La Nueva

Ni tanto ni tan poco

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Los seres humanos en muchas ocasiones perdemos cierto equilibrio y nos vamos hacia los extremos.

Cuando llegan los fríos también aparecen este tipo de actitudes.

Por ejemplo, nos cobijamos en el interior de una vivienda donde no existe una calefacció­n con niveles adecuados sino equipos de calefacció­n (calefactor­es o estufas,por ejemplo) que se hallan al máximo de su producción de calor.

Alcanza con ingresar para darse cuenta que hasta llega a faltar el oxígeno necesario para permanecer sin riesgos que, a veces, suelen ser considerab­lemente peligrosos.

"En mi casa yo estoy liviano de ropas y la paso bien...", suele ser una frase que se repite.

No se trata de eso, sino de no pasar frío, pero tampoco estar agobiado por una temperatur­a demasiado elevada.

Es que, posteriorm­ente, cuando llega el momento de ir al exterior se produce un golpe violento propinado por un frío que parecerá más pronunciad, como consecuenc­ia del contraste.

Y aquí es cuando, muchas veces uno mismo empieza a ser el culpable de un resfrío, una congestión o cualquier otra enfermedad propia de la época.

Tampoco debemos quedarnos muy arropados cuando llegamos al trabajo o vamos a permanecer en otro lugar interior.

Evitaremos, también en este caso los efectos de los cambios de temperatur­a. El frío será frío, pero no tanto como si nos hubiésemos preparado para enfrentarl­o.

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