La Nueva

Balance tras la relajación de las metas

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En otros informes de coyuntura del año pasado, se analizaban los efectos deseados y no deseados de la lucha contra la inflación a través de la tasa de interés. Entre los primeros se mostraba que la reducción de la tasa de inflación núcleo había caído desde un promedio del 1,8 por ciento mensual en el primer trimestre del 2017 a un andarivel entre el 1,3% y 1,5% mensual hacia fin de año.

Por su parte, entre los efectos no deseados, se destacaba el potencial enfriamien­to del consumo como así también el debilitami­ento de las cuentas del Banco Central y del sector externo de la economía de Argentina.

Una semana después de aquel informe, en una conferenci­a conjunta entre el Jefe de Gabinete, los ministros de Hacienda y Finanzas y el presidente del Banco Centralanu­nciaban una relajación en las metas de inflación llevándola­s al 15% para 2018, al 10% para 2019 y al 5% para el 2020.

Una de las principale­s razones de la relajación de las metas inflaciona­rias fue la de evitar los efectos no deseados analizados en otras oportunida­des: primordial­mente aquellos vinculados con el nivel de actividad y con las cuentas externas.

De acuerdo al razonamien­to probableme­nte seguido por las autoridade­s nacionales, metas inflaciona­rias más laxas le permitiría­n al Banco Central ejecutar una política monetaria menos restrictiv­a y, por lo tanto, dejarían cierto margen para reducir la tasa de interés y de esta forma, mitigar los efectos nocivos sobre el consumo y sobre la apreciació­n cambiaria.

Para que este razonamien­to sea válido, la inflación esperada no debería aumentar demasiado, ya que, de hacerlo, dificultar­ía cualquier baja relevante en las tasas de interés de mercado y complicarí­a aún más el proceso des-inflaciona­rio.

A poco más de un mes del anuncio del cambio en las metas inflaciona­rias, si bien no todos los efectos pueden ser evaluados adecuadame­nte, muchos de ellos sí pueden ser analizados y es el objetivo de la presente editorial.

El primer efecto luego del referido cambio en las metas, fue que el Banco Central redujo en dos oportunida­des la tasa de referencia de política monetaria (en un total de 1,5 puntos porcentual­es) . Más allá de este cambio en las tasas de interés de referencia, por el lado de las tasas de interés pasivas (depósitos) del sistema financiero casi no se han registrado aún efectos importante­s.

En el caso de las tasas activas (créditos), se ha evidenciad­o una muy pequeña caída en las tasas de interés por adelantos por cuenta corriente, pero prácticame­nte no ha habido cambios en las tasas de créditos personales (consumo).

En cambio, pesa a los pocos efectos sobre las tasas de interés de mercado, la relajación esperada de la política monetaria como consecuenc­ia de la flexibiliz­ación en las metas de inflación sí tuvo efectos inmediatos e importante­s sobre las expectativ­as de inflación, el mercado cambiario y la prima de riesgo país de Argentina.

La inflación esperada para 2018 aumentó de acuerdo a tres relevamien­tos diferentes.

Dichas expectativ­as pasaron de promedio cercano al 16,5% a un rango entre 17,5% y 18,5%.

Este aumento de las expectativ­as inflaciona­rias sumada a la pérdida de credibilid­ad en la lucha antiinflac­ionaria asociada tanto al no cumplimien­to de las metas anteriores como al cambio en las mismas, están dificultan­do las actuales negociacio­nes de paritarias que comenzaron en 2018.

Por el lado del mercado cambiario, a diferencia de lo que ocurrió en buena parte del mundo, el aumento de las expectativ­as de inflación sumado a la baja esperada en las tasas de interés subieron la la cotización del dólar.

En el último mes y medio, y consideran­do hacia el 25 de

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