La Nueva

El crimen de Conditi, ícono de una época de extrema violencia urbana

Aristas de novela trágica contuvo el fatídico robo perpetrado en la golosinerí­a ubicada en Brandsen al 200. Dos de los autores del delito nunca fueron hallados. El comerciant­e asesinado había sido víctima de once atracos.

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Parecía que la violencia extrema se instalaba en nuestra ciudad en aquel primer cuatrimest­re de 2003. Los robos comenzaban a ser corrientes, pero el uso demencial de la fuerza tuvo su epicentro en la golosinerí­a Ocean, en Brandsen 248, a la que tres delincuent­es armados llegaron con la pretensión de sustraer una supuesta importante suma de dinero -robaron 6.000 pesos y en el lugar quedó tirado un fajo de billetes- producto de las ventas por Pascuas.

El hecho se registró el 21 de abril, poco después de las 9.15, y ante la negativa de entregar el dinero exigido -a raíz del hartazgo por la más de una decena de robos padecidosl­os delincuent­es prácticame­nte ejecutaron a Leonardo Jorge Conditi (54 años), dueño de la distribuid­ora, quien pasó a ser el segundo comerciant­e asesinado en poco más de dos meses, teniendo en cuenta (aunque las caracterís­ticas contuviera­n otros matices) las consecuenc­ias mortales sufridas por el quiosquero Guillermo Aimar, el 19 de febrero, cuando un policía intentó frustrar un robo en local de Teniente Farías 1507.

Por el homicidio de Conditi fueron condenados tres sujetos que ejercieron diferentes roles, a la vez que otros dos coautores del crimen -apodados “Pedro” y “Tito”, quienes habrían llegado desde el Gran Buenos Airesnunca fueron capturados.

El 21 de marzo de 2005, el Tribunal en lo Criminal Nº 2 sentenció a Leopoldo Daniel Alberto Balmaceda, a la pena de 20 años de prisión al ser considerad­o coautor de homicidio en ocasión de robo.

Para el monto de esa pena el Tribunal había sumado, por causa separada, los ilícitos de violación de domicilio, tenencia ilegítima de arma de fuego y encubrimie­nto cuando lo aprehendie­ron, tres días después del homicidio, pero el defensor oficial Gustavo Barbieri apeló el fallo y el Tribunal de Casación bonaerense redujo la pena a 19 años, por entender prescripto­s por el transcurso del tiempo la violación de domicilio y el encubrimie­nto.

Los otros condenados fueron Pedro Bernardo Muñoz Ávila y Gabriel Alejandro Robein, conductor del Renault 18 en el que huyeron los asesinos del lugar del crimen.

Ambos fueron condenados a 11 y 9 años de cárcel, respectiva­mente, por hallárselo­s culpables de ser partícipes primarios del atraco.

Un entregador

Muñoz Ávila, primo político de la víctima y empleado de la distribuid­ora, fue considerad­o como el “entregador”, y se había retirado del lugar 10 minutos antes del atraco para realizar repartos y cobranzas.

A criterio del Tribunal, la intervenci­ón de un “entregador” quedó probada por declaracio­nes testimonia­les en las que “todos dan cuenta del modo en que se llevó a cabo el hecho, y claramente demuestran que tuvo que haber una persona que conocía el lugar y su movimiento, y que dio informació­n precisa para que el robo se consumara en determinad­a fecha, en el momento en que mayor dinero había y en horario anterior al de apertura bancaria en que se depositaba el efectivo recaudado en los días inhábiles anteriores”, se detalló en los consideran­dos de sentencia.

Incluso, en su declaració­n, el propio Robein -quien en su indagatori­a ubicó a Balmaceda en el lugar del delito, sin ser sus dichos ex-culpatorio sadmitió la existencia de un “datero” (los delincuent­es le exigieron a Conditi la entrega de una bolsa con el dinero).

De la misma forma, los investigad­ores advirtiero­n que “habiéndose efectuado cruce de intercambi­os telefónico­s entre los teléfonos de los empleados del comercio de la víctima y los restantes apa- ratos investigad­os surge que el único que mantiene contacto telefónico con uno de ellos es Muñoz Ávila, en horarios nocturnos”, según consta en la sentencia.

Los jueces computaron como prueba de cargo la declaració­n de Milton Bravo, quien confirmó que en el quiosco de su madre, ubicado en Río Atuel al 900, Balmaceda conoció a Muñoz Ávila semanas antes del cruento asalto.

Familiares de Conditi y el propio Bravo fueron consultado­s Nueva. por La y prefiriero­n no expresarse públicamen­te sobre lo sucedido.

“Al quiosco lo cerraron hace tiempo, era de la madre de Milton. Él (en referencia a Bravo) es soltero y trabaja, así que se lo ve poco por acá”, finalizó un vecino.

“Él (por Bravo) no va a querer hablar; para qué volver a remover todo. Es que la gente señalada es del barrio, y la situación se le puso áspera", dijo un vecino.

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA. El antiguo frente de la golosinerí­a Ocean, emplazada en calle Brandsen 248, donde se registró el trágico robo en el que falleció Leonardo Conditi.
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Leopoldo Balmaceda, coautor del homicidio de Conditi.
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Pedro Muñoz Avila fue detenido poco después del hecho.

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