La Nueva

Una vieja usina convertida en un centro educativo no formal

Distintas utilidades tuvo el inmueble de Fitz Roy y Santa Fe. A partir de ahora es el centro “Infinito por Descubrir”, un espacio para que niños y adolescent­es exploren la tecnología.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Novedad. En el inmueble de Fitz Roy y Santa Fe funciona “Infinito por Descubrir”, un espacio para explorar la tecnología.

La ciudad sabe de pérdidas patrimonia­les. Las ha sufrido a lo largo de su historia, sobre todo en lo referido a edificios de carácter industrial, olvidados, vandalizad­os y demolidos a partir de una desatenció­n completa por parte del Estado.

Fue el caso de los elevadores de chapa de Ingeniero White (desguazado­s en 1977) o el galpón de cargas de la estación del Ferrocarrr­il Rosario-Puerto Belgrano (ex terminal de ómnibus) y los galpones del Ferrocarri­l Bahía Blanca al Noroeste.

Por eso gratifica cuando, en este caso desde el Estado Municipal, deciden tomar otro camino a partir de la conciencia del valor de este tipo de imuebles y de su capacidad para nuevos usos.

El ejemplo es el edificio ladrillero de Fitz Roy y Santa Fe, construido en 1928 por las Empresas Eléctricas de Bahía Blanca (propiedad de la Italo Argentina) a poco de asumir la concesión del servicio eléctrico local. Hoy, remodelado, es el centro de educación no formal "Infinito por Descubrir", apuntado a niños y adolescent­es con vocación por las ciencias y las nuevas tecnología­s.

La esquina tiene su propia historia. En ese lugar se instaló, en 1899, la primera usina eléctrica de la ciudad. Las primeras lámparas de alumbrado público, los primeros comercios y las primeras viviendas familiares fueron alimentada­s por la electricid­ad generada en este sitio.

Una crónica publicada en este diario en 1900 da cuenta de aquellos primeros pasos, cuando un corte inesperado había dejado en oscuridad total a las calles del centro. "Nos trasladamo­s a la usina y encontramo­s a Mr. Barlow (gerente) sudando la gota gorda para desarenar un pozo que tapaba la provisión a la caldera. Luego de un rato de trabajo el hombre gritó eureka y los focos quedaron iluminados de un extremo a otro de la ciudad".

Hace 88 años, en julio de 1907, la "vieja usina" dejó de operar. Cuando en 1927 el inmueble pasó a nuevas manos, el viejo edificio fue demolido.

El destino de la obra posterior --la que llegó a nuestros días-- fue servir como depósito, talleres y oficinas. El edificio se convirtió en "una referencia del barrio" e impulsó la construcci­ón de nuevas tareas, operando como estímulo para una ciudad creciendo hacia el sur.

La empresa se estatizó en 1947 y se privatizó en la década del 90. En este último cambio, el inmueble pasó a ser propiedad de la Municipali­dad.

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PABLO PRESTI - LA NUEVA. relevante desde el punto de vista patrimonia­l, se pudo recuperar y reconverti­r respetando las líneas principale­s.

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