“Es muy peligroso naturalizar los episodios de violencia”
La doctora María Gisela Ghigliani se refirió a la agresión sufrida por Estefanía Derves. La abogada Fernanda Petersen dijo que demuestra la situación de desprotección de las mujeres.
La situación sufrida el lunes pasado por Estefanía Derves (18), cuando salió de su trabajo y un joven la golpeó salvajemente e intentó violarla, expone una vez más la problemática de la violencia de género en nuestra sociedad.
Pero otro elemento que también resulta preocupante es la indiferencia y el desamparo que la chica dijo haber sufrido cuando las personas que por allí pasaban no respondieron a su pedido de ayuda.
La doctora María Gisela Ghigliani, integrante de la Red Local de Violencia de Género, calificó al hecho como “conmocionante” y sostuvo que “es muy peligroso natu- ralizar los episodios de violencia”.
“Agresiones ocurren en forma cotidiana lamentablemente, quizás no en este grado extremo, con el salvajismo de la golpiza y la intención de violación, más aún en una esquina donde uno supone que hay transito vehicular e iluminación. El hecho de que nadie la asistiera es como que fue violentada dos veces”.
La profesional consideró también que el episodio no debe encuadrarse solamente como una cuestión de inseguridad.
“En esto tenemos que hablar de la violencia contra las mujeres y a esas cosas nos referimos cuando señalamos la violencia simbólica o la mediática. Esto es una construcción y hay como habilitaciones sociales y culturales a definir a las mujeres como un objeto con el que se puede hacer cualquier cosa”.
En este sentido, comentó una experiencia que le tocó vivir mientras atendía a una joven en una sala médica de la ciudad.
“La chica tenía hematomas en el brazo y charlando le consulté sobre eso, y naturalmente me contó que había ido a bailar y que un chico que no conocía, al que no le había dado bolilla, la tomó del brazo. Le dije que eso es violencia y no se debe naturalizar esas cosas”.
Al respecto, explicó que muchas mujeres necesitan tiempo para comprender que son víctimas.
“Generalmente el agresor es un manipulador y va enredando al que sufre la situación. A lo largo del tiempo la va aislando de la familia, de las amistades o el ámbito laboral, y cuando la persona hace un click ya pasó un tiempo. La violencia puede ser psicológica, económica o física. Cuando la mujer toma la decisión de enfrentar lo que pasa y hacer la denuncia, ahí tiene que haber alguien que la acompañe y una red de contención”.
Ghigliani calificó como “muy valiente” la actitud de Estefanía de contar lo sucedido, “porque estaba en una situación de gran vulnerabilidad y en un momento muy difícil”.
“Está bueno, porque expuso de nuevo la situación, aunque a veces pareciera que tiene que ocurrir algo así para que se hable del tema”.
Vulnerabilidad
La abogada Fernanda Pe- tersen sostuvo que este caso “pone de manifiesto la situación de vulnerabilidad y desprotección de las niñas jóvenes y mujeres. Deja al descubierto que por ser mujer salir a la calle es un hecho de valentia. Lo que pasó demuestra que el machismo traspasa a toda la sociedad y eso fue lo que impidió, una vez más, que ante un hecho concretándose frente a sus narices nadie hizo nada”.
Indicó que la falta de asistencia a Estefanía “deja una foto de cuál es la situación de indiferencia ante el peligro de la otra persona. En este caso en particular queda en claro el riesgo de las mujeres y la imposibilidad de contar con el apoyo de la sociedad. Creo que tiene que ver con la naturalización de la violencia hacia ellas”.
Aseguró que “el agresor nunca está habilitado para atacar a una mujer. Ni el hecho de estar sola, su forma de vestir ni ninguna otra situación lo permite. Habilita el ataque que el hombre en cuestión se considere dueño del cuerpo de las niñas y mujeres”.
Finalmente, la letrada bahiense dijo que el agresor de una mujer “no es un enfermo, sino un producto del patriacardo que forman y constituyen masculinos creyentes de que las mujeres son cosas que pueden utilizar y disponer”.
Ambas profesionales señalaron preocupación por la indiferencia de las personas que vieron a la joven lastimada y no la asistieron.