo que resulta extremadam­ente difícil y requiere de tiempo. En lo que va del año lo logramos con dos hombres que llevaban algún tiempo en esa condición”, agregó

El grupo empezó a trabajar voluntaria­mente tras el fallecimie­nto de un hombre que vivía en la plaza de Villa Loreto. Se llamaba Mario Olate y murió de frío durante el invierno de 2012.

Hace un año, algunos pasaron a formar parte del plantel de empleados del Municipio. En la actualidad no paran en los feriados y ni siquiera para Navidad o Año Nuevo, cuando las viandas se convierten en cajas con panes dulces, garrapiñad­as y comidas típicas para esas festividad­es.

Incluso tienen agendadas las fechas de los cumpleaños de varias personas que recibieron asistencia o siguen en la calle y ese día le acercan una torta y algunos regalos.

La recorrida comienza en el Hogar del Caminante, ubicado frente al cementerio municipal en 14 de Julio. Allí se prepara el guiso de fideos, pizzas o milanesas con papas que más tarde será la cena (a veces también se reparte al mediodía, según los casos) de más de una decena de personas que por elección o por las circunstan­cias de la vida se encuentra en la calle.

Se hace en una camioneta del Municipio y comienza poco después de las 19. La primera parada es la plaza de Loreto, donde vive Elías, un hombre de casi 80 años que desde hace 20 elige pasar sus días en la plaza. La adicción al alcohol, entre otras causas, lo llevaron a ese lugar.

“Algo en común entre todas las personas que eligen vivir en la calle es que sufrieron una pérdida importante en la vida y se abandonaro­n”, comentó el subsecreta­rio de Acción Social de la comuna, Ignacio Caspe.

“En el caso de Elías sabemos que tiene un hijo que le hizo una pieza en el fondo de su casa pero a él le gusta estar acá. La gente del barrio también le trae comida y lo ayuda, y él no molesta a nadie”, explicó Laura Tejerina.

Como casi toda persona en su situación, Elías convive con un perro que lo acompaña a todos lados.

“A veces tiene recuerdos de un hermano que vivía en Chacabuco al 2600 y se va a esa casa a esperarlo. Hasta hace un tiempo dormía en la puerta de la vivienda, que ya no le pertenece a la familia, aunque por la falta de limpieza la nueva dueña decidió poner rejas”, agregó Laura.

Si bien el número es variable, hay más de una decena de personas en esta condición en nuestra ciudad. Todas las noches reciben alguna asistencia.

Carlos y Miguel

El viaje continúa por la desértica Estación Sud, que poco después de las 19.30 y sin máquinas o vagones en los andenes es digna de un pueblo fantasma.

Los únicos signos de vida lo ponen “Carlitos”, que aparenta más de 80 años y vive en la calle desde hace 12, y Miguel, un pintor de autos de apenas 54, que vive en la vía pública desde hace un año.

Sus “refugios”, que son colchones, frazadas y algo de ropa, se encuentran a apenas unos 10 metros de distancia. Solo los separa la oscuridad.

“Carlitos tiene un severo problema de memoria, no habla casi nada y no sabemos demasiado de su vida. Solo que vino de Chile, que no tiene familia en Bahía y que siempre vivió en esta situación”, contó Laura mientras le servía una bandeja repleta de fideos.

Los días en que la memoria no le juega una mala pasada habla de su infancia, se deja

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE - LA NUEVA. Carlos recibe la ayuda de asistentes de la comuna. Es común verlo en la Estación Sud, donde pasa la mayor parte de sus días.

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