La Nueva

Isabel Vermal, una especialis­ta en dulces para grandes festejos

“Siempre fui intrépida y en mi local Smeterling cocinamos a la vista y charlamos con los clientes. Estudié marketing y eso de algún modo lo pongo en práctica”, dice.

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Empezó como un ritual familiar: Isabel Vermal llegaba a su casa después de un día en la oficina y cambiaba el traje sastre por el delantal de cocina para jugar a Doña Petrona con la mayor de sus hijas.

Tenía casi treinta personas a su cargo en una empresa de tecnología de la que llegó a ser gerenta para Argentina y Uruguay. Isabel era la definición de una ejecutiva exitosa. Y lo cambió todo por su sueño: Smeterling, la pastelería en la que es dueña y chef. Un nuevo éxito.

Desde abril, la reconocida chef patissiere enseña a preparar dulces para festejos en El Gourmet, con un programa dedicado a explicar el paso a paso de tortas y dulces especiales para fiestas y celebracio­nes.

Y así enseña técnicas diversas para preparar y decorar tortas de diferentes estilos. Desde lo más simple para quien recién comienza hasta diseños vanguardis­tas para los pros.

A lo largo de los 22 capítulos, Vermal muestra el paso a paso de preparacio­nes para cumpleaños infantiles y de adultos, bodas, baby showers y todo tipo de celebració­n.

Isabel, que nació en Buenos Aires, había estudiado pastelería en el Colegio de Cocineros Gato Dumas y se divertía cocinando para su familia y amigos.

Más tarde, con la ayuda de su familia montó su propio negocio, lugar donde se conjuga el detalle y la minuciosid­ad del diseño con los sabores de la repostería. En Smeterling Patisserie sus creaciones brillan por su originalid­ad y delicadeza.

A partir del año 2012, forma parte del staff de chefs de elgourmet.com y deleita al público con sus increíbles creaciones.

“Amaba mi trabajo. Aunque estudié Diseño Industrial, empecé a trabajar en marketing a los 23 años, de pura caradura. Aprendí mucho y la pasé genial. Pero en tecnología tenés una vida útil y, a mi edad, ya empezaba a ser un dinosaurio. Sentí que había cumplido una etapa”, recordó en una entrevista.

A su juicio, la pastelería es para obsesivos.

“¡No existe cocinar a ojo! Con la cocina tuve que arrancar de cero porque venía de una casa en la que éramos seis hermanos: el menú nunca era mucho más elaborado que salchichas y calabaza hervida. A los 22 me fui a vivir sola y empecé a malcriarme a mí misma.

"Prestaba atención, aprendía recetas”, evocó.

“Todavía me acuerdo de la primera vez que me fasciné con algo dulce: fue a los seis años con un dulce de peras que me hizo mi abuela en el sur. Lo probé y quedé maravillad­a, pero durante años la cocina era nada más que un juego con mi hija. Hubo un momento en el que me puse seria y me anoté en la Escuela de Cocina del Gato Dumas”, agregó.

Cuando terminó el curso le dije a su marido que algún día iba a poner una pastelería.

“Viajaba mucho por trabajo y tenía pocos ratos libres en cada país", contó.

"Yo veía que mis compañeros corrían a buscar casas de tecnología y yo corría para el otro lado, buscando lugares para comer"

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ARCHIVO LA NUEVA.

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