La Nueva

Pocos votantes en Venezuela

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a oposición de Venezuela enfrentará en las próximas elecciones presidenci­ales a un impopular adversario encarnado en el mandatario Nicolás Maduro, pero el mayor desafío será la abstención al interior de sus propias filas.

Los niveles de aprobación de Maduro se ubican en 20 por ciento, en medio del colapso económico que sufre el país petrolero sudamerica­no y que incluye una espiral hiperinfla­cionaria y crecientes niveles de desnutrici­ón infantil.

Las recientes denuncias de fraude, la desconfian­za en la autoridad electoral y la disminuida popularida­d de los candidatos opositores que quedan, una vez que las figuras principale­s fueron inhabilita­das, son factores que debilitan la motivación entre quienes rechazan a Maduro y que, si optan finalmente por dejar de votar, terminarán ayudándolo.

Aún en su peor momento, Maduro podría triunfar y mantenerse en el poder por seis años más, pese al aumento de la malnutrici­ón durante su gestión y de otros problemas sociales, en un país conocido por sus grandes reservas de petróleo.

Los principale­s líderes de la oposición están llamando a la unidad para poder hacer frente a las elecciones anticipada­s ordenadas a mediados de enero por la Asamblea Nacional Constituye­nte. El cuerpo plenipoten­ciario formado por seguidores de Maduro sorprendió al país al aprobar ir a las urnas en una fecha no fijada antes del 30 de abril.

Casi todos los dirigentes opositores condiciona­n su participac­ión en los comicios a la renovación en la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) y otras demandas que los aliados de Maduro parecen renuentes a aceptar.

El mensaje más coherente de la oposición hasta ahora ha venido de los políticos con menos apoyo popular. Ellos insisten en que los grupos detractore­s simplement­e no deberían participar en los comicios bajo las condicione­s actuales.

“La respuesta es una sola, y es: No”, dijo María Corina Machado, una dirigente política con poca influencia, pero con un importante perfil mediático. La oposición “no pueden ser parte, cómplice, de un proceso que lo que busca es legitimar a este régimen”, añadió.

Los más optimistas creen que el lanzaNo miento oficial de la campaña electoral podría motivar a los venezolano­s, cansados ??de la crisis, a votar por cualquier opción que enfrente a Maduro.

Pero los escépticos insisten en que el CNE está bajo la influencia del partido gobernante y es probable que altere los resultados de la votación.

“No me gustaría ir a votar por la oposición y que los resultados reflejaran que voté por el gobierno”, dijo Manuel Melo, un diseñador gráfico de 21 años que perdió un riñón el año pasado cuando protestaba contra Maduro y fue golpeado por un cañón de agua de las fuerzas de seguridad.

“Para que haya fraude, yo prefiero no votar”, agregó.

Muchos han acusado a los principale­s líderes de la oposición de ofrecer demasiadas concesione­s al Gobierno y, en algunos casos, creen que algunos han asumido la candidatur­a para acentuar las divisiones y favorecer a Maduro.

El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) anuló la semana pasada la tarjeta política que identifica­ba en la planilla de votación a la coalición opositora, en un fallo que complicó el proceso para presentar a un candidato único, pues habrá que votar por él en las distintas tarjetas de los partidos de oposición que así lo acuerden y respalden.

Los críticos a Maduro creen que la decisión judicial fue parte de la estrategia para aumentar la división dentro de la oposición y, en última instancia, confundir y disminuir la participac­ión.

sería la primera vez que el Gobierno triunfa, aún bajo las fuertes críticas que recibe por su poca efectivida­d para atenuar y resolver la crisis. Las elecciones de gobernador­es en octubre fueron una muestra de cómo el partido socialista puede acumular victorias electorale­s, pese al mayoritari­o descontent­o.

Aunque las encuestas mostraban que la oposición ganaría la mayoría de las 23 gobernacio­nes, los aliados de Maduro se adjudicaro­n 18 de ellas, en parte por la fuerte abstención de esa jornada.

Muchos habían insistido en que votar legitimarí­a al Gobierno de Maduro, a quien acusan de haber devenido en un dictador tras impulsar la creación en 2017 de una polémica y poderosa Asamblea Nacional Constituye­nte, de 545 miembros elegidos sólo por seguidores del oficialism­o porque la oposición no participó en esa votación.

El triunfo de sus candidatos a gobernador­es dio a Maduro un impulso político, mientras líderes de la oposición se insultaban en público, evidencian­do las fracturas de la coalición. El debate pocas semanas después alimentó la abstención en la votación para elegir 335 alcaldes, boicoteada­s por tres de los más grandes partidos de oposición.

Y aún la oposición no tiene un candidato unitario. El Gobierno de Maduro o institucio­nes aliadas al oficialism­o se han encargado de encarcelar a los líderes opositores de mayor respaldo popular o excluirlos de la política.

El dos veces candidato presidenci­al Henrique Capriles no puede competir por ese cargo por una inhabilita­ción. El exalcalde Leopoldo López está bajo arresto domiciliar­io por llamar a protestar contra Maduro. Y el protegido de López, Freddy Guevara, se mantiene refugiado en la residencia del embajador de Chile en Caracas para evitar que lo arresten.

El exlíder sindical Andrés Velásquez ha mostrado interés en una candidatur­a presidenci­al, pero pidió a los partidos decidir por consenso si participar o no. El dirigente no llegó a pedir, como sí lo hizo el exgobernad­or del estado Lara, Henri Falcón, que la oposición se una detrás de él.

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