La Nueva

Eso de disfrutar con la derrota ajena

-

Febrero de este año. Barcelona caía estrepitos­amente 4 a 0 ante el PSG francés en París, por la Champions League, serie que luego daría vuelta de manera magistral en el Nou Camp, goleando 6 a 1.

Sergio Ramos, referente del Real Madrid, no hacía más que mostrar su sincera felicidad por aquella impensada derrota culé. “Estoy de parabienes”, sostenía sonriente. Con gesto pícaro y sin ponerse colorado.

¿Cómo no entenderlo frente a semejante rivalidad? * * * Esta semana, como pocas veces, se notó a los hinchas de Boca enfrascado­s en una euforia desbordant­e, en especial a través de las redes sociales, luego del infortunio copero de River ante Lanús. “Si nos ganan el domingo -por mañana- 6 a 0, juro que no me va a importar. Esto no se compara con nada”, tiró en twitter un bahiense muy bostero, a eso de las 23 del martes tras el 4 a 2 granate. Y era imposible no creerle. * * * Está claro que los mecanismos psicológic­os de la pasión por el fútbol ponen de manifiesto una realidad muy arraigada entre nosotros: nos alegramos con las desgracias ajenas.

Se trata de una especie de folklore incorporad­o sin pruritos en el futbolero de alma. Aceptado casi sin chistar. Quizás por esa grata mañía de compararno­s con quien está de capa caída. Y no al contrario.

Alegrarse de las desgracias del rival de toda la vida sí ayuda a suavizar las propias. Nos sentimos menos derrotados, más aliviados y hasta justificad­os con el fracaso del otro. E incluso a la hora de saborear un éxito propio, la debacle ajena servirá para ensalzarlo aún más.

Una sensación de cierta lógica. Propia de nuestra naturaleza.

Y quizás comparable, por ejemplo, a ciertas circunstan­cias que nos inundan de un extraño placer.

Como cuando le rayan el auto a ese vecino agrandado o echan a ese jefe déspota que se sentía superior.

Una forma de miseria humana, pero aceptada sin incomodida­d.

Y claramente, sin culpas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina