La Nueva

El palacio de La Previsora y un destino en “manos profanas”

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El edificio de La Previsora

Se trató de una propuesta artística distintiva y que debe haber encontrado un alto grado de admiración y asombro entre los bahienses.

El autor del diseño fue el arquitecto Julio Molina y Vedia, quien a sus 37 años de edad estaba pronto a dejar su profesión para dedicarse a la bohemia. Aceptó el encargo porque su padre, Octavio Molina, era propietari­o de La Previsora. Molina y Vedia había vivido en nuestra ciudad, entre 1906 y 1907, como primer director que fue del Colegio Nacional. Poco después de realizada esta obra se dedicó a su Sociedad de almas, entidad que formó con sus amigos Xul Solar, Macedonio Fernández y Jorge Guillermo Borges. Murió en 1973, a sus 100 años. “Vivía como un pordiosero”, señaló su yerno, el físico Mario Bunge, en referencia a sus últimos años de vida.

El palacio de La Previsora lucio su estética por apenas 30 años. En 1940 fue adquirido por otra compañía de seguros, La Acción, que decidió su “modernizac­ión”. La intervenci­ón consistió en el retiro de sus cerámicas y de su ornamento para generar una suerte de lenguaje moderno. El arquitecto Enrique Cabré Moré, un referente de nuestra historia, habló de “manos profanas” al referirse a la intervenci­ón.

Para conocer el estilo original se pueden observar las puertas de acceso, San Martín y Alsina, de hierro y florida ornamentac­ión.

Remendadas hace algunos años sus decenas de fisuras en las paredes de las fachadas, el bien aparece hoy con una estética alejada de la que lució a principios de siglo, llamada a engalanar la city.

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