Otra vez va a costar un Perú
El tiempo se acorta y el margen de error se achica al máximo. El traumático empate frente a Venezuela, el último de la tabla de posiciones, no le permitió a la Selección escaparle a la zona de Repechaje y la dejó en situación límite a dos fechas para el epílogo de las Eliminatorias Sudamericanas.
El peligro de no ir a Rusia es concreto y aumenta todavía más la presión sobre los futbolistas con miras a los decisivos encuentros frente a Perú y Ecuador, que se jugarán respectivamente el 5 y el 10 de octubre venideros.
El representativo nacional atraviesa un momento delicado en el que convive con el temor y la desconfianza. La pesada carga de frustraciones que lo acompaña provoca un bloqueo mental que se evidencia en las instancias definitorias.
Se vienen semanas incómodas para Jorge Sampaoli y sus dirigidos. De replanteos, estrategias y, sobre todo, la necesidad de reforzar el ánimo de los jugadores como primer paso para torcer una circunstancia muy complicada.
Claro que también deberá corregir aspectos vinculados al juego si es que pretende no quedarse al margen de la cita ecuménica de 2018, algo que no sucede desde hace 47 años.
La eficacia es imprescindible. Con figuras de semejante envergadura en la ofensiva, Argentina apenas marcó 16 goles en idéntica cantidad de partidos y supera por apenas dos a Bolivia, que tiene la menor cifra de tantos convertidos en el certamen. Hay una explicación: esa anemia en ataque es consecuencia de la falta de juego que mostró el equipo en el tormentoso proceso eliminatorio.
Además tendrá que sostener el ritmo, administrar su ansiedad y ajustar las transiciones defensivas para no quedar tan expuesto como sucedió en la conquista del atacante venezolano Jhon Murillo, el pasado martes.
Sampaoli ya avisó que no cambiará su receta. Está decidido a tomar riesgos y a atacar sin renuncios para lograr el objetivo. A partir de esa idea será indispensable que sus jugadores venzan el miedo y controlen la desesperación para no terminar cayendo en el desencanto.
Que uno de los dos rivales que restan sea Perú inquieta por los antecedentes. Históricamente, los incaicos se han convertido en una especie de sombra negra para Argentina. Nos dejaron afuera de México 1970 con aquel recordado 2-2 en la Bombonera y luego sobrevinieron el angustioso 1-1 de 1985 en el Monumental (gol de Ricardo Gareca, hoy DT de los albirrojos) y el agónico 2-1 de 2009, bajo la lluvia, materializado por Martín Palermo cuando el seleccionado era conducido por Diego Maradona.
Mientras se discute la sede del crucial choque con los peruanos (River, Boca o Rosario Central), se hace inevitable sacar cuentas. Con 6 puntos, el cálculo más simple, la escuadra albiceleste llegará al próximo Mundial sin escalas. Con 4, al menos podría garantizarse la “repesca” con Nueva Zelanda pero en este eventual escenario sería preferible que la igualdad se registre ante Ecuador y no frente a Perú, un competidor directo por el preciado boleto. Con 3 unidades pasará a depender invariablemente de otros resultados, con la tremenda incertidumbre que ello implicaría.
A un mes del desenlace, como se ve, Argentina está encerrada en un callejón del que sólo podrá salir obteniendo la clasificación a Rusia.