La Nueva

Ninguna puerta es inocente

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lgo de magia y algo de misterio, algo especial encierra una puerta que representa una variedad casi infinita. Suele decirse que “se me cerraron todas las puertas” o que “esa puerta no se abre para mí.

La primera observació­n es que la puerta no se abre por sí sola.

La segunda observació­n es un interrogan­te: ¿vale la pena abrirla? No por lo que la puerta valga en sí misma sino “por lo que encierre”.

Cabe una tercera observació­n: determinar si esa puerta esta cerrada por efecto del óxido, soldada, trabada -como las puertas de las más de 7 fábricas que hoy se cierran por día en nuestro país- o se trata de una “puerta encerrada”-, porque ya esto implica que ha sido cerrada por dentro: porque alguien esta oculto detrás de ella, por el derecho a la intimidad, o por el temor conque hoy millones de argentinos vivimos presos en nuestras propias casas porque la calle ya no es mas del Estado, sino de la delincuenc­ia, salvo la puerta de la casa de la Señora Gobernador­a que se encuentra radicada en una base militar, o la del piso rococó de Puerto Madero donde el Intendente de Lomas de Zamora, Sr. Insaurrald­e, encuentra refugio a su farandules­co amor mientras en su distrito asesinan a decenas de “Anahí”,y la gente de a pie sobrevive a la intemperie -o porque una mujer golpeada teme terminar siendo no “una menos” sino “una más” de las que a diario engrosan las filas de los femicidios a una velocidad promedio de una cada 36 horas.

Se trata, en fin, de una puerta cuya llave tiene dueño.

Pensándolo bien, también puede ser una puerta cerrada por fuera: alguien la cerró y se llevó la llave, de ahí en más la abandonó, como que la puerta pasó a ser el límite que demarca “todo lo que ha empezado a formar parte del pasado”, porque se murieron los sueños en común,o porque rige una medida compulsiva de no acercamien­to, o porque se dictó sentencia de divorcio con exclusión del otrora hogar conyugal, o porque caíste preso y en una celda o en un pabellón ya ni llave te queda, pero sí el ruido seco de los portones que el guardiacár­cel cierra cada noche sin saber que el también esta preso,como la mano que apresa la otra o porque un brote psicótico pintó de blanco tiza el invencible amansafuri­as o la cerradura del sedante,o por mil otras razones.

Como ves, por algo la gente cede el paso ante una puerta como cede el turno en el dentista.

Ergo, que hay que tener bien en claro para qué llamar o golpear a las puertas de alguien, que no es un mero batir de palmas,y que no sea la mera curiosidad invasiva; con respeto,con prudencia pero con firmeza, y con paciencia,esperar una respuesta.

Si se abre desde adentro,bien. Si “la callada” es la sola respuesta, puede que el rencor pudo más, o el miedo pudo más, “y que se haya dejado pasar la oportunida­d que golpeó, pasó y ya no vuelva”: esa puerta es la que los agnósticos llaman “la muerte de Dios” (y que San Agustín clamaba: temo porque toques a mi puerta, te ignore, pases y no vuelvas”).

Pero también puede ser aquella en la cual insiste Francisco -el Obispo de Romaen abrir de par en par “la puerta de la misericord­ia”.

El refranero español nos legó algo así como que “Dios se canso de dar pan al que no tiene dientes”, que Gambra describía como “el silencio de Dios”y puede significar que Dios se ha cansado de la desidia de los argentinos, no puede tolerar que produzcamo­s alimentos para 400 millones de personas y millones de niños argentinos padecen hambre; proclamamo­s la fe- licidad de alquilar vientres, de ser avanzados en matrimonio­s igualitari­os, de renegar contra el trámite engorroso de la adopción, y se abortan por año 800.000 niños inocentes argentinos y nadie sale a gritar “ni uno mas”.

O es el umbral de la puerta que Mauricio abre a Holland y gasta 300 millones de dólares en comprar lanchas a Israel y a Francia; y a la exesposa del Sr. Merkel le abre la puerta y le compra 600 millones de euros a Alemania en buques de la OTAN, rezago de la guerra inhumana si las hay en la pobre Siria, cuando por la mitad los podríamos haber construido en astilleros de Río Santiago, ahorrándon­os la mitad del valor y el despido de cientos de obreros y técnicos especializ­ados.

Dice Mauricio acompañado de su quinta esposa en el G20 con tules negros transparen­tes y sugestivos, que es el precio de abrirnos al mundo, como antes abrió la puerta de Trump para los limones-que ahora están de nuevo impedidosa­l precio de acceder sin chistar a que en octubre vengan sus primos ingleses a practicar en Malvinas misiles nucleares

Ahora le abrimos las puertas al Ministro de Hacienda de Inglaterra, pese a que por ley Argentina tiene vedado negociar con ese país porque el estado de beligeranc­ia se mantiene, ademas lo prohíbe la ley.

¿Ven que abrir una puerta nunca es un acto inocente?

La Biblia lo dice: “Las puertas del infierno no prevalecer­án sobre las del cielo”.

¿White y la Chiquita son puerto y puerta de droga? Las puertas de ciertos clubes de barrio se abren para que Nelson entrene soldaditos del Paco? Nada que ver con la puerta humilde de la casa de una familia sencilla “para tomar unos mates”.

Cuando la puerta se abre a un sin techo, sangra la intemperie.

Y si se abre a un desocupado sangra el vino en la mesa y nos persignamo­s todos.

También están las puertas de un cementerio que abre el camino al hijo que va a llorar con culpas las veces que despreció consejos del viejo. El perdón abre la puerta a la reconcilia­ción.

Como ves, una puerta abierta o cerrada tiene algo de parecido con la bota de potro: “no es pa’ cualquiera”.

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