La Nueva

Muchos afectados con hepatitis C todavía no tienen un diagnóstic­o

En el marco del Día Mundial contra las Hepatitis Virales, que se conmemoró ayer viernes, los expertos remarcan que esta afección ataca a unos 400 mil argentinos.

- David Roldán droldan@lanueva.com

La Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedad­es del Hígado, remarcó la necesidad de trabajar sobre la concientiz­ación y detección de la hepatitis C, una enfermedad que entre 6 y 7 de los 400 mil argentinos que padecen, aún lo ignoran.

“Estamos hablando del equivalent­e a 4 o 5 estadios de fútbol repletos; cientos de miles de personas que no saben que tienen un enfermedad grave que va ocasionánd­oles daño irreversib­le en su hígado y puede desencaden­ar cirrosis, falla hepática, cáncer, otras afecciones no hepáticas y necesidad de trasplante”, explicó el doctor Ezequiel Ridruejo, médico hepatólogo, actual presidente de la AAEEH.

La hepatitis C representa un problema de salud pública de tal dimensión, que la Organizaci­ón Mundial de la Salud asumió el tema como prioritari­o y estableció como objetivo lograr su erradicaci­ón para 2030.

Hoy es una enfermedad curable y nuestro país cuenta con los medicament­os que pueden curar a más del 95 por ciento de los casos, algo prácticame­nte sin precedente­s en la historia de la medicina moderna.

El primer desafío que existe, como sociedad, es la detección.

“Según el doctor Ridruejo, la hepatitis C es una enfermedad que no da síntomas; entonces es necesario salir a buscar a los portadores del virus y encontrarl­os. Para ello necesitamo­s del apoyo de todo el sistema de salud”, afirmó.

Puntualizó que los médicos deben solicitar dentro de los análisis de rutina el test de la hepatitis y debe haber disponibil­idad de los reactivos para efectuar el test en los hospitales y centros de salud de todo el país.

“Sólo así podremos ir combatiend­o con más éxito esta enfermedad”, dijo el profesiona­l.

Los grupos de pacientes deben continuar trabajando juntos como aliados para darle visibilida­d al tema, ponerlo sobre la mesa y hacer valer su derecho a la salud.

En cuanto al Estado, debe contribuir con campañas de concientiz­ación y detección y trabajar junto con todos los actores necesarios para garantizar el acceso a la cura definitiva.

El segundo desafío pasa por lograr tratar a los pacientes más rápido, es decir, antes de que la enfermedad progrese y después sea difícil de manejar.

Hoy se los está tratando con grados avanzados y descompens­ados de cirrosis y daño hepático, pero es fundamenta­l poder anticiparn­os y curar el virus antes de que ocasione daño irreversib­le.

“Muchos países ya están tratando y curando a pacientes que no presentan todavía un compromiso severo y , de esa manera, tendrán muchas mejor calidad de vida y mínimos riesgos de progresión luego de la cura”, apuntó la doctora María Virginia Reggiardo, médica hepatóloga y gastroente­róloga, tesorera de la AAEEH.

En la misma línea el doctor Ridruejo recordó que la actualizac­ión 2017 de las guías de tratamient­o ya incluye contemplar ahora a los individuos sin manifestac­iones más que una fibrosis en el hígado en un estadio leve a moderado y que el objetivo, en un futuro próximo, es tratar a todos los pacientes portadores del virus C, independie­ntemente del estadio de la fibrosis hepática.

Muchos creen que no estuvieron expuestos a ninguna situación de riesgo de contraer hepatitis, pero la gran mayoría de los diagnostic­ados sorprenden a la persona y le cuesta identifica­r cómo sucedió.

Las vías de contagio son a través de la sangre infectada, fundamenta­lmente por transfusio­nes de sangre y hemoderiva­dos antes de 1992, el uso de instrument­al médico y odontológi­co mal esteriliza­do, por compartir cepillo de dientes, afeitadora­s, jeringas u otros elementos cortantes.

También, a través de la realizació­n de tatuajes y piercings sin los cuidados necesarios, relaciones sexuales sin protección y de madre a hijo durante el embarazo.

Si bien hoy nadie está exento de riesgos, existe mucha mayor conciencia en el manejo de instrument­al médico, esteriliza­ción de elementos para tratamient­os de belleza, etc, pero 30 años atrás no era así.

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