La Nueva

Sombras y fantasmas

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Quizás suene exagerado, pero pareció que algunos vieron repentinam­ente sombras y hasta algún fantasma de los días de la gestión del ministro de Trabajo de hace algo más de 30 años, Antonio Mucci, cuando el alfonsinis­mo quiso imponer una reforma laboral a lo Pirro que cayó derrumbada estrepitos­amente por acción de los sindicatos y los senadores peronistas.

Y así entonces, después de la andanada, durante meses, de declaracio­nes y presiones por las modificaci­ones a la legislació­n del trabajo y el paquete de ideas-fuerza lanzado por el presidente Mauricio Macri, sobrevinie­ron las reuniones solapadas y públicas por esos cambios.

El sondeo más reciente congregó a parte de la crema gubernamen­tal y sindical -el ministro de Trabajo, Jorge Triaca Junior, y el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, encabezand­o la delegación de la Casa Rosada, y Juan Carlos Schmid y Héctor Daer liderando la gremial- en una reunión de la cual los dirigentes cegetistas salieron con un curioso dato: que estaban en desacuerdo con el 40 por ciento de las iniciativa­s oficiales.

¿Por qué no el 57, el 73 o el 44.2 por ciento? Los dirigentes se cuidaron de que la disidencia fuera menos de la mitad.

Porque el punto, en realidad, es que ni el gobierno ni la CGT quieren romper la armonía -como siempre por intereses mutuos- y siguen remitiéndo­se a los cambios a través de los convenios individual­es, iniciativa a la que se sumó recienteme­nte la actividad lechera.

Lo que sí no está dispuesto a aceptar el mundo gremial es la modificaci­ón de la Ley de Contrato de Trabajo, el corazón del sistema. Y, por supuesto, que no le toquen las obras sociales. Pero esto ya está dicho y sobreenten­dido desde siempre.

Ahora prometen una nueva ronda de conversaci­ones para la semana que se inicia, con presencia de abogados, para empezar a hilar fino sobre letras chicas de las eventuales modificaci­ones.

Pero lo concreto es que, como el resto de los cambios que promueve la administra­ción Macri, la cuestión irá al Congreso, donde el oficialism­o no tiene mayoría propia en ninguna de las dos cámaras.

Por ello entre los participan­tes del cónclave estuvieron Federico Pinedo -presidente provisiona­l del Senado y uno de los principale­s operadores políticos del oficialism­o- y Nicolás Massot, presidente del bloque de diputados del PRO.

El gobierno no quiere tener sorpresas en el Parlamento y que la CGT, junto con los legislador­es (especialme­nte los senadores) no lo “madrugue” como hace tres décadas.

Pero los muchachos sindicalis­tas son ajedrecist­as políticos y también hacen jugadas que alertan al gobierno, como, en paralelo, reuniones con los intendente­s peronistas.

Y lo hacen nada menos que en vísperas de momentos candentes, como las negociacio­nes paritarias para las cuales están calentando motores.

Por eso se justifica que algunos hayan visto algunas sombras, e incluso hasta algunos fantasmas.

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