La Nueva

Economía.

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—Sí. Ellos exportan a 150 países, pero todo depende de la demanda del mercado brasileño.

—Sí, pero en cifras poco significat­ivas. Algo entró de Brasil, ya que en esta campaña hubo algunos problemas en la producción de Santiago del Estero y no rindió lo suficiente.

—Hay señales positivas en este sentido para el sector, ya que Brasil ha incluido la cebolla extra comunitari­a en las llamadas LETEC (Listas de Excepción a la Tarifa Externa Común).

“Este año la cebolla europea pagará una tasa del 25% de importació­n, lo que mejora la competitiv­idad de la cebolla nacional.

“Este arancel se reducirá en los años siguientes: 20% en 2019 y 15% en 2020”.

De las 8.000 hectáreas que se siembran en el sur del sudoeste bonaerense, en el distrito de Villarino se implanta alrededor del 65% (6.800 Has.), en tanto que en Patagones está el 35% restante (3.200 Has.).

En la Argentina se siembra entre 18.000 y 20.000 hectáreas.

Los datos de 8.000 hectá- reas implantada­s en nuestra región son relevados por la Universida­d Nacional del Sur (UNS) y Corfo Río Colorado, lo que presume una representa­tiva precisión.

En el resto del país, en tanto, los cálculos se hacen en base a consultas con referentes de la cadena cebollera.

En esta campaña, en la provincia de Río Negro se sembraron cerca de 4.000 hectáreas; en la zona de Cuyo alrededor de 3.000 Has. y en el norte argentino casi 3.000 Has.

En Mar del Plata, en tanto, fueron unas 500 Has.

“De acuerdo con los datos de siembra se puede decir que se ha atomizado la producción”, señaló el ingeniero Iurman.

El sur del sudoeste bonaerense produce, generalmen­te, alrededor de la mitad de la producción de cebolla del país, de la cual el 60% va a consumo interno.

En las tres últimas campañas, aunque especialme­nte en las dos pasadas, la bacteriosi­s tuvo a maltraer a la producción cebollera de los distritos de Villarino y de Patagones.

La enfermedad, también denominada pico de agua, producida por la ocasión de precipitac­iones intensas en el exacto momento de la precosecha, ocasionaro­n pérdidas por —sólo en el año 2016— unos 175 millones de pesos.

Esto conllevó mucho descarte de bulbos en pila, además de una baja calidad que no cumple con los estándares de exportació­n.

De este modo, la mayoría de lo producido se debió destinar al mercado interno, así como hubo lotes que quedaron sin cosechar por el mal estado de los bulbos.

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