“Un doble trasplante te hace valorar la vida de una manera distinta”
El baterista tresarroyense Diego González estuvo más de tres años en la lista de espera del Incucai. El 25 de mayo pasado recibió un páncreas y un riñón. Hoy se recupera y cuenta cómo es la vida tras una situación límite.
A Diego González, un destacado baterista de Tres Arroyos, le diagnosticaron diabetes cuando tenía dos años (hoy tiene 31). Llevó una vida normal, con ciertos cuidados prodigados por su madre, hasta que en la adolescencia sus hábitos empezaron a cambiar. La noche, los viajes, las salidas con amigos y las giras como músico empezaron a jugarle en contra y todo empezó a salirse de control. Dejó de tomar algunos recaudos.
"No fui un descerebrado, pero no me cuidé lo suficiente. Me hago cargo de las cosas que hice porque la autocrítica es la base de todo cambio, si vivís negando no madurás nunca"
Así piensa hoy este músico de Tres Arroyos, quien dicta clases de batería, integró varias bandas, es sesionista y entre las perlitas de su trayectoria cuenta la de haber tocado con Divididos durante dos recitales en La Trastienda, en Capital Federal, en 2007.
Diego se recupera por estas horas de un trasplante pancreo-renal que le efectuaron en el Instituto Nefrológico de Buenos Aires y lo vive como una nueva oportunidad.
"Este es un proyecto nuevo de vida, un cambio, un regalo enorme. Me hizo tomar dimensión, valorar más todo, y decir vale la pena estar acá. Por algo sucedió todo esto".
En su ciudad siempre fue el primero en ofrecerse para participar en festivales solidarios. Esta vez le tocó estar del otro lado, ya que sus amigos organizaron recitales a beneficio, y la gente respondió con mucho cariño.
"Mi vida siempre fue agarrar los palos (de la batería) y la ruta. Nunca me dediqué a cuidarme al 100 % y viví las consecuencias".
Diego confió no haber tomado los recaudos que su diabetes requería.
"Era el típico pibe que pensaba: '¿Qué me va a pasar? Soy reguacho'. Y después me di cuenta bastante tarde y dije que b... que fui, podría no haber arriesgado tanto y estar mucho mejor".
Hace más de tres años tuvo que iniciar diálisis y entró en lista de espera del Incucai.
"Nunca me deprimí. En el hospital la pasábamos haciendo chistes con el médico. Somos muy amigos y tenemos un trato super respetuoso".
Un día llegó la oportunidad. "Me llamaron dos veces desde Incucai para operativos de trasplante pero en ninguna de las dos recibí los órganos. Fueron para otras personas". La tercera fue la vencida. "Cuando los médicos me dijeron 'preparate para el quirófano; esta es la tuya', tenía una sonrisa de oreja a oreja. No lo podía creer. En ningún momento me puse nervioso".
Hoy se siente muy bien, agradecido con los médicos, la familia, los amigos y por las expresiones de cariño y solidaridad de la gente.
"Mi mamá tiene 70 años y se bancó todo el proceso co- mo una leona. Siempre estuvo a la cabeza. Sentí un amor impresionante que me desbordó. Continuamente recibí llamados. Mis hermanos me contaban que había salido en el diario, en la radio y en la tele. Mis alumnos me mandaban mensajes que me hacían llorar como un nene".
Gracias al trasplante, Diego ya no tendrá que inyectarse insulina, procedimiento que debía realizar dos veces por día. Ya no tiene diabetes.
Aseguró que le encantaría conocer a la familia del donante. "Quisiera decirles gracias por regalarme esta oportunidad”.
Reconoció, no obstante, que hay días mejores que otros. "No estoy pum para arriba siempre, pero trato de ser agradecido para devolverle algo a la vida y contagiar esa energía".
Tras la operación los médicos le dijeron que iba a estar dos meses internado, pero al final fueron 25 días.
"Tengo muchas pilas, muchas ganas. Quizás tenía que pasar todo lo que pasé. Tomás conciencia de verdad y cualquier proyecto lo tomás con un mayor compromiso".