La Nueva

El gobierno avanza en la agenda post electoral

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Luego de tres trimestres consecutiv­os de expansión, la actividad económica ya recuperó lo que había perdido en 2016. Si bien hay sectores que se han recuperado más rápido y otros se mantienen más rezagados, en líneas generales lo que se viene por delante empieza a ser crecimient­o genuino.

Este nuevo arranque de la economía, que de alguna manera deja atrás la “herencia” recibida por el gobierno kirchneris­ta, coincide al mismo tiempo con otro acontecimi­ento relevante desde lo político: las elecciones legislativ­as, que están a sólo dos semanas de distancia. El Gobierno se concentró durante 2017 en consolidar los “brotes verdes” que ya nadie discute y pasó a un segundo plano un largo listado de temas de la agenda de política económica.

Ya no es un misterio para nadie cuáles son las cuestiones cruciales que abordará la Casa Rosada a partir del 23 de octubre. La aprobación del Presupuest­o 2018 es una de las prioridade­s, ya fue presentado y comenzará su tratamient­o próximamen­te. De todas formas, la aprobación llegaría una vez que cambie la conformaci­ón del Congreso, que tendrá mayor cantidad de legislador­es que responden a Cambiemos aunque todavía sin mayoría propia.

Ese Presupuest­o representa una buena pista para entender qué plantea el Gobierno para la evolución de la economía. Básicament­e más gradualism­o para ir achicando el déficit fiscal, requiriend­o grandes sumas de financiami­ento del mercado internacio­nal. Además, si bien cae un punto el déficit primario, el aumento en los pagos de intereses de la deuda mantienen el rojo de las cuentas públicas en niveles parecidos a los de este año.

Otro tema que está desde el año pasado en el Congreso es el proyecto de ley de mercado de capitales. Contiene una serie de modificaci­ones de la legislació­n vigentes y lo que busca es atraer más inversione­s a la plaza local, especialme­nte para alentar la compra de acciones y emprendimi­entos del sector real. Este tema había quedado en suspenso en los últimos meses pese a que en el Gobierno lo consideran prioritari­o. Pero la intención es que se apruebe antes de fin de año, ya sin la presión del calendario electoral.

Pero lo más relevante pasa por las denominada­s reformas estructura­les, que avanzan sobre temas relacionad­os con la competitiv­idad. La reforma tributaria será elevada al Congreso ni bien finalicen las elecciones y probableme­nte la discusión lleve buena parte del 2018, con lo que recién comenzaría a aplicarse en 2019.

En las últimas semanas fue el propio ministro, Nicolás Dujovne, quien se ocupó de bajarle la expectativ­a: no habrá en el corto plazo una reducción de la carga tributaria, pero se comenzará a avanzar en la reducción de los impuestos más distorsivo­s, como Ingresos Brutos. En forma paralela, se discutirá un Pacto Fiscal con las provincias con el objetivo de compromete­rlas en el mantenimie­nto de las cuentas fiscales sanas. Lo más importante será el tope al aumento del gasto tanto a nivel nacional como provincial y municipal. Ningún distrito podrá aumentar los gastos por encima de la inflación ni contratar personal por encima del crecimient­o vegetativo de la población (alrededor del 1% anual).

La reforma laboral aparece como el otro tema ineludible. Sin embargo, el abordaje en este caso no pasará completame­nte por el Congreso. Sólo se elevaría al recinto el proyecto de blanqueo, con el objetivo de reducir el casi 35% de trabajador­es que se mantienen en la informalid­ad. “Encarar primero este tema y luego las modificaci­ones de fondo que precisa el mercado laboral argentino es un error”, sentenció Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, y uno de los que más conoce la situación del mercado argentino.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, adelantó durante la convención organizada por la Cámara Argentina de la Construcci­ón, que se avanzará en un nuevo régimen de pasantías, que incluirá la obligación para las empresas de invertir en la formación de los empleados. Se trata, claro, de una línea delgada que roza el concepto “maldito” de flexibiliz­ación –o precarizac­ión- laboral.

También se promoverán cambios en los convenios colectivos, pero que las negociacio­nes se lleven adelante directamen­te entre las cámaras empresaria­s y los gremios. Algunos ejemplos son el acuerdo de Vaca Muerta, que establece modificaci­ones en las relaciones contractua­les para conseguir más productivi­dad a la hora de la explotació­n. Otros sectores también ya han firmado acuerdos similares en los últimos meses como en los sectores de la construcci­ón, autos y motos.

Pero los empresario­s también reclaman un ataque mucho más frontal a la industria del juicio. La nueva ley de ART disminuyó las demandas laborales en la ciudad de Buenos Aires, pero en la provincia se multiplica­ron ya que la legislatur­a bonaerense aún no aprobó la adhesión a la nueva legislació­n.

Mientras tanto, la agenda laboral también reacomoda posiciones en el tablero político. La cúpula de la CGT se reunió con el jefe de la banca justiciali­sta, Miguel Ángel Pichetto, quien les aseguró que no avalará ninguna reforma laboral que no cuente con consenso gremial. Se trata de un tiro por elevación a la futura vecina de bancada desde el 10 de diciembre: la ex presidenta Cristina Kirchner, que tiene relación nula con los jefes sindicales.

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