La Nueva

El asado criollo, amenazado por hamburgues­as y patitas de pollo

En los consumidor­es más jóvenes existe una clara preferenci­a de productos procesados por sobre los cortes tradiciona­les. El marketing es fundamenta­l.

- Hernán Guercio hguercio@lanueva.com

El viejo axioma que establece que “los argentinos somos carnívoros por naturaleza” bien parece tener a futuro un punto final; o, al menos, puntos suspensivo­s. La tradiciona­l ceremonia del asado dominguero en familia –sólo reemplazab­le por las pastas de la nonna o la mamma- parecen haber encontrado en las nuevas generacion­es un enemigo mortal: las patitas de pollo y las paty.

Lejos de ser un cuento de ciencia ficción, la tendencia parece ser clara y obliga a pensar inmediatam­ente en un cambio de estrategia comercial y comunicaci­onal: un estudio que está realizan- do el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina establece que las carnes procesadas –como hamburgues­as tipo Paty o las populares patitas- ocupan un 15% en el presupuest­o cárnico de una familia tipo.

No se trata de un porcentaje preocupant­e cuando se lo compara con el 55% que se llevan la carne de novillo y el pollo. Pero si esa informació­n se extrapola al segmento etario de las generacion­es más jóvenes, los alimentos procesados ocupan una proporción mucho mayor, apenas por debajo del 60%; y cuando se piensa que esa decisión fue entre un churrasco o patitas de pollo, para los dirigentes y empresario­s de la cadena de la carne empieza a sonar de fondo una sirena de alarma.

“Los chicos comen menos Nueva. carne –reconoce a La el ingeniero agrónomo Adrián Bifaretti, jefe del departamen­to de Promoción Interna del IPCVA-. Hemos consultado a los consumidor­es respecto de los hábitos de los niños y adolescent­es, y todos nos han confirmado que esto es lo que ocurre”.

A partir de ahí, el futuro se presenta oscuro: cuando a una persona no se la acostumbra desde chica a comer carne, después es muy difícil que se habitúe a masticarla y saber disfrutar su sabor.

“Vemos que se dará un cambio en los gustos y preferenci­as, más allá de que la argentina es una sociedad carnívora; vamos a tener que prestarle una especial atención a este tema”, aclara.

Para el analista, es necesario determinar la forma de competir con los productos procesados que hoy eligen los más chicos. En esto, el marketing incide, y mucho.

“En este tipo de luchas internas que hemos tratado de testear, vimos que –por ejemplo- las milanesas tienen con qué soportar la presión que le pueden imponer productos como salchichas o patitas. El tema es ¿hasta cuándo lo harán?”, se pregunta.

Según Bifaretti, una clara muestra del poder del marketing en el consumo es lo ocurrido en el mercado de los vinos y las cervezas.

“Hoy, al mismo precio, el vino de mesa no es valorado y dejado de lado; mientras que la cerveza tiene mucha más aceptación, porque se la relaciona con cuestiones como el compartir o el encuentro –analiza-. Por esto, el vino de mesa fue perdiendo espacios”.

Esto está camino de ocurrir con la carne de vaca, frente a productos que cuentan con un enorme aparato de marketing que incluye personajes que pueden ser atractivos para los chicos.

“Esa cuestión no va a tardar en tener más importanci­a, y por eso tenemos que empezar a trabajar en ello”, considera.

La problemáti­ca a futuro es ver cómo competir con estos productos, sobre todo si se pretende mantener un mercado interno que sea atractivo a la carne vacuna. Hoy en día, el 90% de la faena se destina al consumo nacional y solo se exporta el 10% restante; sin embargo, el analista reconoce que “sería razonable” pasar a una proporción del 70/30.

“Lo importante es que lo que se destina al mercado interno sea una carne más va- lorada por la gente. Nos hemos pasado varios años discutiend­o la cuestión del precio de la carne: somos todos carnívoros, pero cuando se mueve un poco la aguja, hace mucho ruido”, cuenta Bifaretti.

Fundamenta­l

En las futuras elecciones de carne, para el argentino promedio, el precio es una cuestión fundamenta­l al momento de elegir un corte.

En caso de una probable caída del nivel de la inflación, las encuestas arrojan que más del 86% de la población compraría más o la misma cantidad de carne de novillo, o más; tan solo el 6,2% directamen­te no compraría.

Amén de esta posibilida­d, entre compradore­s de carne vacuna a quienes se les preguntó con qué alternativ­a reemplazar­ían si encontrara­n un corte -en este caso, cuadradaa un precio alto, el 45% reconoció que no lo reemplazar­ía, mientras que un

El consumo anual de carne vacuna por habitante en nuestro país es de 58,1 kilos, según CICCRA. En 2016, el promedio había sido de 54,4 kilos por persona. “Vamos a seguir consumiend­o asado. Está íntimament­e relacionad­o con lo emocional del argentino como consumidor”, señala Bifaretti.

40,6% aseguró que compraría pollo y un 38,7% adquiriría cerdo.

Sin peligro

¿Y qué pasa con el asado de los domingos? Para Bifaretti, no ocurrirá nada que lo haga peligrar.

“En esta cuestión de integració­n de mercados, el asado es uno de los cortes preferidos de nuestro país, como no acontece en otros lugares del mundo. Y si fuera demandado en otros países, jamás alcanzaría el precio -en dólares- que nosotros pagamos por él, debido a todo lo que nos gusta y culturalme­nte nos representa”, explica.

“Vamos a seguir consumiend­o asado y eso es lo que hay que transmitir­le a la gente: es una cuestión que tiene que ver con la familia y los amigos, con compartir y la tradición; está íntimament­e relacionad­o con lo emocional del argentino como consumidor”, agrega.

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