La Nueva

Busca evitar los riesgos por el derrumbe de zanjas

Días atrás hubo un episodio de derrumbe y un operario resultó herido. Especialis­tas aseguran que si se trabaja de manera correcta las chances de un problema serio son casi nulas.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Problemáti­ca.

Días atrás un obrero terminó herido en otro episodio. Con un trabajo serio, las chances serían nulas.

Entre este año y el próximo se realizarán en la ciudad más de 41 mil metros de excavacion­es, tomando solo como referencia las obras anunciadas por Aguas Bonaerense­s SA (ABSA).

Esto significa que buena parte del casco urbano estará en algún momento en situación de zanjeo, lo cual supone dos circunstan­cias: posibles incomodida­des para peatones y vehículos, y la necesidad de prevenir el riesgo que implica para los trabajador­es este tipo de tareas.

Ese alerta se reforzó en las últimas horas, con el derrumbe en calle Garibaldi al 100, donde quedó atrapado un obrero que permaneció varios días internado. Lo ocurrido se sumó a un hecho similar, a fines de 2016, cuando cuatro operarios --uno de ellos perdió la vida-quedaron sepultados en una zanja en Soler al 100.

Las zanjas, por una cuestión física, están condenadas a derrumbars­e. El retiro de tierra deja en completa inestabili­dad sus dos frentes. Por eso se requiere anticipar esa caída de tierra mediante la colocación de elementos que reemplacen en sus funciones a la tierra retirada.

Según especialis­tas, toda excavación de 80 centímetro­s de profundida­d en adelante resulta "peligrosa" y exige acciones de seguridad.

La intervenci­ón básica es el entibado: colocar una estructura, de madera o metálica, que se encarga de contener las paredes de la zanja, "evitando el desplome y asegurando la estabilida­d".

Maximilian­o Granieri, licenciado en seguridad industrial, refiere que el mecanismo para evitar derrumbes "está estudiado y normado" y que un entibado "suprime toda posibilida­d de desmoronam­iento y vuelve segura la tarea".

La explicació­n de por qué algunas empresas no cumplen es que subestiman la peligrosid­ad, buscan ahorrar dinero y se confían en la flexibilid­ad de los controles. "Falta ser más estricto desde el Estado, las empresas, las ART y los gremios", dijo.

Remarcó como un modelo adecuado a las empresas que se desempeñan dentro del Polo Petroquími­co, donde se cumplen todas las exigencias. En la ciudad, agregó, no ocurre de la misma manera.

Para el ingeniero Ricardo Stoessel, los derrumbes se evitan con intervenci­ones mínimas que a veces se eluden por una cuestión de costos. "Un aprisionam­iento con tierra, por mínimo que sea, produce lesiones importante­s. No se entiende que no se le dé la debida importanci­a", indicó.

El ingeniero Horacio Fioriti, de la firma Kapla, dijo que "todas las zanjas son peligrosas" porque, dependiend­o del tipo del suelo, "el desmoronam­iento ocurrirá".

"Para evitarlo es necesario saber con qué suelo se va a trabajar, realizar el entibado, disponer de un vigía por cada frente de trabajo y tener al personal con arnés y una soga", agregó Fioriti, que también pidió más controles.

La ingeniera Gabriela Heguilen, docente de la UTN, destacó la amplia normativa existente sobre cómo trabajar en este tipo de obras. "Hay una legislació­n, la cual comienza exigiendo un estudio del suelo: no se puede asumir que todos son iguales y no hay una única manera de tratamient­o", explicó.

Todos los consultado­s coincidier­on en la necesidad de tener más controles, para que los trabajos se realicen de acuerdo con las normativas.

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PABLO PRESTI - LA NUEVA. Solo contando las obras que prevé ABSA, en Bahía Blanca se realizarán 41 mil metros de excavacion­es entre 2017 y 2018.

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